Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Esperanza en la salvación del Señor
Cántico gradual.
130 A ti clamo, Señor,
desde el fondo de mi angustia.
2 ¡Escucha, Señor, mi voz!
¡Que no se cierren tus oídos
al clamor de mi súplica!
3 Señor, si te fijaras en nuestros pecados,
¿quién podría sostenerse en tu presencia?
4 Pero en ti hallamos perdón,
para que seas reverenciado.
5 Señor, toda mi vida he esperado en ti,
y he confiado en tus promesas.
6 Yo te espero, Señor, con toda el alma,
como esperan los centinelas la mañana,
como esperan los vigilantes el nuevo día.
7 Israel, confía en el Señor,
porque el Señor es misericordioso;
¡en él hay abundante redención!
8 El Señor salvará a Israel
de todos sus pecados.(A)
La copa de José
44 José le dio esta orden al mayordomo de su casa:
«Llena de alimento los costales de estos hombres con todo lo que puedan llevar, y pon el dinero de cada uno en la boca de su costal. 2 Pon también mi copa de plata en la boca del costal de su hermano menor, junto con el dinero de su trigo.»
Y el mayordomo hizo lo que le ordenó José. 3 Con la luz de la mañana los hermanos partieron con sus asnos. 4 Habían salido ya de la ciudad, pero aún no se habían alejado de ella, cuando José le dijo a su mayordomo:
«Levántate y sigue a esos hombres, y cuando los alcances les dirás: “¿Por qué han pagado mal por bien? ¿Por qué se robaron mi copa de plata? 5 ¿Qué, no es ésta la copa en la que bebe mi señor, y con la que suele adivinar? ¡Está muy mal lo que han hecho!”»
6 Cuando el mayordomo los alcanzó, les repitió estas palabras. 7 Y ellos le respondieron:
«Señor, ¿por qué nos habla usted así? ¡Jamás estos siervos suyos harían tal cosa! 8 Aquí tiene usted el dinero que hallamos en la boca de nuestros costales, y que le trajimos desde la tierra de Canaán. ¿Cómo habríamos de robar plata y oro de casa de su señor? 9 Si alguno de estos siervos suyos tiene en su poder la copa, que muera, y aun nosotros seremos siervos suyos.»
10 Y el mayordomo dijo:
«Que sea como ustedes dicen. El que tenga la copa será mi siervo, y ustedes quedarán libres de culpa.»
11 De prisa ellos bajaron el costal de cada uno a tierra, y cada uno abrió su costal 12 y buscó la copa, desde el mayor hasta el menor; ¡y la copa se encontró en el costal de Benjamín! 13 Ellos se desgarraron sus vestidos, y cada uno puso la carga en su asno y juntos volvieron a la ciudad.
14 Cuando Judá y sus hermanos llegaron a la casa de José, éste aún estaba allí. Entonces se arrodillaron hasta el suelo delante de él, 15 y José les dijo:
«¿Qué es lo que han hecho? ¿No saben que un hombre como yo sabe adivinar?»
16 Judá respondió:
«¿Qué podemos decir a mi señor? ¿Con qué palabras podremos justificarnos? Dios ha puesto al descubierto la maldad de estos siervos de mi señor, y ahora nosotros y el que tenía la copa en su poder seremos sus siervos.»
17 José respondió:
«Jamás haría yo algo así. Sólo el que tenía la copa en su poder será mi siervo. Ustedes pueden volver en paz a su padre.»
