Revised Common Lectionary (Complementary)
Invitación a la gratitud
Salmo de alabanza.
100 ¡Canten alegres al Señor,
habitantes de toda la tierra!
2 ¡Sirvan al Señor con alegría!
¡Vengan a su presencia con regocijo!
3 Reconozcan que el Señor es Dios;
él nos hizo, y de él somos.[a]
Somos su pueblo. ¡Somos las ovejas de su prado!
4 Entremos por sus puertas y por sus atrios
con alabanzas y con acción de gracias;
¡Alabémosle, bendigamos su nombre!
5 ¡El Señor es bueno!
¡Su misericordia(A) es eterna!
¡Su verdad permanece para siempre!
28 Cuando el Señor habló con Moisés en la tierra de Egipto, 29 le dijo:
«Yo soy EL SEÑOR. Habla con el faraón, rey de Egipto, y repítele todo lo que yo te he dicho a ti.»
30 Pero Moisés se encaró con el Señor y le respondió:
«Como sabes, yo soy torpe de labios, así que ¿cómo va a hacerme caso el faraón?»
7 El Señor le dijo a Moisés:
«Mira, ante el faraón, tú serás como si fuera yo mismo, y tu hermano Aarón será tu profeta. 2 Tú le dirás al faraón todo lo que yo te ordene decir, y tu hermano Aarón hablará con él para que deje ir de su país los hijos de Israel. 3 Yo endureceré el corazón del faraón, para multiplicar en Egipto mis señales y mis maravillas.(A) 4 El faraón no les hará caso, pero yo descargaré mi mano sobre Egipto, y con grandes juicios sacaré de ese país a mis legiones, a mi pueblo, a los hijos de Israel. 5 Cuando yo extienda mi mano sobre Egipto y saque de allí a los hijos de Israel, los egipcios van a saber que yo soy el Señor.»
6 Entonces Moisés y Aarón hicieron lo que el Señor les ordenó hacer. 7 Cuando hablaron con el faraón, Moisés tenía ochenta años de edad, y Aarón ochenta y tres.
La vara de Aarón
8 El Señor habló con Moisés y Aarón, y les dijo:
9 «Si como respuesta el faraón les pide un milagro, tú le ordenarás a Aarón que tome su vara y la arroje delante del faraón, para que se convierta en culebra.»
10 Entonces Moisés y Aarón fueron a hablar con el faraón, e hicieron lo que el Señor les había ordenado: Aarón arrojó su vara delante del faraón y de sus siervos, y ésta se convirtió en culebra. 11 Pero el faraón llamó también a los sabios y hechiceros de Egipto, y con sus encantamientos ellos hicieron lo mismo: 12 cada uno arrojó su vara, y éstas se volvieron culebras; sin embargo, la vara de Aarón se tragó a las varas de ellos. 13 Pero tal y como el Señor lo había dicho, el corazón del faraón se endureció, y no les hizo caso.
Lo que contamina al hombre(A)
7 Los fariseos y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalén, se acercaron a Jesús 2 y vieron que algunos de sus discípulos comían pan con manos impuras, es decir, sin habérselas lavado. 3 (Los fariseos, y todos los judíos, viven aferrados a la tradición de los ancianos, de modo que, si no se lavan las manos muchas veces, no comen. 4 Cuando vuelven del mercado, no comen si antes no se lavan. Y conservan también muchas otras tradiciones, como el lavar los vasos en que beben, los jarros, los utensilios de metal, y las camas.) 5 Entonces los fariseos y los escribas le preguntaron a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no siguen la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos impuras?» 6 Jesús les respondió: «¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, cuando escribió:
»“Este pueblo me honra con los labios,
pero su corazón está lejos de mí.
7 No tiene sentido que me honren,
si sus enseñanzas son mandamientos humanos.”(B)
8 Porque ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, y se aferran a la tradición de los hombres.» [Es decir, al lavamiento de jarros y de vasos para beber, y a muchas otras cosas semejantes.][a]
9 También les dijo: «¡Qué bien invalidan ustedes el mandamiento de Dios, para mantener su propia tradición! 10 Porque Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”,(C) y también: “El que maldiga al padre o a la madre, morirá irremisiblemente.”(D) 11 Pero ustedes dicen: “Basta que alguien diga al padre o a la madre: ‘Todo aquello con que podría ayudarte es Corbán’ (es decir, mi ofrenda a Dios)”, 12 y con eso ustedes ya no permiten que nadie ayude más a su padre o a su madre. 13 Es así como ustedes invalidan la palabra de Dios con la tradición que se han transmitido, además de que hacen muchas otras cosas parecidas.»
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