Revised Common Lectionary (Complementary)
Pecado y castigo del profeta falso
5 Así ha dicho el SEÑOR acerca de los profetas que hacen errar a mi pueblo, que muerden con sus dientes y proclaman: “Paz”; y al que no les da de comer le declaran guerra santa. 6 Por tanto, habrá para ustedes noche sin visión y oscuridad sin predicción. Se pondrá el sol sobre los profetas y el día se oscurecerá sobre ellos. 7 Serán avergonzados los videntes y confundidos los adivinos. Todos ellos se cubrirán hasta sus labios, porque no habrá respuesta de Dios. 8 En cambio, yo estoy lleno del poder del Espíritu del SEÑOR, de juicio y de valor para declarar a Jacob su rebelión y a Israel su pecado.
9 Oigan, pues, esto, oh jefes de la casa de Jacob y magistrados de la casa de Israel que hacen abominable el juicio y pervierten todo lo que es recto. 10 Ustedes edifican a Sion con sangre y a Jerusalén con iniquidad. 11 Sus jefes juzgan por soborno, sus sacerdotes enseñan solo por paga y sus profetas predicen por dinero, y se apoyan en el SEÑOR diciendo: “¿Acaso no está el SEÑOR entre nosotros? ¡No vendrá el mal sobre nosotros!”. 12 Por tanto, por culpa de ustedes Sion será arada como campo. Jerusalén será convertida en un montón de ruinas y el monte del templo en cumbres boscosas.
Anhelo por la casa de Dios
43 Júzgame, oh Dios, y defiende
mi causa.
Líbrame de una nación impía, del hombre de engaño e iniquidad.
2 Siendo tú el Dios de mi fortaleza, ¿por qué me has desechado?
¿Por qué he de andar enlutado por
la opresión del enemigo?
3 Envía tu luz y tu verdad;
estas me guiarán.
Ellas me conducirán a tu monte santo y a tus moradas.
4 Llegaré hasta el altar de Dios;
a Dios, mi alegría y mi gozo.
Te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío.
5 ¿Por qué te abates, oh alma mía,
y por qué te turbas dentro de mí? Espera a Dios, porque aún
le he de alabar.
¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios!
9 Porque se acuerdan, hermanos, de nuestro arduo trabajo y fatiga; que trabajando de día y de noche para no ser gravosos a ninguno de ustedes les predicamos el evangelio de Dios.
10 Ustedes son testigos, y Dios también, de cuán santa, justa e irreprensiblemente actuamos entre ustedes los creyentes. 11 En esto saben que fuimos para cada uno de ustedes como el padre para sus propios hijos: Les exhortábamos, les animábamos 12 y les insistíamos en que anduvieran como es digno de Dios, que los llama[a] a su propio reino y gloria.
Persecución de la iglesia
13 Por esta razón, nosotros también damos gracias a Dios sin cesar; porque cuando recibieron la palabra de Dios que oyeron de parte nuestra, la aceptaron, no como palabra de hombres sino como lo que es de veras, la palabra de Dios quien obra en ustedes los que creen.
Jesús denuncia a escribas y fariseos
23 Entonces habló Jesús a la multitud y a sus discípulos, 2 diciéndoles: “Los escribas y los fariseos están sentados en la cátedra de Moisés. 3 Así que, todo lo que les digan háganlo y guárdenlo; pero no hagan según sus obras, porque ellos dicen y no hacen. 4 Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos mismos no las quieren mover ni aun con el dedo. 5 Más bien, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Ellos ensanchan sus filacterias y alargan los flecos de sus mantos. 6 Aman los primeros asientos en los banquetes y las primeras sillas en las sinagogas, 7 las salutaciones en las plazas y el ser llamados por los hombres: Rabí, Rabí.
8 “Pero ustedes, no sean llamados Rabí; porque uno solo es su Maestro, y todos ustedes son hermanos. 9 Y no llamen a nadie su Padre en la tierra, porque su Padre que está en los cielos es uno solo. 10 Ni los llamen Guía, porque su Guía es uno solo, el Cristo. 11 Pero el que es mayor entre ustedes será su siervo; 12 porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
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