Revised Common Lectionary (Semicontinuous)
Al director musical. Acompáñese con instrumentos de cuerda. Sobre la octava. Salmo de David.
6 ¡No, Señor! ¡no me castigues cuando estés enojado; no me reprendas en tu furor! 2 Ten piedad de mí, oh Señor, porque soy débil. Sáname, pues mi cuerpo está en agonía, 3 y estoy desconcertado y turbado. Tengo el alma llena de aprensión y tristeza. ¿Hasta cuándo, Señor, hasta cuándo?
4 Ven, Señor, y sáname. Sálvame por tu misericordia. 5 Pues si muriera, no podría alabarte. 6 El dolor me tiene agotado; cada noche baño en lágrimas mi almohada. 7 Los ojos se me están envejeciendo y nublando de sufrimiento a causa de todos mis enemigos.
8 Váyanse; déjenme ya, hombres de perversas obras, porque el Señor ha escuchado mi llanto 9 y mi súplica. Él responderá a todas mis oraciones. 10 Todos mis enemigos quedarán repentinamente en ridículo, aterrorizados y avergonzados. Serán rechazados afrentosamente.
15 Inmediatamente él y toda su compañía volvieron a buscar al profeta. Parado humildemente ante él, Naamán le dijo:
―Ahora sé que no hay Dios en todo el mundo, sino el de Israel. Te ruego que aceptes un regalo.
16 Pero Eliseo respondió:
―Juro por el Señor mi Dios que no lo aceptaré.
Naamán insistió en que lo aceptara, pero Eliseo se negó rotundamente.
17 ―Bien —dijo Naamán—, muy bien. Pero dame dos cargas de tierra para llevar conmigo, porque de ahora en adelante no volveré a ofrecer sacrificios ni holocaustos a otros dioses, sino al Señor. 18 Claro que cuando mi amo, el rey, entre en el santuario del dios Rimón y se apoye sobre mi brazo, el Señor habrá de perdonarme que yo me incline también.
19 ―Ve en paz —le dijo Eliseo.
Entonces Naamán emprendió el regreso.
21 Al cabo de cierto tiempo, Pablo sintió en su espíritu la necesidad de recorrer Macedonia y Acaya antes de regresar a Jerusalén. «Y de Jerusalén tendré que ir a Roma» —dijo.
22 Pero decidió enviar a Timoteo y a Erasto a Macedonia, mientras él permanecía un poco más de tiempo en Asia.
El disturbio en Éfeso
23 En aquellos días se produjo en Éfeso un gran disturbio contra el Camino. 24-25 Demetrio, platero que tenía empleado un grupo de artífices que hacían templecillos de Artemisa, la diosa griega, reunió a sus empleados y a varias otras personas que se dedicaban al mismo oficio, y les dijo:
―Señores, nosotros nos ganamos la vida en este negocio. 26 Como ustedes bien saben, porque lo han visto y oído, ese tal Pablo ha convencido a un grupo numeroso de personas de que los dioses fabricados no son dioses. 27 Como resultado, nuestras ventas están decayendo. Y esto no sólo aquí en Éfeso, sino en toda la provincia. Además, existe el peligro de que el templo de la gran diosa Artemisa pierda su influencia, y que Artemisa, la gran diosa que recibe adoración no sólo en Asia sino en todo el mundo, quede abandonada al olvido.
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