Revised Common Lectionary (Complementary)
De David.
1 Bendice, alma mía al SEÑOR; y todas mis entrañas al Nombre de su santidad.
2 Bendice, alma mía, al SEÑOR, y no olvides ninguno de sus beneficios:
3 el que perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus enfermedades,
4 el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordia;
5 el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila.
6 ¶ El SEÑOR es el que hace justicia y derecho a todos los que padecen violencia.
7 Sus caminos notificó a Moisés, y a los hijos de Israel sus obras.
8 Misericordioso y clemente es el SEÑOR; lento para la ira, y grande en misericordia.
32 Y estando los hijos de Israel en el desierto, hallaron un hombre que recogía leña en día de sábado.
33 Y los que le hallaron recogiendo leña lo trajeron a Moisés y a Aarón, y a toda la congregación;
34 y lo pusieron bajo guarda, porque no estaba declarado qué se le había de hacer.
35 Y el SEÑOR dijo a Moisés: Irremisiblemente muera aquel hombre; apedréelo con piedras toda la congregación fuera del campamento.
36 Entonces la congregación lo sacó fuera del campamento, y lo apedrearon con piedras, y murió; como el SEÑOR mandó a Moisés.
37 ¶ Y el SEÑOR habló a Moisés, diciendo:
38 Habla a los hijos de Israel, y diles que se hagan flecos (franjas) en los bordes de sus vestidos, por sus generaciones; y pongan en cada fleco de los bordes del vestido un cordón de cárdeno.
39 Y os servirá de fleco, para que cuando lo viereis, os acordéis de todos los mandamientos del SEÑOR, para ponerlos por obra; y no miréis en pos de vuestro corazón y de vuestros ojos, en pos de los cuales fornicáis.
40 Para que os acordéis, y hagáis todos mis mandamientos, y seáis santos a vuestro Dios.
41 Yo el SEÑOR vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, para ser vuestro Dios. YO SOY vuestro Dios.
3 Traed pues muchas veces a vuestro pensamiento a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que no os fatiguéis en vuestros ánimos desmayando.
4 ¶ Que aún no habéis resistido hasta la sangre combatiendo contra el pecado;
5 y estáis ya olvidados de la consolación que como con hijos habla con vosotros, (diciendo): Hijo mío, no menosprecies el castigo del Señor, ni desmayes cuando eres de él redargüido;
6 porque el Señor al que ama castiga, y azota a cualquiera que recibe por hijo.
7 Si sufrís el castigo, Dios se os presenta como a hijos, porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no castiga?
8 Mas si estáis fuera del castigo, del cual todos los hijos han sido hechos participantes, luego adulterinos sois y no hijos.
9 Además, tuvimos por castigadores a los padres de nuestra carne, y los reverenciábamos: ¿por qué no seamos sujetos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?
10 Y aquellos, a la verdad, por pocos días nos castigaban como a ellos les parecía; mas éste para lo que nos es provechoso, es a saber, para que recibamos su santificación.
11 Es verdad que ningún castigo al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; mas después da fruto apacible de justicia a los que en él son ejercitados.
12 Por lo cual alzad las manos caídas y las rodillas descoyuntadas.
13 Y haced derechos pasos a vuestros pies, para que lo que es cojo no salga fuera de camino; antes sea sanado.
14 Seguid la paz con todos; y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor:
15 Mirando bien que ninguno se aparte de la gracia de Dios; que ninguna raíz de amargura brotando os impida, y por ella muchos sean contaminados.
16 Que ninguno sea fornicario o profano, como Esaú, que por una vianda vendió su primogenitura.
17 Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue reprobado, que no halló lugar de arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.
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