Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Al director musical. Sígase la tonada de «No destruyas». Mictam de David, cuando Saúl había ordenado que vigilaran la casa de David con el propósito de matarlo.
59 Líbrame de mis enemigos, oh Dios;
protégeme de los que me atacan.
2 Líbrame de los malhechores;
sálvame de los asesinos.
3 ¡Mira cómo me acechan!
Hombres crueles conspiran contra mí
sin que yo, Señor, haya delinquido ni pecado.
4 Presurosos se disponen a atacarme
sin que yo haya cometido mal alguno.
¡Levántate y ven en mi ayuda!
¡Mira mi condición!
5 Tú, Señor, eres el Dios Todopoderoso,
¡eres el Dios de Israel!
¡Despiértate y castiga a todas las naciones;
no tengas compasión de esos viles traidores! Selah
6 Ellos vuelven por la noche,
gruñendo como perros
y acechando alrededor de la ciudad.
7 Echan espuma por la boca,
lanzan espadas por sus fauces,
y dicen: «¿Quién va a oírnos?»
8 Pero tú, Señor, te burlas de ellos;
te ríes de todas las naciones.
9 A ti, fortaleza mía, vuelvo los ojos,
pues tú, oh Dios, eres mi protector.
10 Tú eres el Dios que me ama,
e irás delante de mí
para hacerme ver la derrota de mis enemigos.
11 Pero no los mates,
para que mi pueblo no lo olvide.
Zarandéalos con tu poder; ¡humíllalos!
¡Tú, Señor, eres nuestro escudo!
12 Por los pecados de su boca,
por las palabras de sus labios,
que caigan en la trampa de su orgullo.
Por las maldiciones y mentiras que profieren,
13 consúmelos en tu enojo;
¡consúmelos hasta que dejen de existir!
Así todos sabrán que Dios gobierna en Jacob,
y hasta los confines de la tierra. Selah
14 Porque ellos vuelven por la noche,
gruñendo como perros
y acechando alrededor de la ciudad.
15 Van de un lado a otro buscando comida,
y aúllan si no quedan satisfechos.
16 Pero yo le cantaré a tu poder,
y por la mañana alabaré tu amor;
porque tú eres mi protector,
mi refugio en momentos de angustia.
17 A ti, fortaleza mía, te cantaré salmos,
pues tú, oh Dios, eres mi protector.
¡Tú eres el Dios que me ama!
Jehú asesina a Jorán y a Ocozías(A)
14 Entonces Jehú, hijo de Josafat y nieto de Nimsi, conspiró contra Jorán. Sucedió que Jorán, con todo el ejército israelita, había estado defendiendo Ramot de Galaad contra Jazael, rey de Siria, 15 pero tuvo que regresar a Jezrel para reponerse de las heridas que había recibido de los sirios en la batalla. Así que Jehú les dijo a sus partidarios: «Si queréis que yo sea rey, no dejéis que nadie salga de la ciudad para ir a Jezrel con la noticia». 16 Luego se montó en su carro de combate y fue a Jezrel, pues allí se estaba recuperando Jorán, a quien también Ocozías, rey de Judá, había ido a visitar.
17 Cuando el centinela que vigilaba desde la torre de Jezrel vio que las tropas de Jehú se acercaban, gritó:
―¡Se acercan unas tropas!
En seguida Jorán ordenó:
―Llama a un jinete y mándalo al encuentro de las tropas para preguntarles si vienen en son de paz.
18 El jinete se fue al encuentro de Jehú y le dijo:
―El rey quiere saber si venís en son de paz.
―¿Y a ti qué te importa? —replicó Jehú—. Ponte allí atrás.
Entonces el centinela anunció:
―El mensajero ya llegó hasta ellos, pero no lo veo regresar.
19 Por tanto, el rey mandó a otro jinete, el cual fue a ellos y repitió:
―El rey quiere saber si venís en son de paz.
―Eso a ti no te importa —replicó Jehú—. Ponte allí atrás.
20 El centinela informó de nuevo:
―Ya llegó el mensajero hasta ellos, pero a él tampoco lo veo regresar. Además, el que conduce el carro ha de ser Jehú hijo de Nimsi, pues lo hace como un loco.
21 ―¡Enganchad el carro! —exclamó Jorán.
Así lo hicieron. Y en seguida Jorán, rey de Israel, y Ocozías, rey de Judá, cada uno en su carro, salieron y se encontraron con Jehú en la propiedad que había pertenecido a Nabot el jezrelita. 22 Cuando Jorán vio a Jehú, le preguntó:
―Jehú, ¿vienes en son de paz?
―¿Cómo puede haber paz mientras haya tantas idolatrías[a] y hechicerías de tu madre Jezabel? —replicó Jehú.
23 Jorán se dio la vuelta para huir, mientras gritaba:
―¡Traición, Ocozías!
24 Pero Jehú, que ya había tensado su arco, le disparó a Jorán por la espalda, y la flecha le atravesó el corazón. Jorán se desplomó en el carro, 25 y Jehú le ordenó a su ayudante Bidcar:
―Saca el cadáver y tíralo en el terreno que fue propiedad de Nabot el jezrelita. Recuerda el día en que tú y yo conducíamos juntos detrás de Acab, padre de Jorán, y el Señor pronunció contra él esta sentencia: 26 “Ayer vi aquí la sangre de Nabot y de sus hijos. Por lo tanto, juro que en este mismo terreno te haré pagar por ese crimen. Yo, el Señor, lo afirmo”.[b] Saca, pues, el cadáver y tíralo en el terreno, según la palabra que dio a conocer el Señor.
Unidad en Cristo
11 Por lo tanto, recordad, gentiles de nacimiento —los que sois llamados «incircuncisos» por aquellos que se llaman «de la circuncisión», la cual se hace en el cuerpo por mano humana—, 12 recordad que en ese entonces estabais separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. 13 Pero ahora en Cristo Jesús, a vosotros que antes estabais lejos, Dios os ha acercado mediante la sangre de Cristo.
14 Porque Cristo es nuestra paz: de los dos pueblos ha hecho uno solo, derribando mediante su sacrificio[a] el muro de enemistad que nos separaba, 15 pues anuló la ley con sus mandamientos y requisitos. Esto lo hizo para crear en sí mismo de los dos pueblos una nueva humanidad al hacer la paz, 16 para reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo mediante la cruz, por la que dio muerte a la enemistad. 17 Él vino y proclamó paz a vosotros que estabais lejos y paz a los que estaban cerca. 18 Pues por medio de él tenemos acceso al Padre por un mismo Espíritu.
19 Por lo tanto, ya no sois extraños ni extranjeros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, 20 edificados sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular. 21 En él todo el edificio, bien armado, se va levantando para llegar a ser un templo santo en el Señor. 22 En él también vosotros sois edificados juntamente para ser morada de Dios por su Espíritu.
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