Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Cántico de los peregrinos.
121 A las montañas levanto mis ojos;
¿de dónde ha de venir mi ayuda?
2 Mi ayuda proviene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
3 No permitirá que tu pie resbale;
jamás duerme el que te cuida.
4 Jamás duerme ni se adormece
el que cuida de Israel.
5 El Señor es quien te cuida;
el Señor es tu sombra a tu mano derecha.
6 De día el sol no te hará daño
ni la luna de noche.
7 El Señor te cuidará;
de todo mal guardará tu vida.
8 El Señor cuidará tu salida y tu entrada,
desde ahora y para siempre.
1 En el día quinto del mes cuarto del año treinta, mientras me encontraba entre los deportados a orillas del río Quebar, los cielos se abrieron y recibí visiones de Dios.
2 Habían transcurrido cinco años y cinco meses desde que el rey Joaquín fue deportado. 3 En este tiempo, mientras el sacerdote Ezequiel, hijo de Buzí, estaba a orillas del río Quebar, en la tierra de los babilonios,[a] el Señor le dirigió la palabra y su mano estaba sobre él.
4 De pronto me fijé y vi que del norte venía un viento huracanado con una nube inmensa rodeada de un fuego fulgurante y gran resplandor. En medio del fuego se veía algo semejante a un metal refulgente. 5 También en medio del fuego vi algo parecido a cuatro seres vivientes que tenían forma humana. 6 Cada uno de ellos tenía cuatro caras y cuatro alas. 7 Sus piernas eran rectas; y sus pies parecían pezuñas de becerro y brillaban como el bronce bruñido. 8 En sus cuatro costados, debajo de las alas, tenían manos humanas. Los cuatro seres tenían alas y caras, 9 y las alas se tocaban entre sí. Cuando avanzaban no se volvían, sino que cada uno caminaba de frente.
10 Sus rostros tenían el siguiente aspecto: de frente, los cuatro tenían rostro humano; a la derecha tenían cara de león; a la izquierda, de toro; y por detrás, de águila. 11 Así eran sus caras. Sus alas se desplegaban hacia arriba. Con dos alas se tocaban entre sí, mientras que con las otras dos se cubrían el cuerpo. 12 Los cuatro seres avanzaban de frente, iban adonde el espíritu los impulsaba y no se volvían al andar. 13 Estos seres vivientes parecían carbones encendidos o antorchas que se movían de un lado a otro. El fuego resplandecía y de él se desprendían relámpagos. 14 Los seres vivientes se desplazaban de un lado a otro con la rapidez de un rayo.
15 Miré a los seres vivientes de cuatro caras; entonces vi que en el suelo, junto a cada uno de ellos, había una rueda. 16 Las cuatro ruedas tenían el mismo aspecto, es decir, brillaban como el topacio y tenían la misma forma. Su estructura era tal que cada rueda parecía estar encajada dentro de la otra. 17 Las ruedas podían avanzar en las cuatro direcciones sin tener que volverse. 18 Las cuatro ruedas tenían aros altos e impresionantes, y estaban llenas de ojos por todas partes.
19 Cuando los seres vivientes avanzaban, las ruedas se movían con ellos y, cuando se levantaban del suelo, también se levantaban las ruedas. 20 Los seres iban adonde el espíritu los impulsaba, y las ruedas se elevaban juntamente con ellos, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas. 21 Cuando los seres se movían, las ruedas también se movían; cuando se detenían, las ruedas también se detenían; cuando se elevaban del suelo, las ruedas también se elevaban. Las ruedas hacían lo mismo que ellos, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.
22 Sobre las cabezas de los seres vivientes había una gran expansión, muy hermosa y reluciente como el cristal. 23 Debajo de esa expansión, las alas de estos seres se extendían y se tocaban entre sí. Además, cada uno de ellos tenía otras dos alas con las que se cubría el cuerpo. 24 Cuando los seres avanzaban, yo podía oír el ruido de sus alas: era como el estruendo de muchas aguas, como la voz del Todopoderoso, como el tumultuoso ruido de un ejército. Cuando se detenían, replegaban sus alas.
25 Luego, mientras estaban parados con sus alas replegadas, se produjo un estruendo por encima de la expansión que estaba sobre sus cabezas.
19 Luego comió y recobró las fuerzas.
Saulo en Damasco y en Jerusalén
Saulo pasó varios días con los discípulos que estaban en Damasco 20 y enseguida se dedicó a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús es el Hijo de Dios. 21 Todos los que le oían quedaban asombrados y preguntaban: «¿No es este el que en Jerusalén perseguía a muerte a los que invocan ese nombre? ¿Y no ha venido aquí para llevárselos presos y entregarlos a los jefes de los sacerdotes?». 22 Pero Saulo cobraba cada vez más fuerza y confundía a los judíos que vivían en Damasco, demostrándoles que Jesús es el Cristo.
23 Después de muchos días, los judíos se pusieron de acuerdo para matarlo, 24 pero Saulo se enteró de sus maquinaciones. Día y noche vigilaban de cerca las puertas de la ciudad con el fin de eliminarlo. 25 Pero sus discípulos se lo llevaron de noche y lo bajaron en un canasto por una abertura en la muralla.
26 Cuando llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos tenían miedo de él, porque no creían que de veras fuera discípulo. 27 Entonces Bernabé lo tomó a su cargo y lo llevó a los apóstoles. Bernabé describió en detalle cómo en el camino Saulo había visto al Señor, el cual le había hablado. Y contó que en Damasco Saulo había predicado con libertad en el nombre de Jesús. 28 Así que se quedó con ellos y andaba por todas partes en Jerusalén, hablando abiertamente en el nombre del Señor. 29 Conversaba y discutía con los judíos de habla griega,[a] pero ellos se proponían eliminarlo. 30 Cuando se enteraron de ello los hermanos, se lo llevaron a Cesarea y de allí lo mandaron a Tarso.
31 Mientras tanto, la iglesia disfrutaba de paz a la vez que se consolidaba en toda Judea, Galilea y Samaria, pues vivía en el temor del Señor e iba creciendo en número, fortalecida por el Espíritu Santo.
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