Revised Common Lectionary (Complementary)
Que todo el mundo cante al Señor
(1 Cr 16:23-33)
1 Canten al SEÑOR una nueva canción;
que todo el mundo cante al SEÑOR.
2 Canten al SEÑOR, bendigan su nombre;
anuncien todos los días las buenas noticias de que él nos da la victoria.
3 Cuenten entre las naciones acerca de su gloria;
cuéntenles a todos los pueblos las maravillas de Dios.
4 El SEÑOR es grande y digno de la máxima alabanza;
es más temible que todos los dioses.
5 Los dioses de otras naciones no son sino ídolos;
en cambio, el SEÑOR hizo el cielo.
6 Hay esplendor y majestad ante su presencia;
poder y belleza en su templo santo.
7 Familias de las naciones, alaben al SEÑOR;
den la gloria y el poder al SEÑOR.
8 Alaben el nombre del SEÑOR;
lleven ofrendas al templo.
9 Alaben al SEÑOR en su hermoso templo;
que toda la tierra tiemble delante de él.
10 Anuncien a las naciones: «¡El SEÑOR es Rey!»
Él estableció el mundo, no será removido.
El SEÑOR juzgará a los pueblos con imparcialidad.
11 Que el cielo se alegre;
que la tierra se ponga contenta;
que el mar y todo lo que hay en él griten de alegría;
12 que estén felices los campos y todo lo que crece en ellos;
que los árboles del bosque canten de alegría.
13 Que todo el mundo esté feliz
porque el SEÑOR viene a gobernar[a] al mundo.
Él gobernará al mundo con justicia
y a las naciones con verdad.
Burla y castigo contra el rey de Babilonia
3 Cuando el SEÑOR te deje descansar de tus penas, sufrimientos y de la esclavitud a que te viste sometido, 4 entonces vas a cantar esta canción en son de burla contra el rey de Babilonia:
Vean en qué terminó el opresor,
cómo acabó su enojo arrogante.
5 El SEÑOR quebró el bastón del perverso,
el cetro del tirano,
6 que sin parar golpeaba furiosamente a las naciones;
oprimiendo a las naciones con enojo,
persiguiéndolas sin parar.
7 Ahora toda la tierra descansa y está tranquila;
la gente comienza a celebrar.
8 Hasta los pinos y los cedros del Líbano
se alegran de tu derrota, pues:
«Desde que tú has caído,
nadie ha venido a talarnos».
9 Allá abajo en el lugar de los muertos[a],
todo es emoción en espera de tu llegada.
Las sombras de los muertos se levantan,
salen a tu encuentro todos los líderes de la tierra,
los reyes se levantan de sus tronos.
10 Todos ellos responderán y te dirán:
«Tú también perdiste fuerza como nosotros,
terminaste igual».
11 Al lugar de los muertos vino a parar tu orgullo
y la música de tus arpas.
Allí te espera tu cama de gusanos
y tu cobija de lombrices.
La muerte de Juan el Bautista
(Mr 6:14-29; Lc 9:7-9)
14 En ese tiempo, Herodes era gobernador de Galilea y oyó hablar de Jesús. 2 Entonces les dijo a sus siervos: «Este hombre es en realidad Juan el Bautista que ha resucitado. Por eso tiene el poder de hacer estos milagros».
3 Este Herodes era el que había arrestado a Juan y lo había mandado encadenar y meter en la cárcel. Lo hizo por causa de Herodías, esposa de su hermano Felipe. 4 Juan siempre le decía: «No es correcto que vivas con ella». 5 Y por eso Herodes quería matarlo, pero le daba miedo hacerlo porque el pueblo consideraba que Juan era un profeta.
6 Cuando llegó el día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías bailó para él y sus invitados. A Herodes le gustó mucho el baile y por eso 7 prometió darle cualquier cosa que pidiera. 8 Herodías ya le había dicho a su hija lo que tenía que pedir y entonces ella le dijo a Herodes: «Dame en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».
9 El rey se puso triste, pero tenía que cumplir su promesa y no quería quedar mal con sus invitados. Entonces dio la orden de darle lo que ella quería. 10 Mandó a unos hombres a que le cortaran la cabeza a Juan en la cárcel. 11 Los hombres trajeron la cabeza en una bandeja, se la dieron a la muchacha y ella se la dio a su mamá. 12 Después llegaron los seguidores de Juan, se llevaron el cuerpo y lo enterraron. Luego fueron a contarle a Jesús lo que había pasado.
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