Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo 118 (117)
El amor del Señor es eterno
118 Dad gracias al Señor por su bondad,
porque es eterno su amor.
2 Que lo diga Israel:
es eterno su amor.
14 Dios es mi fuerza y mi potencia,
él fue para mí la salvación.
15 Gritos de gozo y victoria
hay en las tiendas de los justos:
“La diestra del Señor realiza hazañas,
16 la diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor realiza hazañas”.
17 No he de morir, viviré
para contar las proezas del Señor.
18 Dios me ha castigado con dureza,
pero no me ha entregado a la muerte.
19 ¡Abridme las puertas de la justicia!
Entraré por ellas dando gracias a Dios.
20 Esta es la puerta del Señor,
por ella entrarán los justos.
21 Te doy gracias pues me has escuchado,
tu fuiste para mí la salvación.
22 La piedra que desecharon los constructores,
es ahora la piedra angular.
23 Del Señor viene todo esto
y nos parece admirable.
24 Este es el día en que actuó el Señor,
alegrémonos, gocémonos en él.
El paso del Jordán. Preparativos
3 Josué se levantó de madrugada y, junto con todos los israelitas, partió de Sitín llegando hasta el Jordán. Allí pernoctaron antes de cruzarlo. 2 Al cabo de tres días, los responsables recorrieron el campamento 3 y dieron esta orden al pueblo:
— Cuando veáis que los sacerdotes levitas se disponen a transportar el Arca de la alianza del Señor vuestro Dios, poneos también vosotros en marcha e id tras ella. 4 Así sabréis el camino que habéis de seguir, pues nunca hasta ahora habéis pasado por él. Pero que haya entre vosotros y el Arca una distancia de unos mil metros; no os acerquéis, pues, a ella.
5 Josué dijo al pueblo:
— Purificaos, porque mañana el Señor hará maravillas en medio de vosotros.
6 Y a los sacerdotes les dijo:
— Tomad el Arca de la alianza y cruzad el río al frente del pueblo.
Ellos tomaron el Arca de la alianza y se pusieron en marcha al frente del pueblo. 7 El Señor dijo a Josué:
— Hoy mismo voy a empezar a engrandecerte ante todo Israel, para que sepan que estoy contigo, lo mismo que estuve con Moisés. 8 Tú da esta orden a los sacerdotes encargados de transportar el Arca de la alianza: “En cuanto lleguéis a tocar el agua de la orilla del Jordán, deteneos allí”.
9 Josué dijo a los israelitas:
— Acercaos y escuchad las palabras del Señor, vuestro Dios.
10 Y añadió:
— Esta será la señal de que el Dios vivo está en medio de vosotros y de que, al llegar vosotros, va a expulsar al cananeo, al hitita, al jeveo, al fereceo, al guirgaseo, al amorreo y al jebuseo. 11 El Arca del Señor, dueño de toda la tierra, va a cruzar el Jordán delante de vosotros. 12 Escoged, pues, doce hombres de las tribus de Israel, un hombre por cada tribu. 13 En cuanto toquen las aguas del Jordán las plantas de los pies de los sacerdotes encargados de transportar el Arca del Señor, dueño de toda la tierra, las aguas del Jordán que vienen de arriba quedarán cortadas y se detendrán formando como un dique.
El paso milagroso del Jordán
14 Cuando el pueblo levantó el campamento dispuesto a cruzar el Jordán, los sacerdotes marchaban al frente del pueblo llevando el Arca de la alianza. 15 Pues bien, en cuanto los sacerdotes que llevaban el Arca llegaron al Jordán y sus pies tocaron el agua de la orilla (el Jordán baja crecido hasta los bordes todo el tiempo de la siega), 16 el agua que bajaba de arriba se detuvo y formó como un embalse hasta muy lejos, hasta Adam, ciudad que está cerca de Sartán, mientras que las que bajaban hacia el mar de la Arabá, o mar de la Sal, quedaron completamente cortadas de manera que el pueblo pudo cruzar el río frente a Jericó. 17 Los sacerdotes que transportaban el Arca de la alianza del Señor se mantuvieron a pie firme, en medio del cauce seco del Jordán, mientras todo Israel iba atravesando el río por el cauce seco, hasta que todo el pueblo acabó de cruzarlo.
Resurrección de Jesús (Mc 16,1-8; Lc 24,1-12; Jn 20.1-10)
28 Pasado el sábado, cuando ya apuntaba el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. 2 De pronto se produjo un fuerte terremoto, pues un ángel del Señor, que había bajado del cielo, se acercó al sepulcro, removió la piedra que cerraba la entrada y se sentó sobre ella. 3 Resplandecía como un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. 4 Los soldados que guardaban el sepulcro se echaron a temblar de miedo y se quedaron como muertos. 5 Entonces el ángel dijo a las mujeres:
— No temáis. Ya sé que estáis buscando a Jesús, el que fue crucificado. 6 No está aquí, pues ha resucitado, tal como anunció. Venid y ved el lugar donde lo habían puesto. 7 Ahora marchaos aprisa y anunciad a sus discípulos que Jesús ha resucitado de entre los muertos y que va delante de ellos a Galilea. Allí lo veréis. Esto es lo que yo tenía que deciros.
8 Las mujeres se alejaron rápidamente del sepulcro y, asustadas pero al mismo tiempo llenas de alegría, corrieron a llevar la noticia a los discípulos.
9 En esto, Jesús les salió al encuentro y las saludó; ellas abrazaron sus pies y lo adoraron. 10 Jesús entonces les dijo:
— No tengáis miedo. Id a llevar la noticia a mis hermanos. Decidles que se dirijan a Galilea; allí podrán verme.
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España