Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
8 ¡Ya escucho la voz de mi amado!
¡Viene saltando sobre los montes,
¡viene brincando sobre las lomas!
9 Mi amado es comparable al corzo,
semejante a un cervatillo.
¡Ya está aquí, tras la pared!
Se asoma por las ventanas,
¡espía por las celosías!
10 Mi amado me habló, y me dijo:
«¡Levántate, amiga mía!
¡Ven conmigo, bella mujer!
11 Ya el invierno ha terminado,
y con él terminaron las lluvias.
12 Ya han brotado flores en el campo,
ha llegado el tiempo de los cantos,
y por toda nuestra tierra
se escucha el arrullo de la tórtola.
13 Ya las higueras echan higos,
y las vides en ciernes esparcen su aroma.
¡Levántate, amiga mía!
¡Ven conmigo, bella mujer!
Cántico para las bodas del rey
Al músico principal. Sobre Lirios. Masquil de los hijos de Coré. Cántico nupcial.
45 Rebosa mi corazón con un bello poema.
Esta obra mía se la dedico al rey.
¡Mi lengua es la pluma de inspirado poeta!
2 Eres el más hermoso de los mortales;
la gracia mana de tus labios;
¡por eso Dios te ha bendecido para siempre!
6 Oh Dios, tu trono es eterno y permanente;
tu cetro real es un cetro de justicia.
7 Porque amas la justicia y odias la maldad,
Dios, tu Dios, te ha ungido como rey;
ha derramado en ti el perfume de alegría;
¡te eligió a ti, y no a tus compañeros!(A)
8 Mirra, áloe y canela perfuman tus vestidos,
y en los palacios de marfil te brindan alegría.
9 Entre tus favoritas hay muchas princesas;
La reina, a tu derecha, luce joyas de oro de Ofir.
17 Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, del Padre de las luces, en quien no hay cambio ni sombra de variación. 18 Él, por su propia voluntad, nos hizo nacer por medio de la palabra de verdad, para que seamos los primeros frutos de su creación.
Poniendo en práctica la palabra
19 Por eso, amados hermanos míos, todos ustedes deben estar dispuestos a oír, pero ser lentos para hablar y para enojarse, 20 porque quien se enoja no promueve la justicia de Dios. 21 Así que despójense de toda impureza y de tanta maldad, y reciban con mansedumbre la palabra sembrada, que tiene el poder de salvarlos.
22 Pero pongan en práctica la palabra, y no se limiten sólo a oírla, pues se estarán engañando ustedes mismos. 23 El que oye la palabra pero no la pone en práctica es como el que se mira a sí mismo en un espejo: 24 se ve a sí mismo, pero en cuanto se va, se olvida de cómo es. 25 En cambio, el que fija la mirada en la ley perfecta, que es la ley de la libertad, y no se aparta de ella ni se contenta sólo con oírla y olvidarla, sino que la practica, será dichoso en todo lo que haga.
26 Si alguno de ustedes cree ser religioso, pero no refrena su lengua, se engaña a sí mismo y su religión no vale nada. 27 Delante de Dios, la religión pura y sin mancha consiste en ayudar a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y en mantenerse limpio de la maldad de este mundo.
Lo que contamina al hombre(A)
7 Los fariseos y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalén, se acercaron a Jesús 2 y vieron que algunos de sus discípulos comían pan con manos impuras, es decir, sin habérselas lavado. 3 (Los fariseos, y todos los judíos, viven aferrados a la tradición de los ancianos, de modo que, si no se lavan las manos muchas veces, no comen. 4 Cuando vuelven del mercado, no comen si antes no se lavan. Y conservan también muchas otras tradiciones, como el lavar los vasos en que beben, los jarros, los utensilios de metal, y las camas.) 5 Entonces los fariseos y los escribas le preguntaron a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no siguen la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos impuras?» 6 Jesús les respondió: «¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, cuando escribió:
»“Este pueblo me honra con los labios,
pero su corazón está lejos de mí.
7 No tiene sentido que me honren,
si sus enseñanzas son mandamientos humanos.”(B)
8 Porque ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, y se aferran a la tradición de los hombres.» [Es decir, al lavamiento de jarros y de vasos para beber, y a muchas otras cosas semejantes.][a]
14 Jesús volvió a llamar a toda la gente, y les dijo: «Escúchenme todos, y entiendan: 15 Nada que venga de afuera puede contaminar a nadie. Lo que contamina a la persona es lo que sale de ella.»
21 Porque de adentro del corazón humano salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los homicidios, 22 los adulterios, las avaricias, las maldades, el engaño, la lujuria, la envidia, la calumnia, la soberbia y la insensatez. 23 Todos estos males vienen de adentro y contaminan a la persona.
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