Revised Common Lectionary (Complementary)
Dios es justo
SALMO 98 (97)
Himno.
98 ¡Cantemos a Dios un nuevo himno!
¡Él hace grandes maravillas!
Con su brazo santo y poderoso,
venció a sus enemigos.
2 Todo el mundo ha presenciado
el triunfo de nuestro Dios.
3 Nuestro Dios se acordó
de Israel, su pueblo amado.
¡Los más lejanos lugares de la tierra
han visto el triunfo de nuestro Dios!
4 Habitantes de toda la tierra,
griten con todas sus fuerzas:
«¡Viva nuestro Dios!»
¡Alábenlo con himnos y cánticos alegres!
5 ¡Cántenle himnos
al son de instrumentos de cuerda
y con voces melodiosas!
6 ¡Canten alegres a nuestro Rey,
al son de clarines y trompetas!
7 ¡Que se unan en alabanza
el mar y todo lo que contiene,
el mundo y todos sus habitantes!
8 ¡Que aplaudan los ríos,
y canten alegres todos los cerros!
9 ¡Que canten delante de Dios,
que viene para gobernar el mundo!
¡Él es un Dios justo,
y gobernará con justicia
a todos los pueblos de la tierra!
La gente adora la estatua de oro
3 El rey Nabucodonosor mandó hacer una estatua de oro. La estatua tenía treinta metros de alto y tres metros de ancho, y fue puesta en el valle de Durá, que está en la provincia de Babilonia. 2-3 Para la presentación de la estatua, el rey mandó que se reunieran todas las personas importantes de su gobierno. Cuando toda esa gente estuvo reunida, 4-5 un mensajero anunció:
«Hay aquí gente que viene de diferentes pueblos y habla distintos idiomas. A todos ustedes, el rey Nabucodonosor les ordena prestar atención a los músicos, que van a tocar sus instrumentos. En cuanto oigan la música, todos ustedes deberán inclinarse hasta el suelo y adorar a la estatua que el rey mandó hacer. 6 Quien no se incline para adorar a la estatua, será arrojado de inmediato a un horno encendido».
7 Y así fue. En cuanto la gente oyó la música, todos se arrodillaron y adoraron a la estatua de oro. Pero como los judíos no obedecieron la orden, 8 unos babilonios fueron a ver al rey para acusarlos. 9 Le dijeron:
«¡Deseamos que Su Majestad viva muchos años! 10 Sabemos que usted nos ha ordenado adorar a la estatua de oro, tan pronto como oigamos la música. 11 También sabemos que quien no obedezca será arrojado a un horno encendido. 12 Pero hay unos judíos que no respetan a Su Majestad, ni adoran a sus dioses, ni quieren inclinarse ante la estatua de oro. Y esto, a pesar de que Su Majestad les dio puestos muy importantes en el gobierno de Babilonia. Estamos hablando de Sadrac, Mesac y Abed-nego».
13 Al oír esto, el rey Nabucodonosor se enojó muchísimo y mandó que le llevaran a esos tres judíos. Cuando ellos se presentaron ante el rey, 14 él les preguntó:
—He sabido que ustedes no adoran a mis dioses ni quieren inclinarse ante la estatua de oro. ¿Es cierto eso? 15 Voy a darles una oportunidad. Si al escuchar la música, se inclinan y adoran a la estatua, no les haré nada. Pero si no la adoran, ordenaré que de inmediato los echen al horno. ¡Y ya verán que no habrá Dios que pueda salvarlos!
16-18 Sadrac, Mesac y Abed-nego le respondieron:
—Su Majestad, eso no es algo que nos preocupe. Si el Dios que adoramos así lo quiere, es capaz de librarnos del fuego y del poder de Su Majestad. Pero aun si no quisiera hacerlo, nosotros no pensamos adorar esa estatua de oro.
La destrucción de Babilonia
18 Después de esto, vi que del cielo bajaba otro ángel. Tenía mucha autoridad, y era tanto su brillo que la tierra se iluminó con su resplandor. 2 Gritaba con fuerte voz:
«¡Por fin cayó
la gran Babilonia!
Ahora es casa de demonios,
escondite de malos espíritus,
nido de todas las aves
y cueva de todas las fieras
que odiamos y no debemos comer.
3 »En todos los países
siguieron su ejemplo
y adoraron dioses falsos.
Lo mismo hicieron
los reyes de la tierra.
»Los comerciantes del mundo
se hicieron ricos,
pues ella les compró de todo
para satisfacer sus malos deseos.»
4 Entonces oí otra voz del cielo, que decía:
«Ustedes son mi pueblo.
Salgan de Babilonia,
y no pequen como ella,
para que no caigan sobre ustedes
las terribles plagas que le vendrán.
5 »Son tantos sus pecados
que llegan hasta el cielo.
¡Dios no se ha olvidado
de ninguno de ellos!
6 »Hagan con ella todo lo malo
que ella hizo con otros;
háganle pagar el doble
de todo lo malo que hizo.
»Háganla pasar dos veces
por la misma amarga experiencia
que otros tuvieron por su culpa.
7 »Ella era muy orgullosa,
y le gustaba vivir con grandes lujos;
¡pues ahora háganla sufrir!,
¡dense el lujo de atormentarla!
»Porque ella piensa:
“Aquí me tienen,
sentada en mi trono de reina.
No soy viuda, y nunca sufriré.”
8 »Por eso, en un mismo día
recibirá todos estos castigos:
hambre, sufrimiento y muerte.
¡Será destruida por el fuego,
porque el Señor,
el Dios todopoderoso,
ha decidido castigarla!»
9 Cuando Babilonia arda en llamas, lo lamentarán los reyes del mundo y llorarán por ella. Esos reyes, lo mismo que Babilonia, adoraron a dioses falsos y vivieron a todo lujo. 10 Pero por miedo a ser castigados junto con ella, se mantendrán alejados y dirán:
«¡Ay, qué terrible!
¡Pobrecita de ti,
gran ciudad de Babilonia,
gran ciudad poderosa!
¡En un abrir y cerrar de ojos,
Dios decidió castigarte!»
19 Además, se echaron ceniza en la cabeza para mostrar su tristeza, y entre llantos y lamentos gritaban:
«¡Ay, qué terrible!
¡Pobrecita de ti,
gran ciudad poderosa!
Con tus riquezas se hicieron ricos
todos los comerciantes del mar.
¡Y en un abrir y cerrar de ojos
has quedado destruida!
20 »¡Alégrense ustedes los santos,
que viven en el cielo,
pues Dios ha destruido
a la gran ciudad!
¡Alégrense ustedes los apóstoles,
y ustedes los profetas,
pues Dios ha castigado a Babilonia
por todo el mal que les hizo!»
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