Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo 130 (129)
Dios mío, escucha mi clamor
130 Cántico de peregrinación.
Señor, desde lo más hondo a ti clamo.
2 Dios mío, escucha mi grito;
que tus oídos atiendan mi voz suplicante.
3 Señor, si recuerdas los pecados,
¿quién podrá resistir, Dios mío?
4 Pero eres un Dios perdonador
y eres por ello venerado.
5 En el Señor espero,
espero y confío en su palabra;
6 yo anhelo a mi Dios
más que los centinelas la aurora.
7 Israel, confía en el Señor
pues en el Señor está el amor
y de él viene la plena redención.
8 Él liberará a Israel
de todos sus pecados.
Absalón reconciliado con David
25 No había en todo Israel hombre tan alabado por su belleza como Absalón: de pies a cabeza no tenía un solo defecto. 26 Cuando se cortaba el pelo, cosa que hacía de año en año porque le pesaba mucho, el cabello de su cabeza pesaba más de dos kilos en la balanza real. 27 Absalón tuvo tres hijos y una hija, llamada Tamar, que era muy hermosa.
28 Absalón vivió en Jerusalén durante dos años sin ver al rey. 29 Absalón mandó a llamar a Joab para enviarlo al rey, pero Joab no quiso acudir. Lo volvió a llamar por segunda vez y tampoco quiso. 30 Entonces ordenó a sus criados:
— Miren, Joab tiene una parcela de tierra junto a la mía que está sembrada de cebada. Vayan a prenderla fuego.
Los criados de Absalón prendieron fuego a la parcela. 31 Joab fue inmediatamente a casa de Absalón y le preguntó:
— ¿Por qué tus criados han prendido fuego a mi parcela?
32 Y Absalón le respondió:
— Mira, te he mandado llamar para que vinieras y fueras a decirle al rey: “¿Para qué he vuelto de Guesur? ¡Era preferible seguir allí!”. Ahora, quiero ver al rey y, si soy culpable, que me mate.
33 Joab fue a informar al rey. Luego el rey llamó a Absalón y, cuando este llegó ante el rey, le hizo una reverencia postrado en tierra. Entonces el rey abrazó a Absalón.
La ley de Cristo. La ayuda mutua
6 Hermanos, si alguno incurre en falta, ustedes, los animados por el Espíritu, corríjanlo con amabilidad. Y manténganse todos sobre aviso, porque nadie está libre de ser puesto a prueba. 2 Ayúdense mutuamente a soportar las dificultades, y así cumplirán la ley de Cristo. 3 Si alguno se figura ser algo, cuando en realidad no es nada, se engaña a sí mismo. 4 Que cada uno examine su propia conducta y sea la suya, sin compararla con la del prójimo, la que le proporcione motivos de satisfacción, 5 pues cada uno debe llevar su propia carga. 6 Por su parte, el que recibe instrucción en la fe, debe compartir todos sus bienes con el que lo instruye. 7 No se hagan ilusiones: de Dios no se burla nadie. Lo que cada uno haya sembrado, eso cosechará. 8 Quien siembre para satisfacer sus apetitos desordenados, de ellos cosechará frutos de muerte; mas quien siembre para agradar al Espíritu, el Espíritu le dará una cosecha de vida eterna. 9 No nos cansemos de hacer el bien ya que, si no desfallecemos, a su tiempo recogeremos la cosecha. 10 En una palabra, aprovechemos cualquier oportunidad para hacer el bien a todos, y especialmente a los hermanos en la fe.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España