Judá intercede por Benjamín
18 Entonces Judá se acercó a José, y le dijo:
«¡Ay, señor mío! Ruego a mi señor permitir que este siervo suyo le diga unas palabras al oído. No se enoje mi señor con este siervo suyo. ¡Es como si yo hablara con el faraón! 19 Mi señor preguntó a estos sus siervos: “¿Tienen ustedes padre, o algún hermano?”, 20 y nosotros respondimos a mi señor: “Tenemos un padre, ya anciano, y un hermano joven y todavía pequeño, que él tuvo en su vejez. Un hermano suyo murió, y de los hijos de su madre sólo él quedó. Su padre lo ama.” 21 Mi señor dijo a sus siervos: “Tráiganmelo, y yo pondré mis ojos en él.” 22 Y nosotros dijimos a mi señor: “El niño no puede dejar a su padre. Si llegara a dejarlo, su padre morirá.” 23 Mi señor nos dijo: “Pues si su hermano menor no viene, ustedes no volverán a verme.” 24 Cuando llegamos a casa de mi padre, siervo de mi señor, le dijimos esto mismo; 25 y cuando nuestro padre nos dijo: “Vuelvan para comprar un poco de alimento para nosotros”, 26 le respondimos: “No podemos ir. Sólo iremos si nuestro hermano menor va con nosotros. Porque si él no está con nosotros, no podremos presentarnos ante ese hombre.” 27 Entonces mi padre, siervo de mi señor, nos dijo: “Ustedes saben que mi mujer me dio dos hijos. 28 Uno de ellos salió de mi presencia, y hasta ahora no he vuelto a verlo. Estoy seguro de que alguna fiera lo hizo pedazos. 29 Si ahora se llevan también de mi presencia a éste, y le sucede algo malo, harán que mis canas bajen al sepulcro por causa de ese mal.” 30 Así que, si yo vuelvo ahora a mi padre, siervo de mi señor, y el niño no va con nosotros, tan apegado está mi padre al niño 31 que, cuando no lo vea, morirá. Entonces nosotros, siervos de mi señor, haremos que las canas de nuestro padre bajen al sepulcro por causa de la tristeza. 32 Este siervo de mi señor se hizo responsable del niño ante mi padre. Yo le dije: “Padre mío, si no te lo traigo de vuelta, yo seré para siempre culpable ante ti.” 33 Por eso, ruego a mi señor permitir que yo me quede en lugar del niño. Yo seré siervo de mi señor, y que el niño se vaya con sus hermanos. 34 Porque ¿cómo podré volver sin el niño a casa de mi padre? ¡Jamás podría ver el mal que le sobrevendría a mi padre!»
13 Ahora les hablo a ustedes, a los que no son judíos. Por cuanto yo soy el apóstol de ustedes, honro mi ministerio. 14 Yo quisiera poner celosos a los de mi sangre, y de esa manera salvar a algunos de ellos. 15 Porque si su exclusión trajo como resultado la reconciliación del mundo, ¿qué resultará de su admisión, sino vida de entre los muertos? 16 Si la primera parte de la masa es santa, también lo es la masa restante; y si la raíz es santa, también lo son las ramas.
17 Si algunas de las ramas fueron cortadas, y tú, que eras un olivo silvestre, fuiste injertado en su lugar y has venido a participar de la raíz y de la rica savia del olivo, 18 no te jactes contra las ramas; y si te jactas, conviene que sepas que no eres tú el que sustenta a la raíz, sino que es la raíz la que te sustenta a ti. 19 Tal vez digas: «Las ramas fueron cortadas para que yo fuera injertado.» 20 De acuerdo. Pero ellas fueron cortadas por su incredulidad, y tú te mantienes firme por la fe. Por lo tanto, no seas soberbio, sino temeroso. 21 Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco a ti te perdonará. 22 Por lo tanto, toma en cuenta la bondad y la severidad de Dios; severidad para con los que cayeron, pero bondad para contigo, si permaneces en esa bondad, pues de otra manera también tú serás cortado. 23 Y aun ellos pueden ser injertados, si no permanecen en su incredulidad, pues Dios es poderoso para volver a injertarlos. 24 Porque si tú, que por naturaleza eras un olivo silvestre, contra la naturaleza fuiste cortado e injertado en el buen olivo, ¡con más razón éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo!
La restauración de Israel
25 Hermanos, no quiero que ignoren este misterio, para que no se vuelvan arrogantes. Parte de Israel se ha endurecido, y esto será así hasta que se haya incorporado la totalidad de los no judíos; 26 y después de eso todo Israel será salvo. Como está escrito:
«El Libertador vendrá de Sión,
y apartará de Jacob la impiedad.(A)
27 Y éste será mi pacto con ellos,
cuando yo quite sus pecados.»(B)
28 Así que, en cuanto al evangelio, son enemigos por causa de ustedes; pero en cuanto a la elección, son amados por causa de sus antepasados. 29 Porque los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables.
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