Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Tú eres mi refugio
SALMO 71 (70)
71 Dios mío,
en ti he puesto mi confianza;
no me pongas jamás en vergüenza.
2 Tú eres un Dios justo;
¡rescátame y ponme a salvo!
¡Préstame atención y ayúdame!
3 ¡Protégeme como una roca
donde siempre pueda refugiarme!
Da la orden, y quedaré a salvo,
pues tú eres esa roca;
¡tú eres mi fortaleza!
4-5 Dios mío,
tú eres mi esperanza;
no permitas que yo caiga
en poder de gente malvada y violenta.
Desde que era joven
puse mi confianza en ti;
6 desde antes de nacer
ya dependía de ti.
¡Fuiste tú quien me hizo nacer!
¡Por eso te alabaré siempre!
Introducción
1 1-3 Yo soy el profeta Jeremías hijo de Hilcías. Soy del pueblo de Anatot, y vengo de una familia de sacerdotes. Anatot está en el territorio de la tribu de Benjamín. Dios me dio el siguiente mensaje, cuando Josías hijo de Amón llevaba trece años como rey de Judá. También me dio otros mensajes durante los reinados de Joacín y de Sedequías, hijos del rey Josías. Sedequías reinó durante once años y cinco meses, pero dejó de ser rey cuando los babilonios lo derrotaron y se llevaron prisioneros a los que vivían en Jerusalén.
11-13 Luego Dios me hizo dos preguntas:
—Jeremías, dime, ¿qué ves?
Yo le respondí:
—Veo la rama de un almendro. Sus frutos son los primeros en madurar.
Entonces me dijo:
—Tienes razón. Yo soy el primero en hacer cumplir mis palabras. Pero, ¿qué más ves?
Le respondí:
—Veo en el norte una olla hirviendo, que está por volcarse hacia el sur.
14 Entonces Dios me explicó:
«Desde el norte voy a enviar un terrible castigo sobre todos los que viven en este país. 15 Ya lo he decidido. Estoy reuniendo a todos los reinos del norte, y vendrán y pondrán sus tronos a la entrada misma de Jerusalén. Atacarán a sus habitantes y a todos los que viven en Judá, y se los llevarán presos. 16 Voy a castigar a mi pueblo, porque todos ellos han sido muy malos. Adoraron ídolos que ellos mismos hicieron, y les ofrecieron incienso, pero a mí me abandonaron.
17 »Así que, ¡prepárate! Ve y diles todo lo que yo te mando. No les tengas miedo, pues de lo contrario te haré temblar de miedo cuando te enfrentes a ellos. 18 Yo te haré tan fuerte como un poste de hierro, como un portón de bronce, como una ciudad amurallada. Vas a enfrentarte a todas las autoridades de Judá. 19 Esa gente peleará contra ti, pero te aseguro que no te podrán vencer, porque yo estaré a tu lado para cuidarte».
Los discípulos arrancan espigas de trigo
6 Un sábado, Jesús y sus discípulos caminaban por un campo sembrado de trigo. Los discípulos comenzaron a arrancar espigas y a frotarlas entre las manos, para sacar el trigo y comérselo.[a]
2 Los fariseos vieron a los discípulos hacer esto, y dijeron:
—¿Por qué desobedecen la ley? ¡Está prohibido hacer eso en el día de descanso!
3 Jesús les respondió:
—¿No han leído ustedes en la Biblia lo que hizo el rey David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre? 4 David entró en la casa de Dios, tomó el pan sagrado, que sólo los sacerdotes tenían permiso de comer, y se lo comieron él y sus compañeros. 5 Yo, el Hijo del hombre, soy quien decide lo que puede hacerse, y lo que no puede hacerse, en el día de descanso.
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