Revised Common Lectionary (Complementary)
Canción de las gradas.
1 De lo profundo te llamo, oh SEÑOR.
2 Señor, oye mi voz; estén atentos tus oídos a la voz de mi oración.
3 JAH, si retuvieres a las iniquidades, ¿Señor quién persistirá?
4 Por lo cual hay perdón cerca de ti, para que seas temido.
5 ¶ Esperé yo al SEÑOR, esperó mi alma; a su palabra he esperado.
6 Mi alma esperó al SEÑOR más que los centinelas esperan a la mañana, más que los centinelas a la mañana.
7 Espere Israel al SEÑOR; porque con el SEÑOR hay misericordia; y abundante redención cerca de él.
8 Y él rescatará a Israel de todas sus iniquidades.
13 Y se juntó en Jerusalén un pueblo grande para hacer la solemnidad de los panes sin levadura, en el mes segundo; una gran congregación.
14 Y levantándose, quitaron los altares que había en Jerusalén; quitaron también todos los altares de incienso, y los echaron en el arroyo de Cedrón.
15 Entonces sacrificaron la pascua, a los catorce del mes segundo; y los sacerdotes y los levitas se santificaron con vergüenza, y trajeron los holocaustos a la Casa del SEÑOR.
16 Y se pusieron en su orden conforme a su costumbre, conforme a la ley de Moisés varón de Dios; los sacerdotes esparcían la sangre que recibían de manos de los levitas.
17 Porque aún había muchos en la congregación que no estaban santificados, y por eso los levitas sacrificaban la pascua por todos los que no se habían limpiado para santificarse al SEÑOR.
18 Porque una gran multitud del pueblo de Efraín y Manasés, y de Isacar y Zabulón, no se habían purificado, y comieron la pascua no conforme a lo que está escrito. Mas Ezequías oró por ellos, diciendo: el SEÑOR, que es bueno, sea propicio a todo aquel que ha apercibido su corazón para buscar a Dios,
19 al SEÑOR Dios de sus padres, aunque no esté purificado según la purificación del santuario.
20 Y oyó el SEÑOR a Ezequías, y sanó al pueblo.
21 Así hicieron los hijos de Israel, que estaban presentes en Jerusalén, la solemnidad de los panes sin levadura por siete días con gran gozo; y alababan al SEÑOR todos los días los levitas y los sacerdotes, con instrumentos de fortaleza al SEÑOR.
22 Y Ezequías habló al corazón de todos los levitas que tenían buen entendimiento para servir al SEÑOR. Y comieron los sacrificios de la fiesta por siete días, ofreciendo sacrificios pacíficos, y dando gracias al SEÑOR Dios de sus padres.
23 Y toda la multitud determinó que celebraran otros siete días; y celebraron otros siete días con alegría.
24 Porque Ezequías rey de Judá había dado a la congregación mil toros y siete mil ovejas; y también los príncipes dieron a la congregación mil toros y diez mil ovejas; y muchos sacerdotes se santificaron.
25 Y toda la congregación de Judá se alegró, y los sacerdotes y levitas, y asimismo toda la congregación que había venido de Israel; y también los extranjeros que habían venido de la tierra de Israel, y los que habitaban en Judá.
26 Y se hicieron grandes alegrías en Jerusalén; porque desde el tiempo de Salomón hijo de David rey de Israel, no hubo tal cosa en Jerusalén.
27 Y levantándose los sacerdotes levitas, bendijeron al pueblo; y la voz de ellos fue oída, y su oración llegó a la habitación de su santuario, al cielo.
2 ¶ Y entró otra vez en Capernaum después de algunos días, y se oyó que estaba en casa.
2 Y luego se juntaron a él muchos, que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la Palabra.
3 Entonces vinieron a él unos trayendo un paralítico, que era traído por cuatro.
4 Y como no podían llegar a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico.
5 Y viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.
6 Y estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensando en sus corazones,
7 decían: ¿Por qué habla éste blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?
8 Y conociendo luego Jesús en su Espíritu que pensaban esto dentro de sí, les dijo: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones?
9 ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, y toma tu lecho y anda?
10 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar los pecados, (dice al paralítico):
11 A ti te digo: Levántate, y toma tu lecho, y vete a tu casa.
12 Entonces él se levantó luego, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca tal hemos visto.
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