Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Protección para el gobernante fiel
Al director, con instrumentos de cuerda. Canción de David.
1 Dios mío, escucha mi grito de auxilio,
presta atención a mi oración.
2 Desde los lejanos rincones de la tierra te llamo,
pues estoy angustiado.
Llévame a la roca que es más alta de lo que puedo alcanzar,
donde quede yo a salvo.
3 Tú eres mi refugio,
la torre fuerte que me protege de mis enemigos.
4 Quiero vivir para siempre en tu casa[a],
refugiado debajo de tus alas. Selah
5 Dios mío, has escuchado mis promesas
y me has dado la herencia de quienes te respetan.
6 Dale larga vida al rey,
haz que viva muchos, pero muchos años.
7 Haz que reine siempre en tu presencia.
Protégelo con tu fiel amor y lealtad.
8 Así yo siempre alabaré tu nombre,
cumpliendo siempre todo lo que te prometí.
Victorias de David
(1 Cr 18:1-13)
8 Después de un tiempo, David atacó y puso a los filisteos bajo su control. Y les quitó Meteg Amá[a] del poder de los filisteos. 2 David también derrotó a los moabitas. Los obligó a tenderse en el suelo y los midió con una cuerda: mató a los que quedaban dentro de cada dos medidas de la cuerda, y a los que quedaban dentro de una medida les perdonó la vida. De esa manera, los moabitas se convirtieron en siervos de David y le pagaban tributo.
3 David fue al área cercana al río Éufrates para levantar ahí un monumento a sus triunfos.[b] Ahí David venció al rey de Sobá, Hadad Ezer hijo de Rejob. 4 David capturó 1000 carros de combate, 7000 jinetes[c] y 20 000 soldados de infantería de Hadad Ezer. También les cortó las patas a los caballos que tiraban de los carros,[d] dejando sanos sólo a 100.
5 Los sirios de Damasco acudieron en auxilio de Hadad Ezer, rey de Sobá, pero David los derrotó matando a 22 000 sirios. 6 Luego David puso tropas en Damasco. Los sirios pasaron a ser siervos de David y le pagaban tributo. El SEÑOR le daba la victoria a David dondequiera que iba.
7 David tomó todos los escudos[e] de oro que llevaban los oficiales de Hadad Ezer y se los llevo para Jerusalén. 8 También tomó muchos objetos de bronce de Tébaj[f] y Berotay, ciudades que habían pertenecido a Hadad Ezer.
9 Cuando Tou, rey de Jamat, se enteró de que David había derrotado a todo el ejército de Hadad Ezer, 10 envió a su hijo Jorán a ver al rey David para saludarlo y felicitarlo por su victoria contra Hadad Ezer, pues Tou también había peleado antes contra Hadad Ezer. Jorán le trajo obsequios de plata, oro y bronce. 11 David los tomó, los consagró al SEÑOR y los puso con los otros objetos que había tomado de las naciones que había derrotado, los cuales también había consagrado. 12 David derrotó a Edom, a Moab, a los amonitas, a los filisteos y a los amalecitas. También derrotó a Hadad Ezer, hijo de Rejob, rey de Sobá. 13 David se hizo aun más famoso cuando regresó a su casa después de derrotar a 18 000 edomitas[g] en el valle de la sal. 14 David instaló tropas por toda la tierra de Edom. Todos los edomitas pasaron a ser siervos de David y el SEÑOR le daba la victoria a dondequiera que iba.
Funcionarios de David
(2 S 20:23-26; 1 Cr 18:14-17)
15 David gobernó sobre todo Israel con justicia y equidad para todo el pueblo. 16 Joab hijo de Sarvia era el comandante del ejército. Josafat hijo de Ajilud era el cronista. 17 Sadoc hijo de Ajitob y Ajimélec hijo de Abiatar eran sacerdotes. Seraías era el secretario. 18 Benaías hijo de Joyadá estaba a cargo de los mercenarios cretenses y filisteos,[h] y los hijos de David eran sacerdotes.
Pablo y los líderes de Mileto
17 Estando en Mileto, Pablo mandó llamar allí a los ancianos líderes de la iglesia de Éfeso. 18 Cuando llegaron, les dijo: «Ustedes saben de mi vida desde el primer día en que vine a Asia y vieron cómo viví todo el tiempo mientras estuve con ustedes. 19 He trabajado para el Señor con humildad y con lágrimas, corriendo el riesgo de caer en los atentados que los judíos han tendido contra mí. 20 Siempre hice lo que era mejor para ustedes y les anuncié el mensaje públicamente y en privado. 21 Les dije a todos, judíos y no judíos,[a] que cambiaran su manera de pensar y de vivir, que se acercaran a Dios y que creyeran en el Señor Jesús.
22 »Pero ahora debo obedecer al Espíritu e ir a Jerusalén. No sé qué me va a pasar allí. 23 Lo único que sé es que el Espíritu Santo me dice en cada ciudad que en Jerusalén me esperan sufrimientos y hasta la cárcel. 24 No me importa mi propia vida. Lo más importante es que yo termine el trabajo que el Señor Jesús me dio: dar testimonio de las buenas noticias acerca del generoso amor de Dios.
25 »Ahora sé que ninguno de ustedes, que estuvieron conmigo mientras les anunciaba el reino de Dios, me volverá a ver. 26 Hoy les puedo decir algo de lo que estoy seguro: Dios no me castigará si algunos de ustedes no se salvan,[b] 27 porque nunca vacilé en decirles lo que Dios quería que ustedes hicieran. 28 Tengan cuidado de ustedes mismos y de toda la gente que Dios les ha dado. El Espíritu Santo les dio el trabajo de cuidar[c] al rebaño de la iglesia de Dios,[d] la cual compró pagando con la sangre de su propio Hijo. 29 Yo sé que después de que me vaya, algunos hombres entrarán en su grupo y como lobos salvajes tratarán de destruir el rebaño. 30 Incluso surgirán algunos de entre ustedes enseñando mentiras y tratando de desviar a los seguidores del Señor para que los sigan. 31 ¡Por eso tengan cuidado! Recuerden que por tres años, día y noche y hasta con lágrimas, nunca dejé de aconsejarles sobre cómo deben vivir.
32 »Ahora los encomiendo a Dios y al mensaje de su generoso amor, el cual puede fortalecerlos y darles la herencia que Dios le da a todos los que él ha hecho formar parte de su pueblo santo. 33 Nunca he querido la plata ni el oro ni la ropa de nadie. 34 Ustedes bien saben que yo mismo trabajé para atender mis necesidades y las de los que estaban conmigo. 35 Siempre les mostré que deben trabajar así y ayudar a los débiles. Les recordé esto que dijo el Señor Jesús: “Uno es más afortunado cuando da que cuando recibe”».
36 Cuando Pablo terminó de hablar, se arrodilló y oró con todos ellos. 37 Lloraban mucho, abrazándolo y besándolo. 38 Estaban muy tristes debido a que Pablo había dicho que no lo volverían a ver. Luego lo acompañaron hasta el barco.
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