Revised Common Lectionary (Complementary)
Salmo de David.
101 Quiero cantar al amor y a la justicia: quiero, Señor, cantarte salmos.
2 Trataré de vivir una vida sin mancha, pero ¿cuándo vendrás en mi ayuda? Quiero portarme en mi propia casa como debo. 3 Me negaré siquiera a mirar lo despreciable y vulgar. Aborrezco las acciones tramposas; nada tendré que ver con ellas. 4 Alejaré de mí toda mala intención; me alejaré de todo mal. 5 No toleraré a nadie que en secreto calumnie a su prójimo; y no permitiré la vanidad ni el orgullo. 6 Mantendré mis ojos sobre los fieles de la tierra, para que habiten conmigo seguros. Sólo quienes tengan una conducta intachable serán siervos míos. 7 Pero no permitiré engañadores en mi casa; a los que mienten no se les permitirá estar en mi presencia. 8 Diariamente me dedicaré a descubrir a los delincuentes y a librar de sus garras a la ciudad de Dios.
19 Entonces el Rabsaces envió este mensaje al rey Ezequías:
―El gran rey de Asiria dice: “¿Qué te hace sentir tan seguro? 20-21 Necesitas más que promesas y ayudas antes de rebelarte contra mí. Pero, ¿cuál de tus aliados te dará más que palabras? ¿Egipto? Si te apoyas en Egipto, descubrirás que es una caña que se quiebra bajo tu peso y te traspasa la mano. El faraón de Egipto es completamente indigno de confianza. 22 Y si dices: ‘Estamos confiando en que el Señor nos librará’, recuerda que tú has destruido los altares de las colinas dedicados a él. Porque tú exiges que toda la gente vaya a adorar ante el altar de Jerusalén”.
23 »¿Qué te parece? Haz una apuesta con mi amo, el rey de Asiria. Si encuentras dos mil hombres que puedan montar a caballo, nosotros te daremos los caballos. 24 Y con un ejército tan pequeño como el tuyo, no eres amenaza ni para el menor de los oficiales a cargo del más pequeño contingente. Si los egipcios estuvieran dispuestos a proporcionarte caballos y carros, de nada te serviría. 25 ¿Piensas que nosotros hemos venido aquí por nuestra propia iniciativa? ¡No! El Señor nos ha enviado, y nos dijo: “Vayan y destruyan a ese pueblo”.
Isaías profetiza la liberación de Jerusalén
19 Cuando el rey Ezequías escuchó este informe, rasgó sus vestiduras, se vistió de ropa áspera, y entró en el templo del Señor a orar. 2 Y mandó a Eliaquín, a Sebna y a algunos de los sacerdotes más ancianos que se vistieran de ropa áspera y fueran a ver al profeta Isaías hijo de Amoz, y le dieran este mensaje: 3 «Este es un día de tribulación, insulto y deshonra. Es como cuando un niño está a punto de nacer, pero la madre no tiene fuerzas para darlo a luz. 4 Quizás el Señor tu Dios ha oído que el Rabsaces de Asiria desafió al Dios viviente, y lo castigará. Ora por los que todavía quedamos vivos».
5-6 Isaías les contestó a los mensajeros del rey: «Díganle al rey que esto es lo que el Señor le manda a decir: “No te preocupes por los insultos que estos asirios han lanzado contra mí. 7 Haré que el rey de Asiria reciba malas noticias de su tierra y decida regresar; y haré que lo maten cuando llegue a su tierra”».
El dirigente rico
18 Uno de los jefes de los judíos le preguntó:
―Maestro bueno, ¿qué debo hacer para tener la vida eterna?
19 Jesús le respondió:
―¿Por qué dices que soy bueno? Dios es el único que es bueno. 20 Tú ya conoces los mandamientos: “No cometas adulterio, no mates, no robes, no digas mentiras para hacerle daño a nadie, respeta a tu padre y a tu madre”.
21 El hombre le dijo:
―Todo esto lo he cumplido desde que era joven.
22 Jesús le respondió:
―Hay una cosa que todavía no has hecho: vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres. Así tendrás un tesoro en el cielo. Cuando lo hayas hecho, ven y sígueme.
23 Al oír el hombre esto, se puso muy triste, pues era muy rico. 24 Cuando Jesús lo vio tan triste, dijo:
―¡Qué difícil es para los ricos entrar en el reino de Dios! 25 En verdad, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios.
26 Los que oyeron esto preguntaron:
―Entonces, ¿quién podrá salvarse?
27 Jesús les respondió:
―Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios.
28 Pedro le dijo:
―Pues nosotros hemos dejado todo para seguirte.
29 Jesús les respondió:
―Y yo les aseguro que todo el que haya dejado su casa, su esposa, sus hermanos, sus padres o sus hijos por causa del reino de Dios, 30 recibirá mucho más en este tiempo, y en la vida venidera recibirá la vida eterna.
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