Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo 61 (60)
Quisiera morar en tu Tienda
61 Al maestro del coro. Con instrumentos de cuerda. De David.
2 Oye, oh Dios, mi clamor, escucha mi ruego.
3 Desde el confín de la tierra te llamo
mientras mi corazón desfallece;
llévame a la roca que se alza inaccesible,
4 porque tú eres para mí un refugio,
una fortaleza frente al enemigo.
5 Quisiera morar siempre en tu Tienda,
refugiarme al amparo de tus alas,
6 pues tú, Dios, aceptaste mis promesas,
me diste la heredad de quien te honra.
7 Concede largos años al rey,
que dure su vida por generaciones.
8 ¡Que él reine por siempre ante Dios!
Convoca para protegerlo al amor y a la verdad;
9 yo cantaré eternamente tu nombre
y cumpliré mis promesas día tras día.
V.— LA SUCESIÓN DE DAVID (9—20)
David y Mefibóset (9,1-13)
9 Cierto día David preguntó:
— ¿Queda algún superviviente de la familia de Saúl a quien yo pueda favorecer en memoria de Jonatán?
2 Había un criado de la familia de Saúl, llamado Sibá, al que hicieron venir ante David. El rey le preguntó:
— ¿Eres tú Sibá?
Y él respondió:
— Soy tu servidor.
3 El rey le dijo:
— ¿Queda alguien de la familia de Saúl a quien yo pueda favorecer como Dios manda?
Sibá respondió al rey:
— Aún queda un hijo de Jonatán, cojo de ambos pies.
4 El rey le preguntó:
— ¿Dónde está?
Y Sibá respondió al rey:
— En Lodebar, en casa de Maquir, el hijo de Amiel.
5 El rey mandó que lo trajeran de allí. 6 Cuando Mefibóset, hijo de Jonatán y nieto de Saúl, llegó ante David, inclinó la cabeza e hizo una reverencia. David le preguntó:
— ¿Eres Mefibóset?
Él contestó:
— Aquí está tu servidor.
7 David le dijo:
— No temas, porque estoy dispuesto a favorecerte en memoria de tu padre, Jonatán. Te devolveré todas las tierras de tu abuelo Saúl y además comerás siempre a mi mesa.
8 Él hizo una reverencia y dijo:
— ¿Quién es tu servidor, para que te fijes en un perro muerto como yo?
9 El rey llamó a Sibá, el criado de Saúl, y le dijo:
— Todas las posesiones de Saúl y su familia se las he entregado al hijo de tu amo. 10 Tú, tus hijos y tus siervos le cultivarán las tierras y le entregarás las cosechas para el mantenimiento de la familia de tu amo. Pero Mefibóset, el hijo de tu amo, comerá siempre a mi mesa.
Sibá, que tenía quince hijos y veinte esclavos, 11 contestó al rey:
— Tu servidor hará todo lo que el rey le ha mandado.
Mefibóset comía a la mesa del rey, como uno de sus hijos. 12 Tenía un hijo pequeño, llamado Micá. Todos los moradores de la casa de Sibá estaban al servicio de Mefibóset. 13 Pero él vivía en Jerusalén, porque comía siempre a la mesa del rey y, además, estaba cojo de ambos pies.
Parábola de la oveja perdida (Mt 18,12-14)
15 Todos los recaudadores de impuestos y gente de mala reputación solían reunirse para escuchar a Jesús. 2 Al verlo, los fariseos y los maestros de la ley murmuraban:
— Este anda con gente de mala reputación y hasta come con ella.
3 Jesús entonces les contó esta parábola:
4 — ¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una de ellas, no deja en el campo las otras noventa y nueve y va en busca de la que se le había perdido? 5 Cuando la encuentra, se la pone sobre los hombros lleno de alegría 6 y, al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos y les dice: “¡Alégrense conmigo, porque ya encontré la oveja que se me había perdido!”. 7 Pues yo les digo que, igualmente, hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesiten convertirse.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España