Revised Common Lectionary (Complementary)
15 aléjate del mal, haz el bien,
busca la paz, marcha tras ella.
16 La mirada del Señor está sobre los justos,
sus oídos junto a su grito de socorro;
17 el Señor se encara con los malhechores
para borrar de la tierra su recuerdo.
18 Gritan y el Señor los escucha,
de todas sus angustias los libra.
19 El Señor está cerca de los afligidos,
salva a los que están tristes.
20 Muchos son los males del justo,
pero de todos lo libra el Señor;
21 protege cada uno de sus huesos
y ni uno de ellos se ha roto.
22 La maldad hará morir al malo,
quienes odian al justo serán castigados.
III.— EPÍLOGOS (22,1—24,28)
Las tribus de Transjordania regresan a su territorio
22 Josué convocó a las tribus de Rubén y de Gad y a la media tribu de Manasés, 2 y les dijo:
— Habéis cumplido todo lo que os mandó Moisés, siervo del Señor, y me habéis obedecido en todo lo que os he mandado. 3 No habéis abandonado a vuestros hermanos en ningún momento durante todo este largo tiempo; habéis cumplido así lo que el Señor, vuestro Dios, os mandó. 4 Ahora que el Señor vuestro Dios ha dado a vuestros hermanos el descanso que les había prometido, podéis regresar a vuestras tiendas, a la tierra que Moisés, siervo del Señor, os dio en propiedad al otro lado del Jordán. 5 Únicamente poned cuidado en cumplir los mandamientos y la ley que os dio Moisés, siervo del Señor, amando al Señor, vuestro Dios, siguiendo todos sus caminos, guardando sus mandamientos, permaneciendo unidos a él y sirviéndole con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma.
6 Josué los bendijo y los despidió, y ellos se fueron a sus tiendas. 7 Moisés había dado a media tribu de Manasés la parte de heredad que le correspondía en la región de Basán; a la otra media se la dio Josué entre sus hermanos, en la Cisjordania. Al mandarlos a sus tiendas, Josué les dio la bendición 8 y les dijo:
— Regresáis a vuestras tiendas con grandes riquezas, con rebaños numerosos, con plata, oro, bronce, hierro y muchos vestidos; debéis, pues, repartir con vuestros hermanos el botín arrebatado a vuestros enemigos.
9 Los rubenitas y los gaditas, con la media tribu de Manasés, regresaron a su territorio, dejando a sus hermanos israelitas en Siló, en el país de Canaán; regresaron al país de Galaad, tierra de su propiedad, en la que se habían establecido siguiendo el mandato del Señor dado por medio de Moisés.
La espera del día del Señor
5 En cuanto al momento y a las circunstancias de tales acontecimientos, no necesitáis, hermanos, que os escriba. 2 Sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá como un ladrón en plena noche. 3 Cuando la gente ande diciendo: “Todo es paz y seguridad”, entonces justamente sobrevendrá la destrucción, como los dolores de parto a la mujer encinta, y no podrán librarse.
4 Pero vosotros, hermanos, no vivís en las tinieblas. Por eso, el día del Señor no debe sorprenderos como si fuera un ladrón. 5 Todos vosotros, en efecto, pertenecéis a la luz y al día, no a las tinieblas o a la noche. 6 Por lo tanto, no estemos dormidos, como están otros; vigilemos y vivamos sobriamente. 7 Los que duermen, de noche duermen; los que se emborrachan, de noche se emborrachan. 8 Nosotros, en cambio, que pertenecemos al día, vivamos sobriamente, armados con la coraza de la fe y del amor y con el casco protector de la esperanza de la salvación. 9 Porque no nos ha destinado Dios al castigo, sino a obtener la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo 10 que murió por nosotros a fin de que, tanto en vida como en muerte, vivamos siempre con él. 11 Por tanto, alentaos mutuamente y ayudaos unos a otros como ya lo hacéis.
La Palabra, (versión española) © 2010 Texto y Edición, Sociedad Bíblica de España