Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Cántico de los peregrinos.
125 Los que confían en el Señor
son como el monte Sión,
que jamás será conmovido,
que permanecerá para siempre.
2 Como rodean las colinas a Jerusalén,
así rodea el Señor a su pueblo,
desde ahora y para siempre.
3 No prevalecerá el cetro de los impíos
sobre la heredad asignada a los justos,
para que nunca los justos extiendan
sus manos hacia la maldad.
4 Haz bien, Señor, a los que son buenos,
a los de recto corazón.
5 Pero a los que van por caminos torcidos
deséchalos, Señor, junto con los malhechores.
¡Que haya paz en Israel!
10 Escucha, hijo mío, acoge mis palabras,
y los años de tu vida aumentarán.
11 Yo te guío por el camino de la sabiduría,
te dirijo por sendas de rectitud.
12 Cuando camines, no encontrarás obstáculos;
cuando corras, no tropezarás.
13 Aférrate a la instrucción, no la dejes escapar;
cuídala bien, porque ella es tu vida.
14 No sigas la senda de los perversos
ni vayas por el camino de los malvados.
15 ¡Evita ese camino! ¡No pases por él!
¡Aléjate de allí, y sigue adelante!
16 Los malvados no duermen si no hacen lo malo;
pierden el sueño si no hacen que alguien caiga.
17 Su pan es la maldad;
su vino, la violencia.
18 La senda de los justos se asemeja
a los primeros albores de la aurora:
su esplendor va en aumento
hasta que el día alcanza su plenitud.
19 Pero el camino de los malvados
es como la más densa oscuridad;
¡ni siquiera saben con qué tropiezan!
20 Hijo mío, atiende a mis consejos;
escucha atentamente lo que digo.
21 No pierdas de vista mis palabras;
guárdalas muy dentro de tu corazón.
22 Ellas dan vida a quienes las hallan;
son la salud del cuerpo.
23 Por encima de todas las cosas cuida tu corazón,
porque de él mana la vida.
24 Aleja de tu boca la perversidad;
aparta de tus labios las palabras corruptas.
25 Pon la mirada en lo que tienes delante;
fija la vista en lo que está frente a ti.
26 Endereza las sendas por donde andas;
allana todos tus caminos.
27 No te desvíes ni a diestra ni a siniestra;
apártate de la maldad.
12 Todos los que han pecado sin conocer la ley también perecerán sin la ley; y todos los que han pecado conociendo la ley por la ley serán juzgados. 13 Porque Dios no considera justos a los que oyen la ley, sino a los que la cumplen. 14 De hecho, cuando los gentiles, que no tienen la ley, cumplen por naturaleza lo que la ley exige,[a] ellos son ley para sí mismos, aunque no tengan la ley. 15 Estos muestran que llevan escrito en el corazón lo que la ley exige, como lo atestigua su conciencia, pues sus propios pensamientos algunas veces los acusan y otras veces los excusan. 16 Así sucederá el día en que, por medio de Jesucristo, Dios juzgará los secretos de toda persona, como lo declara mi evangelio.
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