Revised Common Lectionary (Complementary)
95 ¡Vengan, cantemos al Señor!
Aclamemos con alegría a la Roca de nuestra salvación.
2 Acerquémonos a él con acción de gracias.
Cantémosle salmos de alabanza,
3 porque el Señor es Dios grande,
un gran Rey sobre todos los dioses.
4 En sus manos sostiene las profundidades de la tierra
y las montañas más imponentes.
5 El mar le pertenece, pues él lo creó;
sus manos también formaron la tierra firme.
6 Vengan, adoremos e inclinémonos.
Arrodillémonos delante del Señor, nuestro creador,
7 porque él es nuestro Dios.
Somos el pueblo que él vigila,
el rebaño a su cuidado.
¡Si tan solo escucharan hoy su voz!
8 El Señor dice: «No endurezcan el corazón como lo hizo Israel en Meriba,
como lo hizo el pueblo en el desierto de Masá.
9 Allí sus antepasados me tentaron y pusieron a prueba mi paciencia,
a pesar de haber visto todo lo que hice.
10 Durante cuarenta años estuve enojado con ellos y dije:
“Son un pueblo cuyo corazón se aleja de mí;
rehúsan hacer lo que les digo”.
11 Así que en mi enojo juré:
“Ellos nunca entrarán en mi lugar de descanso”».
27 Aun así, algunas personas salieron a recoger el día séptimo, pero no encontraron alimento. 28 Entonces el Señor le preguntó a Moisés: «¿Hasta cuándo este pueblo se negará a obedecer mis mandatos y mis instrucciones? 29 Tienen que entender que el día de descanso es un regalo del Señor para ustedes. Por eso él les provee doble cantidad de alimento el sexto día, a fin de que tengan suficiente para dos días. El día de descanso, todos deben quedarse en el lugar donde estén; no salgan a buscar pan el séptimo día». 30 Así que la gente no recogió alimento el día séptimo.
31 Los israelitas llamaron maná[a] al alimento. Era blanco como la semilla de cilantro, y tenía un gusto parecido a obleas con miel.
32 Luego Moisés dijo: «Esto es lo que el Señor ha ordenado: “Llenen un recipiente con dos litros de maná y consérvenlo para sus descendientes. Así las generaciones futuras podrán ver el pan que les di a ustedes en el desierto cuando los liberé de Egipto”».
33 Entonces Moisés le dijo a Aarón: «Toma una vasija y llénala con dos litros de maná. Después colócala en un lugar sagrado, delante del Señor, a fin de conservarlo para todas las generaciones futuras». 34 Así que Aarón hizo tal como el Señor le ordenó a Moisés. Posteriormente lo colocó dentro del arca del pacto, frente a las tablas de piedra grabadas con las condiciones del pacto.[b] 35 Y los israelitas comieron maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a la tierra donde se establecerían. Comieron maná hasta que llegaron a la frontera de la tierra de Canaán.
Jesús y la mujer samaritana
4 Jesús[a] sabía que los fariseos se habían enterado de que él hacía y bautizaba más discípulos que Juan 2 (aunque no era Jesús mismo quien los bautizaba sino sus discípulos). 3 Así que se fue de Judea y volvió a Galilea.
4 En el camino, tenía que pasar por Samaria. 5 Entonces llegó a una aldea samaritana llamada Sicar, cerca del campo que Jacob le dio a su hijo José. 6 Allí estaba el pozo de Jacob; y Jesús, cansado por la larga caminata, se sentó junto al pozo cerca del mediodía.
La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Todos los derechos reservados.