Revised Common Lectionary (Complementary)
El amor fraternal
Cántico gradual. De David.
133 ¡Qué bueno es, y qué agradable,
que los hermanos convivan en armonía!
2 Es como el buen perfume
que resbala por la cabeza de Aarón,
y llega hasta su barba
y hasta el borde de sus vestiduras.
3 Es como el rocío del monte Hermón,
que cae sobre los montes de Sión.
Allí el Señor ha decretado para su pueblo
bendición y vida para siempre.
29 Luego les dio esta orden:
«Yo estoy por reunirme con mi pueblo. Sepúltenme con mis padres en la cueva que está en el campo de Efrón el hitita. 30 Es la cueva que está en el campo de Macpela, frente a Mamre, en la tierra de Canaán. Abrahán la compró, junto con el campo mismo de Efrón el hitita, para sepultura hereditaria.(A) 31 Allí sepultaron a Abrahán(B) y a Sara, su mujer; allí sepultaron a Isaac(C) y a Rebeca, su mujer; allí también sepulté yo a Lea. 32 El campo y la cueva que está en él, era de los hititas, pero fue comprada de ellos.»
33 Y cuando Jacob terminó de dar instrucciones a sus hijos, encogió sus pies en la cama y expiró.(D) Así fue a reunirse con sus antepasados.
50 Entonces José se echó sobre el rostro de su padre, y lloró sobre su cuerpo y lo besó. 2 Luego mandó a sus siervos los médicos que embalsamaran a su padre, y ellos embalsamaron a Israel. 3 Y le guardaron luto cuarenta días, porque ése era el término de luto para los embalsamados, pero los egipcios lo lloraron setenta días.
4 Al término de los días de su luto, José habló con los de la casa del faraón, y les dijo:
«Si soy digno de pedirles un favor, les ruego que hablen con el faraón en mi favor. Díganle de mi parte: 5 “Mi padre me hizo hacerle este juramento: ‘Como ves, ya estoy por morirme. Quiero que me sepultes en el sepulcro que cavé para mí en la tierra de Canaán.’(E) Así que, permíteme ir a sepultar a mi padre. Luego volveré.”»
6 Y el faraón dijo:
«Ve y sepulta a tu padre, conforme al juramento que le hiciste.»
7 José fue a sepultar a su padre, y lo acompañaron todos los siervos del faraón y los ancianos de su casa, todos los ancianos de la tierra de Egipto, 8 toda la casa de José, y sus hermanos, y la casa de su padre. En la tierra de Gosén se quedaron solamente sus niños, y sus ovejas y sus vacas. 9 También lo acompañaron carros y gente de caballería. La comitiva era muy grande. 10 Cuando llegaron al campo de Atad, que está al otro lado del Jordán, sus lamentos y expresiones de tristeza fueron muy grandes. José, por su parte, hizo duelo por su padre durante siete días. 11 Al ver los cananeos, que habitaban esa región, el llanto que había en el campo de Atad, dijeron: «Grande es el llanto de los egipcios.» Por eso aquel lugar recibió el nombre de «Abel Mizrayin».[a] Este lugar está al otro lado del Jordán. 12 Los hijos de Israel hicieron con él todo lo que él les había ordenado: 13 lo llevaron a la tierra de Canaán y lo sepultaron en la cueva del campo de Macpela, al oriente de Mamre,(F) la cual Abrahán le compró a Efrón el hitita, junto con el campo mismo, para que fuera sepultura hereditaria. 14 Después de sepultar a su padre, José volvió a Egipto, junto con sus hermanos y con todos los que lo acompañaron.
13 Por tanto, no sigamos juzgándonos unos a otros. Más bien, propongámonos no poner tropiezo al hermano, ni hacerlo caer. 14 Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es impuro en sí mismo; pero si alguien piensa que algo es impuro, lo es para él. 15 Pero si tu hermano se siente agraviado por causa de lo que comes, entonces tu conducta ya no refleja el amor. No hagas que por causa de tu comida se pierda aquel por quien Cristo murió. 16 No permitan que se hable mal del bien que ustedes hacen, 17 porque el reino de Dios no es cuestión de comida ni de bebida, sino de justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. 18 El que de esta manera sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por los hombres. 19 Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. 20 No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas son limpias; lo malo es hacer tropezar a otros por lo que comemos. 21 Lo mejor es no comer carne, ni beber vino, ni hacer nada que haga que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite. 22 ¿Tú tienes fe? Tenla para contigo delante de Dios. Dichoso aquel, a quien su conciencia no lo acusa por lo que hace. 23 Pero el que duda acerca de lo que come, ya se ha condenado, porque no lo hace por convicción; y todo lo que no se hace por convicción es pecado.
15 Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, en vez de hacer lo que nos agrada. 2 Cada uno de nosotros debe agradar a su prójimo en lo que es bueno, con el fin de edificarlo.
Copyright © 2009, 2011 by Sociedades Bíblicas Unidas