Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Confianza en la ayuda de Dios(A)
Al músico principal; sobre No destruyas. Mictam de David, cuando huyó de delante de Saúl a la cueva.(B)
57 ¡Ten misericordia de mí, Dios mío;
ten misericordia de mí!
Yo he puesto en ti mi confianza,
y bajo la sombra de tus alas me refugiaré
hasta que haya pasado el peligro.
2 Clamo a ti, Dios Altísimo, pues tú me favoreces;
3 desde los cielos vendrás en mi ayuda,
enviarás tu misericordia y tu verdad,
y me librarás de mis infames opresores.
4 Me encuentro en medio de gente agresiva;
entre gente semejante a leones feroces.
Sus colmillos parecen lanzas y saetas;
su lengua es una espada aguda.
5 Tú, mi Dios, estás por encima de los cielos;
¡tu gloria domina toda la tierra!
6 Ante mí han tendido una trampa,
y me siento totalmente abatido.
Han cavado una fosa delante de mí,
pero serán ellos los que en ella caigan.
7 Mi corazón está dispuesto, Dios mío;
mi corazón está dispuesto a cantarte salmos.
8 ¡Despierta, alma mía!
¡Despierten, salterio y arpa,
que voy a despertar al nuevo día!
9 Yo, Señor, te alabaré entre los pueblos;
te cantaré salmos entre las naciones,
10 pues tu bondad es grande como los cielos;
¡hasta las nubes llega tu verdad!
11 Tú, mi Dios, estás por encima de los cielos;
¡tu gloria domina toda la tierra!
David vuelve a Jerusalén
19 Joab se enteró de que el rey lloraba la muerte de Absalón y le guardaba luto, 2 y de que la victoria de ese día se había convertido en día de luto para el pueblo, pues todos sabían que el rey sufría mucho por la muerte de su hijo. 3 También se enteró de que el ejército que regresaba entró a la ciudad en completo silencio y a escondidas, como los que avergonzados huyen de la batalla, 4 mientras el rey se cubría el rostro y clamaba: «¡Hijo mío Absalón! ¡Hijo mío, hijo mío!»
5 Entonces Joab se dirigió al palacio, y le dijo al rey:
«Hoy has cubierto de vergüenza a todos tus siervos, los cuales han luchado por salvarte la vida, y la vida de tus hijos y de tus hijas, y la de tus mujeres y concubinas. 6 Con tus lamentos nos demuestras que amas a los que te aborrecen, y aborreces a los que te aman. Con tus lamentos nos das a entender que ninguno de nosotros te importa nada, y que si Absalón estuviera vivo y nosotros muertos, tú estarías feliz. 7 Levántate ahora mismo y ve a hablar con los hombres que te han sido fieles. Agradéceles su esfuerzo. Te juro que, si no lo haces, esta misma noche no quedará un solo hombre que te apoye. ¡Y eso será peor que todos los males que te hayan ocurrido desde tu juventud hasta la fecha.»
8 El rey se levantó y fue hasta la puerta. Y cuando su ejército supo que el rey estaba sentado a las puertas de la ciudad, todos fueron a ponerse a sus órdenes. Mientras tanto, los israelitas habían huido, cada uno a su casa.
9 Entre las tribus de Israel se suscitó una gran disputa, pues decían:
«El rey que luchó contra nuestros enemigos, y que nos libró de los filisteos, ahora ha huido del país por miedo a Absalón. 10 Y Absalón, a quien habíamos consagrado como rey, ha muerto en la batalla. ¿Por qué no se pronuncian en favor de que el rey David regrese?»
11 El rey David, por su parte, mandó a los sacerdotes Sadoc y Abiatar a que preguntaran a los ancianos de Judá:
«Todo Israel está pidiendo que el rey David vuelva. ¿Qué esperan ustedes para hacerlo volver? ¿Por qué tienen que ser los últimos? 12 Ustedes son sus hermanos. ¡Por sus venas corre la misma sangre! ¿Por qué retrasan su decisión para hacer que el rey vuelva?»
13 También les ordenó que le dijeran a Amasa:
«Tú y yo somos de la misma sangre. Que el Señor me castigue, y más todavía, si a partir de este momento no te nombro general de mi ejército en lugar de Joab.»
14 Con esto, David se ganó la voluntad de todos los hombres de Judá, y como un solo hombre le mandaron un mensaje invitándolo a volver, junto con todos sus seguidores. 15 Así el rey regresó, y llegó hasta el Jordán. Entonces los de Judá fueron a Gilgal para recibirlo y ayudarlo a cruzar el río. 16 Con ellos fue Simey(A) hijo de Gera, de la familia de Benjamín que vivía en Bajurín, el cual se dio prisa para alcanzar a los hombres de Judá que iban a recibir al rey David. 17 Simey iba acompañado de mil benjaminitas, y también lo acompañaba Sibá, que con sus quince hijos y sus veinte sirvientes había estado al servicio de Saúl. Todos ellos precedieron al rey para cruzar el Jordán. 18 Ayudaron a la familia del rey a cruzar el vado, y se pusieron a su disposición. Una vez que el rey cruzó el Jordán, Simey fue y se arrodilló delante de él
35 Jesús les dijo: «Yo soy el pan de vida. El que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. 36 Pero yo les he dicho que, aunque me han visto, no creen. 37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no lo echo fuera. 38 Porque no he descendido del cielo para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39 Y ésta es la voluntad del que me envió: Que de todo lo que él me dio, yo no pierda nada, sino que lo resucite en el día final. 40 Y ésta es la voluntad de mi Padre: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo lo resucitaré en el día final.»
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