Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo 133 (132)
Que los hermanos vivan juntos
133 Cántico de peregrinación. De David.
¡Qué bueno, qué agradable es
que los hermanos vivan juntos!
2 Es como aceite que perfuma la cabeza,
que desciende por la barba,
por la barba de Aarón
hasta la orla de su vestido;
3 es como rocío del Hermón
que baja por los montes de Sión.
Allí derrama el Señor su bendición,
la vida para siempre.
I.— LIBRO DE LA HISTORIA DE DANIEL (1—6)
Marco histórico
1 El año tercero del reinado de Joaquín, rey de Judá, Nabucodonosor, rey de Babilonia, se dirigió a Jerusalén y la sitió. 2 El Señor puso en sus manos a Joaquín, rey de Judá, junto con parte de los objetos del Templo de Dios. Se llevó estos objetos al país de Senar y los depositó en el tesoro del templo de su dios.
Daniel y sus compañeros en la corte de Nabucodonosor
3 El rey ordenó a Aspenaz, jefe del personal de la corte, que eligiera entre los israelitas de estirpe real o de familias nobles 4 algunos jóvenes sin defectos físicos y de buena presencia, que estuvieran instruidos en todas las ramas del saber y que fueran inteligentes y perspicaces, capaces de estar al servicio de la corona y de aprender la literatura y la lengua de los caldeos. 5 El rey ordenó que se les diera una ración diaria de la comida y del vino que se servían en la mesa real. Mandó también que fueran educados durante tres años antes de ponerlos al servicio del rey. 6 Entre aquellos jóvenes había unos que procedían de Judá, y se llamaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías. 7 El jefe del personal de la corte les puso otros nombres: a Daniel lo llamó Baltasar; a Ananías le puso Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abednegó.
8 Daniel decidió no contaminarse con la comida y el vino de la mesa real, y pidió al jefe del personal que le permitiera no contaminarse. 9 Dios hizo que Daniel se ganara la benevolencia y el favor del jefe del personal 10 que dijo a Daniel:
— Tengo miedo del rey, mi señor, pues les ha asignado lo que tienen que comer y beber. Si los encuentra más demacrados que el resto de los jóvenes que tienen la misma edad que ustedes, harán que me juegue la cabeza ante el rey.
11 Entonces Daniel dijo al responsable a quien el jefe del personal había confiado a Daniel, Ananías, Misael y Azarías:
12 — Mira, vas a poner a prueba a estos siervos tuyos durante diez días. Que nos den legumbres para comer y agua para beber. 13 Después compara personalmente nuestro aspecto con el de los jóvenes que comen a la mesa del rey; una vez comprobados los resultados, toma con nosotros la decisión que debas tomar.
14 Él aceptó su propuesta y los puso a prueba durante diez días. 15 Cuando pasaron los diez días, comprobó que su aspecto era mejor que el de los demás jóvenes que comían a la mesa del rey; incluso se los veía más fuertes. 16 A partir de entonces, el responsable les retiraba las raciones de comida y el vino, y les daba legumbres.
17 Dios concedió a aquellos cuatro jóvenes sabiduría y conocimientos en toda clase de literatura y de actividades sapienciales. Daniel, en particular, entendía de visiones y de sueños. 18 Cuando pasó el tiempo que el rey había dispuesto para que le fueran presentados los jóvenes, el jefe del personal los llevó ante Nabucodonosor. 19 El rey habló con ellos, pero entre todos no encontró a ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías, por lo que pasaron al servicio del rey. 20 En todas las materias que el rey les preguntaba, materias que requerían sabiduría e inteligencia, los encontró diez veces superiores a todos los magos y adivinos de su reino. 21 Daniel permaneció allí hasta el año primero del reinado de Ciro.
Vida de la primera comunidad cristiana
42 Todos se mantenían constantes a la hora de escuchar la enseñanza de los apóstoles, de compartir lo que tenían, de partir el pan* y de participar en la oración. 43 Todo el mundo estaba impresionado a la vista de los numerosos prodigios y señales realizados por los apóstoles. 44 En cuanto a los creyentes, vivían todos de mutuo acuerdo y todo lo compartían. 45 Hasta vendían las propiedades y bienes, y repartían el dinero entre todos según la necesidad de cada cual. 46 A diario acudían al Templo con constancia y en íntima armonía, en familia partían el pan y compartían juntos el alimento con sencillez y alegría sinceras. 47 Alababan a Dios, y toda la gente los miraba con simpatía. Por su parte, el Señor aumentaba cada día el grupo de los que estaban en camino de salvación.
La Palabra, (versión hispanoamericana) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España