Revised Common Lectionary (Complementary)
Salmo 141 (140)
Señor, acude a mí
141 Salmo de David.
Señor, a ti clamo, acude a mí,
escucha mi voz cuando te llamo.
2 Que mi oración sea ante ti como incienso,
mis manos alzadas como ofrenda de la tarde.
3 Señor, pon en mi boca un centinela
que vigile a la puerta de mis labios.
4 No dejes que mi corazón se incline al mal,
que cometa injusticias con los malhechores.
¡Que no pruebe yo sus manjares!
5 Que el justo por amor me corrija y me reprenda,
que el aceite del malvado no perfume mi cabeza,
que mi oración se alce frente a sus maldades.
6 Serán arrojados sus magistrados contra las rocas
y sabrán entonces que eran suaves mis palabras.
7 Como tierra que se rompe y desmenuza,
se esparcen sus huesos
a las puertas del reino de los muertos.
8 Señor, Dios mío, hacia ti dirijo mis ojos,
en ti me refugio, no me desampares.
9 Guárdame de la red que me han tendido,
de las trampas de los malhechores.
10 Que caigan los malvados en sus trampas,
mientras yo sigo adelante.
Vuelta de los desterrados y promesa de regeneración interior
14 El Señor me dirigió la palabra:
15 — Hijo de hombre, los habitantes de Jerusalén dicen de vuestros parientes, de vuestros familiares y de toda la comunidad de Israel: “Esos están lejos del Señor. A nosotros se nos ha dado el país en herencia”. 16 Así pues, diles: Esto dice el Señor Dios: Cuando los llevé a naciones lejanas y los dispersé por otros países, yo fui su santuario, por poco tiempo, en los países adonde llegaron. 17 Por eso, así dice el Señor Dios: Os recogeré de entre los pueblos y os reuniré de entre los países por donde os dispersé; y os daré la tierra de Israel. 18 Cuando vuelvan, retirarán de ella todos sus ídolos y abominaciones. 19 Les daré otro corazón y derramaré en medio de ellos un espíritu nuevo; les arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, 20 para que vivan según mis preceptos y respeten mis normas y las cumplan. De esta manera ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. 21 Pero a la gente cuyo corazón esté apegado a sus ídolos y abominaciones, los haré responsables de su conducta —oráculo del Señor Dios—.
La gloria del Señor abandona Jerusalén
22 Los querubines desplegaron sus alas: las ruedas seguían junto a ellos y la gloria del Dios de Israel continuaba encima de ellos. 23 La gloria del Señor se alzó de en medio de la ciudad y se detuvo sobre el monte situado al oriente de la ciudad. 24 El espíritu me arrebató y, en la visión que me proporcionaba el espíritu de Dios, me llevó a territorio caldeo, donde estaban los desterrados. Después desapareció la visión que había tenido. 25 Yo conté a los deportados todo lo que el Señor me había permitido ver.
Exigencias de la vida nueva
25 Así que desterrad la mentira y que cada uno sea sincero con su prójimo ya que somos miembros los unos de los otros. 26 Si alguna vez os enojáis, que vuestro enojo no llegue hasta el punto de pecar, ni que os dure más allá de la puesta del sol. 27 Y no deis al diablo oportunidad alguna. 28 Si alguno robaba, no robe más, sino que se esfuerce trabajando honradamente con sus propias manos para que pueda ayudar al que está necesitado. 29 No empleéis palabras groseras; usad un lenguaje útil, constructivo y oportuno, capaz de hacer el bien a los que os escuchan. 30 No causéis tristeza al Espíritu Santo de Dios, que es en vosotros como un sello que os distinguirá en el día de la liberación. 31 Nada de acritud, rencor, ira, voces destempladas, injurias o cualquier otra suerte de maldad; desterrad todo eso. 32 Sed, en cambio, bondadosos y compasivos los unos con los otros, perdonándoos mutuamente como Dios os ha perdonado por medio de Cristo.
5 Puesto que sois hijos amados de Dios, procurad pareceros a él 2 y haced del amor norma de vuestra vida, pues también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros como ofrenda y sacrificio de olor agradable a Dios.
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España