Esta derrota hizo que Antíoco tuviera que pagar un impuesto muy alto, lo mismo que los reyes que reinaron después de él. Y como si esto fuera poco, Antíoco tuvo que entregar como prisioneros de guerra a muchos de sus hombres, y ceder además algunas de sus mejores provincias, entre ellas Media, Lidia y la India. Tiempo después, los romanos entregaron estas provincias al rey griego Eumenes.