Revised Common Lectionary (Complementary)
El futuro del malvado
SALMO 52 (51)
David compuso este poema cuando Doeg el edomita fue a decirle a Saúl: «David ha ido a la casa de Ahimélec».
52 Y tú, campeón de la maldad,[a]
¿por qué andas siempre
presumiendo de tu maldad?
2 Tienes la lengua como navaja;
no piensas más que en destruir
y en hacerles daño a los demás.
3 En vez de hacer lo bueno,
prefieres hacer lo malo;
en vez de decir sólo la verdad,
prefieres decir mentiras.
4 Tienes una lengua mentirosa,
y te gusta herir con las palabras.
5 ¡Pero Dios te hará pedazos!
De una vez por todas
te agarrará por el cuello
y te echará de tu casa;
¡te arrancará por completo
y te echará de este mundo!
6 Cuando el pueblo de Dios vea esto
quedará muy impresionado,
y entre burlas te dirá:
7 «¡Así acabarás,
campeón de la violencia,
pues no buscas refugio en Dios!
¡Y así acabarán los ricos,
que sólo confían en las riquezas!»
8 Por lo que a mí toca,
siempre pongo mi confianza
en el gran amor de Dios;
yo, en su presencia, cobro vida
como árbol cargado de frutos.
9 Dios mío,
yo siempre te daré gracias
por todo lo que has hecho;
en ti pondré mi confianza
porque tú eres bueno.
¡Pongo por testigo
al pueblo que te ama!
Josué lee la Ley en el monte Ebal
30 Más tarde, Josué mandó levantar en el monte Ebal un altar al Dios de Israel. 31 Lo hizo siguiendo las instrucciones que Moisés, servidor de Dios, le había dado a los israelitas. Dice en la Ley de Moisés: «Harás un altar de piedras enteras, es decir, que nadie haya cortado». Allí ofrecieron varias ofrendas a Dios.
32 Todos los israelitas vieron cómo Josué grabó sobre esas piedras la Ley que Moisés había dado. 33 Todo el pueblo de Israel y los extranjeros que vivían con ellos, junto con todos sus líderes, se reunieron en dos grupos. Se pusieron uno frente al otro, teniendo entre ellos el cofre del pacto. Detrás de un grupo quedaba el monte Guerizim, y detrás del otro, el monte Ebal. Junto al cofre estaban los sacerdotes descendientes de Leví. Moisés les había dicho que se formaran así cuando los sacerdotes dieran la bendición al pueblo. 34-35 Luego, Josué leyó en voz alta todo lo que está escrito en el libro de la Ley, incluyendo las bendiciones y las maldiciones. Todos los israelitas estaban presentes: hombres, mujeres, niños y extranjeros.
Dios es justo
2 Cuando alguno de ustedes acusa a otro de hacer algo malo, se acusa a sí mismo, porque también hace lo mismo. Así que no tiene ninguna razón de acusar y juzgar a otro, 2 aunque todos sabemos que, cuando Dios juzga a quienes hacen lo malo, los juzga correctamente.
3 Si ustedes acusan y juzgan a los demás, pero hacen lo mismo que ellos, están muy equivocados si creen que Dios no los va a castigar. 4 Dios es muy bueno, y tiene mucha paciencia, y soporta todo lo malo que ustedes hacen. Pero no vayan a pensar que lo que hacen no tiene importancia. Dios los trata con bondad, para que se arrepientan de su maldad. 5 Pero si insisten en desobedecerlo, y no se arrepienten, harán que Dios les aumente el castigo. Llegará el día del juicio final, cuando Dios juzgará a todos, y muy enojado, los castigará a ustedes. 6 Porque Dios le dará a cada uno lo que se merece: 7 a los que hicieron lo bueno, con la esperanza de recibir de parte de Dios reconocimiento, honor y vida eterna, Dios los dejará vivir para siempre con él. 8 Pero a los egoístas y malvados, y que no quieren hacer lo bueno, los castigará con todo su enojo. 9 Todos los malvados serán castigados con dolor y sufrimiento; en primer lugar, los judíos, pero también los que no son judíos. 10 A los que hayan hecho el bien, Dios les dará un lugar muy especial, y también honor y paz; en primer lugar, a los judíos, pero también a los que no son judíos. 11 ¡Dios no tiene favoritos!
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