Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
9 Te cantaré un canto nuevo, Dios; te cantaré alabanzas con el arpa de diez cuerdas. 10 Porque tú das la victoria a los reyes. Tú eres el que rescatará a tu siervo David. 11 Sálvame de la espada fatal. Rescátame del poder de mis enemigos. Sus bocas están llenas de mentiras; juran decir la verdad, pero mienten.
12 Que nuestros hijos crezcan en su juventud, como plantas frondosas;
que sean nuestras hijas como columnas labradas para adornar un palacio.
13 Que nuestros graneros se llenen con toda clase de cosechas.
Que en nuestros campos los rebaños aumenten por millares, por decenas de millares.
14 Que nuestros bueyes lleven cargas pesadas;
Que no haya grietas en los muros, ni tengamos que huir,
Que no haya gritos de angustia en nuestras calles.
15 ¡Dichosos aquellos que tienen todo esto!
¡Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor!
Cuarto canto
La amada
2 Cierta noche, mientras dormía, se me despertó en sueños el corazón. Oí la voz de mi amado; ¡llamaba a la puerta de mi recámara! «Ábreme, amada mía; amor mío, mi linda paloma», decía, «pues mi cabeza está empapada de rocío; la humedad de la noche corre por mi cabello».
3 Pero yo le dije: «Ya me desvestí. ¿Me visto otra vez? Ya me lavé los pies; ¿me los vuelvo a ensuciar?».
4 Mi amado trataba de abrir el cerrojo de la puerta, y mi corazón se estremeció. 5 Salté para abrirle; mis manos destilaban perfume y mis dedos preciosa mirra cuando empujé el cerrojo. 6 Le abrí a mi amado, pero ya no estaba. El corazón se me detuvo. Lo busqué y no pude hallarlo en ninguna parte. Lo llamé, pero no hubo respuesta. 7 Los centinelas me encontraron mientras rondaban la ciudad, me golpearon y me hirieron. Los vigilantes de la torre me arrancaron el velo. 8 Les ruego, mujeres de Jerusalén, que si encuentran a mi amado, le digan que me muero de amor.
El coro
9 Dinos, bella entre las mujeres, ¿en qué aventaja tu amado a otros hombres, para que así nos ruegues?
La amada
10 Mi amado es bronceado y hermoso, el mejor entre diez mil. 11 Su cabeza es oro finísimo, y tiene el cabello negro y ondulado. 12 Sus ojos son perfectos; parecen palomas que se bañan en un estanque de leche. 13 Sus mejillas son como lecho de dulce bálsamo, como cultivos de aromáticas hierbas. Perfumados lirios son sus labios, como mirra es su aliento. 14 Barras de oro incrustadas de topacio son sus brazos; su cuerpo es marfil reluciente incrustado de zafiro. 15 Sus piernas, como columnas de mármol asentadas en bases de oro finísimo, fuerte como cedro del Líbano; él es sin par. 16 Su boca es dulcísima, él es todo un amor. Así, oh mujeres de Jerusalén, es mi amado, ¡así es mi amor!
El coro
6 Bella entre las bellas, ¡¿dónde habrá ido tu amado?! Te ayudaremos a buscarlo.
La amada
2 Mi amado ha bajado a su huerto, a sus lechos de especias, a apacentar su rebaño y a recoger lirios. 3 Yo soy de mi amado y mi amado es mío. Él apacienta su rebaño entre los lirios.
19 pues es digno de elogio que alguien, por ser responsable ante Dios, soporte penas y sufrimientos injustamente. 20 Pero ustedes no tendrán ningún mérito si los maltratan por hacer lo malo. En cambio, si sufren por hacer lo bueno, eso es algo que a Dios le agrada. 21 Para esto los llamó, para que así como Cristo sufrió por ustedes y les dio el ejemplo, ustedes sigan sus pasos.
22 «Cristo no cometió ningún pecado ni engañó jamás a nadie».
23 Cuando lo insultaban, él no respondía con insultos. Cuando lo hacían sufrir, no los amenazaba, sino que se entregaba a Dios y dejaba que él juzgara con justicia. 24 Cristo mismo llevó en su cuerpo nuestros pecados a la cruz, para que muramos al pecado y llevemos una vida justa. Cristo fue herido para que ustedes fueran sanados. 25 Antes ustedes eran como ovejas descarriadas, pero ahora han regresado al Pastor que cuida de sus vidas.
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