Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo de David, cuando estaba en el desierto de Judá.
63 Oh Dios, tú eres mi Dios;
yo te busco intensamente.
Mi alma tiene sed de ti;
todo mi ser te anhela,
cual tierra seca, extenuada y sedienta.
2 Te he visto en el santuario
y he contemplado tu poder y tu gloria.
3 Tu amor es mejor que la vida;
por eso mis labios te alabarán.
4 Te bendeciré mientras viva,
y alzando mis manos te invocaré.
5 Mi alma quedará satisfecha
como de un suculento banquete,
y con labios jubilosos
te alabará mi boca.
6 En mi lecho me acuerdo de ti;
pienso en ti toda la noche.
7 A la sombra de tus alas cantaré,
porque tú eres mi ayuda.
8 Mi alma se aferra a ti;
tu mano derecha me sostiene.
La gloria del Señor
34 En ese instante, la nube cubrió la Tienda de reunión, y la gloria del Señor llenó el santuario. 35 Moisés no podía entrar en la Tienda de reunión porque la nube se había posado en ella y la gloria del Señor llenaba el santuario.
36 Siempre que la nube se levantaba y se apartaba del santuario, los israelitas levantaban campamento y se ponían en marcha. 37 Si la nube no se levantaba, ellos no se ponían en marcha. 38 Durante todas las marchas de los israelitas, la nube del Señor reposaba sobre el santuario durante el día, pero durante la noche había fuego en la nube, a la vista de todo el pueblo de Israel.
La caída de Babilonia
18 Después de esto vi a otro ángel que bajaba del cielo. Tenía mucho poder, y la tierra se iluminó con su resplandor. 2 Gritó a gran voz:
«¡Ha caído! ¡Ha caído la gran Babilonia!
Se ha convertido en morada de demonios
y en guarida de todo espíritu maligno,
en nido de toda ave impura y detestable.
3 Porque todas las naciones han bebido
el excitante vino de su adulterio;
los reyes de la tierra cometieron adulterio con ella,
y los comerciantes de la tierra se enriquecieron
a costa de lo que ella despilfarraba en sus lujos».
4 Luego oí otra voz del cielo que decía:
«Salid de ella, pueblo mío,
para que no seáis cómplices de sus pecados,
ni os alcance ninguna de sus plagas;
5 pues sus pecados se han amontonado hasta el cielo,
y de sus injusticias se ha acordado Dios.
6 Pagadle con la misma moneda;
Dadle el doble de lo que ha cometido,
y en la misma copa en que ella preparó bebida
mezcladle una doble porción.
7 En la medida en que ella se entregó a la vanagloria y al arrogante lujo,
dadle tormento y aflicción;
porque en su corazón se jacta:
“Estoy sentada como reina;
no soy viuda ni sufriré jamás”.
8 Por eso, en un solo día le sobrevendrán sus plagas:
pestilencia, aflicción y hambre.
Será consumida por el fuego,
porque poderoso es el Señor Dios que la juzga».
9 Cuando los reyes de la tierra que cometieron adulterio con ella y compartieron su lujo vean el humo del fuego que la consume, llorarán de dolor por ella. 10 Aterrorizados al ver semejante castigo, se mantendrán a distancia y gritarán:
«¡Ay! ¡Ay de ti, la gran ciudad,
Babilonia, ciudad poderosa,
porque en una sola hora ha llegado tu juicio!»
19 Harán duelo,[a] llorando y lamentándose a gritos:
«¡Ay! ¡Ay de la gran ciudad,
con cuya opulencia se enriquecieron
todos los dueños de flotas navieras!
¡En una sola hora ha quedado destruida!
20 ¡Alégrate, oh cielo, por lo que le ha sucedido!
¡Alegraos también vosotros, santos, apóstoles y profetas!,
porque Dios, al juzgarla,
os ha hecho justicia».
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