Revised Common Lectionary (Complementary)
El Señor te protegerá
Canto para los peregrinos.
1 Miro a lo alto de las montañas en busca de ayuda,
¿de dónde vendrá mi ayuda?
2 Mi ayuda vendrá del SEÑOR,
el creador del cielo y de la tierra.
3 Dios no te dejará caer;
tu protector nunca se dormirá.
4 El protector de Israel nunca duerme
ni se deja rendir por el sueño.
5 El SEÑOR es tu protector.
El SEÑOR siempre está a tu lado
como una sombra, para protegerte.
6 El sol no te lastimará durante el día
ni la luna durante la noche.
7 El SEÑOR te protegerá de todo mal,
protegerá tu vida.
8 El SEÑOR protegerá tu ida y tu venida,
desde ahora y para siempre.
Visión del trono de Dios
1 En el quinto día del cuarto mes del año 30[a], mientras me encontraba entre los exiliados, junto al canal Quebar, el cielo se abrió y vi una visión celestial. 2 (En el quinto día del mes, en el quinto año del exilio del rey Joaquín, 3 se da constancia de que vino mensaje del SEÑOR a Ezequiel hijo del sacerdote Buzí en la tierra de los caldeos junto al canal Quebar en Babilonia, y allí el SEÑOR se apoderó de él).
4 Vi que del norte venía un fuerte viento de tormenta como una nube encendida con relámpagos por todos lados con una luz ámbar resplandeciente como fuego en su interior. 5 En medio del fuego había algo parecido a cuatro seres vivientes que se veían así: 6 tenían aspecto humano, pero cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas. 7 Sus piernas eran rectas y sus pies parecían pezuñas de terneros resplandecientes como bronce bruñido. 8 En los cuatro costados, debajo de las alas, tenían manos humanas. Los cuatro seres vivientes tenían caras y alas, y el ala de uno apenas tocaba el ala de otro. 9 Al avanzar no se volvían, sino que caminaban hacia adelante. 10 La cara de cada uno de ellos tenía el siguiente aspecto: de frente, tenían cara de humano; a la derecha, cara de león; a la izquierda, cara de toro; y por detrás, cara de águila. 11 ¡Y qué caras! Tanto las caras como las alas se desplegaban hacia arriba. 12 Los seres iban a donde fuera el espíritu, sin tener que dar vuelta, yendo en sentido de cualquier cara. 13 Parecían carbones encendidos, como antorchas moviéndose entre ellos. El fuego resplandecía y despedía relámpagos. 14 Con la rapidez de un rayo, los seres vivientes se desplazaban de un lado a otro.
15 Mientras veía a los seres vivientes, noté que una rueda tocaba el suelo junto a cada uno de ellos. 16 Las ruedas estaban colocadas de manera que parecía haber una rueda dentro de la otra. Eran luminosas como el topacio. 17 Las cuatro ruedas podían avanzar en cualquier dirección sin tener que volverse. 18 Estaban cubiertas de joyas majestuosas e impresionantes. 19 Cuando los seres vivientes se movían, las ruedas de su lado también se movían, y cuando los seres vivientes volaban, las ruedas también volaban junto con ellos. 20 Los seres vivientes iban adonde el espíritu los llevaba y las ruedas se elevaban con ellos porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas. 21 Cuando los seres vivientes se movían, las ruedas también se movían. Cuando se detenían, las ruedas también se detenían. Cuando volaban, las ruedas también volaban porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.
22 Sobre las cabezas de los seres vivientes se extendía algo como una plataforma[b] cristalina. Era impresionante. 23 Debajo de la plataforma los cuatro seres vivientes tenían sus alas extendidas, con el ala de uno apenas tocando el ala de otro. Con las otras dos, cada uno se cubría el cuerpo. 24 Cuando los seres vivientes avanzaban, yo podía oír el ruido de sus alas. Era como el rugir de las aguas del mar, como la voz del Todopoderoso, como el ruido tumultuoso de un campo militar. Cuando se detenían, replegaban sus alas. 25 Luego, cuando estaban parados con sus alas replegadas, se escuchó una voz que venía de la bóveda que estaba sobre sus cabezas.
19 Luego comió y recuperó las fuerzas.
Saulo en Damasco
Saulo se quedó un tiempo con los seguidores que vivían en Damasco. 20 Enseguida entró en las sinagogas a proclamar que Jesús es el Hijo de Dios. 21 Todos los que lo escuchaban se asombraban y decían: «¿No es este el mismo que en Jerusalén procuraba destruir a los que oraban a Jesús pidiéndole ayuda? ¿Acaso no vino a arrestar a los seguidores de aquí y a llevarlos ante los jefes de los sacerdotes?» 22 Sin embargo, las palabras de Saulo eran tan bien argumentadas que confundía a los judíos que vivían en Damasco. Ellos no lo podían contradecir cuando él afirmaba que Jesús es el Mesías.
Saulo escapa de Damasco
23 Después de muchos días, los judíos hicieron planes para matar a Saulo. 24 De día y de noche vigilaban las puertas de la ciudad porque querían matarlo, pero Saulo se enteró del plan. 25 Sus seguidores lo bajaron en un canasto por la muralla que rodeaba la ciudad.
Saulo en Jerusalén
26 Saulo se fue a Jerusalén y trató de reunirse con los seguidores, pero todos le tenían miedo y no creían que fuera un seguidor. 27 Pero Bernabé apoyó a Saulo y lo trajo a los apóstoles. Les explicó que Saulo había visto al Señor en el camino y que el Señor le había hablado. También les contó que en Damasco, Saulo había hablado valientemente en el nombre de Jesús. 28 Entonces Saulo se quedó en Jerusalén con los seguidores. Estando ahí, hablaba abiertamente en el nombre del Señor. 29 Conversaba y discutía con los judíos que hablaban griego, pero ellos intentaban acabar con él. 30 Cuando los hermanos se enteraron de esto, lo llevaron a la ciudad de Cesarea y de ahí lo mandaron a Tarso.
31 Así que la iglesia disfrutó de paz por toda Judea, Galilea y Samaria. Se fortalecía y progresaba, viviendo de una manera que mostraba mucho respeto por el Señor. La iglesia crecía animada por el Espíritu Santo.
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