Revised Common Lectionary (Complementary)
3 José dijo a sus hermanos:
—Yo soy José. ¿Vive aún mi padre?
Sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban aterrados delante de él. 4 Entonces José dijo a sus hermanos:
—Acérquense a mí, por favor.
Ellos se acercaron, y él les dijo:
—Yo soy José su hermano, el que vendieron para Egipto. 5 Ahora pues, no se entristezcan ni les pese el haberme vendido acá, porque para preservación de vida me ha enviado Dios delante de ustedes. 6 Ya han transcurrido dos años de hambre en medio de la tierra, y todavía quedan cinco años en que no habrá ni siembra ni siega. 7 Pero Dios me ha enviado delante de ustedes para preservarles posteridad en la tierra, y para darles vida mediante una gran liberación. 8 Así que no me enviaron ustedes acá, sino Dios, que me ha puesto como protector del faraón, como señor de toda su casa y como gobernador de toda la tierra de Egipto.
9 »Apresúrense, vayan a mi padre y díganle: “Así dice tu hijo José: ‘Dios me ha puesto como señor de todo Egipto. Ven a mí; no te detengas. 10 Habitarás en la zona de Gosén, y estarás cerca de mí, tú, tus hijos, los hijos de tus hijos, tus rebaños, tus vacas y todo lo que tienes. 11 Allí proveeré para ti, pues todavía faltan cinco años de hambre; para que no perezcan de necesidad tú, tu casa y todo lo que tienes’ ”.
15 Besó a todos sus hermanos y lloró sobre ellos. Después de esto, sus hermanos hablaron con él.
Dos conductas y dos destinos
37 Salmo de David.
[a] No te impacientes a causa de los malhechores
ni tengas envidia de los que hacen
iniquidad.
2 Porque, como la hierba, pronto
se secan,
y se marchitan como el pasto verde.
3 Confía en el SEÑOR y haz el bien. Habita en la tierra
y apaciéntate de la fidelidad.
4 Deléitate en el SEÑOR
y él te concederá los anhelos
de tu corazón.
5 Encomienda al SEÑOR tu camino; confía en él, y él hará.
6 Él exhibirá tu justicia como la luz,
y tu derecho como el mediodía.
7 Calla delante del SEÑOR
y espera en él.
No te alteres con motivo de los que prosperan en su camino,
por el hombre que hace maldades.
8 Deja la ira y abandona el enojo;
de ninguna manera te apasiones por hacer lo malo.
9 Porque los malhechores
serán destruidos,
pero los que esperan en el SEÑOR heredarán la tierra.
10 Dentro de poco no quedará el impío. Contemplarás su lugar, y no aparecerá.
11 Pero los mansos heredarán la tierra
y se deleitarán por
la abundancia de paz.
39 La salvación de los justos proviene del SEÑOR;
él es su fortaleza en el tiempo
de angustia.
40 El SEÑOR los ayudará y los librará; los librará de los impíos y los salvaráporque en él se han refugiado.
El cuerpo resucitado
35 Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué clase de cuerpo vienen? 36 Necio, lo que tú siembras no llega a tener vida a menos que muera. 37 Y lo que siembras, no es el cuerpo que ha de salir, sino el mero grano, ya sea de trigo o de otra cosa. 38 Pero Dios le da un cuerpo como quiere, a cada semilla su propio cuerpo.
42 Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción; se resucita en incorrupción. 43 Se siembra en deshonra; se resucita con gloria. Se siembra en debilidad; se resucita con poder. 44 Se siembra cuerpo natural; se resucita cuerpo espiritual. Hay cuerpo natural; también hay cuerpo espiritual. 45 Así también está escrito: el primer hombre Adán llegó a ser un alma viviente[a]; y el postrer Adán, espíritu vivificante. 46 Pero lo espiritual no es primero, sino lo natural; luego lo espiritual. 47 El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre es celestial. 48 Como es el terrenal, así son también los terrenales; y como es el celestial, así son también los celestiales. 49 Y así como hemos llevado la imagen del terrenal, llevaremos[b] también la imagen del celestial. 50 Y esto digo, hermanos, que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción heredar la incorrupción.
El amor al enemigo: la regla de oro
27 “Pero a ustedes, los que oyen, les digo: Amen a sus enemigos y hagan bien a los que los aborrecen; 28 bendigan a los que los maldicen y oren por los que los maltratan. 29 Al que te hiera en la mejilla preséntale también la otra; y al que te quite el manto no le niegues la túnica. 30 A cualquiera que te pida dale; y al que tome lo que es tuyo no se lo vuelvas a pedir.
31 “Y como quieren que hagan los hombres con ustedes, así también hagan ustedes con ellos. 32 Porque si aman a los que los aman, ¿qué mérito tienen? Pues también los pecadores aman a los que los aman. 33 Y si hacen bien a los que les hacen bien, ¿qué mérito tienen? También los pecadores hacen lo mismo. 34 Y si dan prestado a aquellos de quienes esperaban recibir, ¿qué mérito tienen? Pues también los pecadores dan prestado a los pecadores para recibir otro tanto.
35 “Más bien, amen a sus enemigos y hagan bien y den prestado sin esperar ningún provecho. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y los perversos. 36 Sean misericordiosos, como también su Padre es misericordioso.
El juzgar a los demás
37 “No juzguen, y no serán juzgados. No condenen, y no serán condenados. Perdonen, y serán perdonados. 38 Den, y se les dará; medida buena, apretada, sacudida y rebosante se les dará en su regazo. Porque con la medida con que miden se les volverá a medir”.
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