Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Salmo 71 (70)
No me rechaces en mi vejez
71 Señor, en ti confío,
que no quede jamás defraudado.
2 Por tu fuerza salvadora líbrame, libérame;
acerca hacia mí tu oído y ponme a salvo.
3 Sé para mí fortaleza protectora
donde siempre pueda entrar;
tú has decidido salvarme,
mi baluarte y mi bastión eres tú.
4 Dios mío, líbrame de la mano del malvado,
de la garra del criminal y el opresor.
5 Porque tú, Señor, eres mi esperanza,
mi refugio, Señor, desde mi juventud.
6 Desde el vientre materno en ti me apoyaba,
del seno de mi madre me hiciste salir;
tuya ha sido siempre mi alabanza.
Aviso de guerra santa contra Sión
6 Buscad refugio, benjaminitas,
buscadlo fuera de Jerusalén;
tocad la trompeta en Tecoa,
alzad una enseña en Bet Queren,
pues acecha por el norte una desgracia,
se cierne un desastre imponente.
2 A un pastizal delicioso
puede compararse Sión;
3 en ella entran los pastores
al frente de sus rebaños,
plantan en torno sus tiendas
y apacienta cada cual en su sección.
4 ¡Convocad contra Sión la guerra santa;
adelante, la atacaremos a mediodía!
¡Ay de nosotros, que declina el día
y se extienden las sombras de la tarde!
5 ¡Adelante, ataquemos de noche,
dejemos en ruinas sus palacios!
6 Pues así dice el Señor del universo:
Talad árboles, preparad contra Jerusalén
un terraplén para asaltarla:
es una ciudad condenada,
toda repleta de opresión.
7 Como el agua fresca de un pozo,
así mantiene fresca su maldad:
se oye en ella violencia y destrucción,
soy testigo de desgracias y de heridas.
8 Aprende la lección, Jerusalén,
no sea que me hastíe de ti,
no sea que te deje desolada,
como una región deshabitada.
El juicio será generalizado
9 Así dice el Señor del universo:
Rebusca en el resto de Israel
igual que se rebusca en una viña;
pasa tu mano como el vendimiador
examinando los pámpanos.
10 ¿A quién me voy a dirigir,
a quién conjuraré para que me escuchen?
¡Si tienen un oído incircunciso,
incapaz de prestar atención!
¡Si consideran la palabra del Señor
vergüenza, porque no les agrada!
11 Pues yo estoy repleto de la ira del Señor,
y me siento incapaz de contenerla.
Derrámala sobre los niños, en la calle;
también sobre los grupos de jóvenes.
Caerán a la vez marido y mujer,
adultos junto con ancianos.
12 Sus casas pasarán a otros,
también sus campos y mujeres,
pues voy a extender mi mano
sobre los habitantes del país
—oráculo del Señor—.
13 Es que del pequeño al grande
todos piensan en medrar;
del profeta al sacerdote
todos andan entre fraudes.
14 Han curado la herida de mi pueblo,
pero sólo por encima, diciendo:
“Paz, paz”, pero no hay paz.
15 Deberían sentirse avergonzados
por haber cometido abominaciones;
pero no se van a avergonzar,
ni siquiera conocen el pudor.
Por eso caerán entre otros caídos,
se hundirán cuando venga a castigarlos
—dice el Señor—.
Rechazo de las advertencias, y juicio
16 Esto es lo que ha dicho el Señor:
Paraos en los caminos y observad,
preguntad por las sendas de antaño,
por el buen camino: andad por él
y así encontraréis reposo.
Pero dijeron: “No iremos”.
17 Os di también centinelas:
“Atención al toque de trompeta”.
Pero dijeron: “Ni caso”.
18 Por tanto, escuchad, naciones,
sabed lo que he decidido;
19 escucha también tú, tierra,
lo que voy a hacer con ellos:
Traeré sobre este pueblo un desastre,
como fruto de sus maquinaciones,
pues no escucharon mis palabras,
despreciaron lo que yo les ordenaba.
3 Tened, por tanto, en cuenta a quien soportó una oposición tan fuerte de parte de los pecadores. Si lo hacéis así, el desaliento no se apoderará de vosotros.
Pedagogía paternal de Dios
4 En realidad, aún no habéis llegado a derramar sangre en vuestra lucha contra el pecado, 5 pero sí habéis olvidado la exhortación paternal que os dirige la Escritura: Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor ni pierdas el ánimo cuando él te reprenda, 6 pues el Señor corrige a quien ama y castiga a quien reconoce como hijo. 7 Aceptad vosotros la corrección, que es señal de que Dios os trata como a hijos. ¿Hay, en efecto, algún padre que no corrija a su hijo? 8 Pero si quedáis privados de la corrección que todos reciben, es que sois bastardos y no hijos legítimos.
9 Además, si en la tierra hemos tenido unos padres que nos han corregido y, sin embargo, los hemos respetado, ¿no deberemos, con mucha más razón, someternos al Padre sobrenatural si queremos tener vida? 10 Aquellos, en efecto, nos educaban según sus criterios para una vida corta; este, en cambio, nos educa para algo provechoso, a saber, para que participemos de su propia santidad. 11 Ninguna corrección resulta un plato de gusto cuando se recibe; al contrario, es desagradable. Mas a la postre, a quienes se sirven de ella para ejercitarse, les reporta frutos de paz y rectitud. 12 Así pues, armaos de valor y no os dejéis vencer por el cansancio, 13 y encaminad vuestros pasos por senderos llanos para que el pie cojo no sufra una nueva torcedura, sino que pueda, más bien, sanar.
V.— JESUCRISTO, FUENTE Y MODELO DE VIDA CRISTIANA (12,14—13,19)
Fidelidad a la vocación cristiana
14 Procurad estar en paz con todos y llevar una vida de consagrados; sin ello nadie verá al Señor. 15 Manteneos vigilantes para que nadie quede privado de la gracia de Dios; para que ninguna planta dañina, capaz de perturbar y emponzoñar a toda una multitud, crezca entre vosotros; 16 para que nadie viva entregado a la lujuria o a una conducta irreligiosa como Esaú que, por un solo plato de comida, cedió sus derechos de primogénito. 17 Más tarde, como sabéis, quiso recibir en herencia la bendición, pero en vano; aunque lo suplicó entre lágrimas, ya no pudo cambiar lo que había hecho.
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España