Revised Common Lectionary (Complementary)
7 “Escucha, oh pueblo mío, y hablaré; testificaré contra ti, oh Israel. Yo soy Dios, el Dios tuyo.
8 No te reprocharé con respecto
a tus sacrificios
ni a tus holocaustos, que siempre están delante de mí.
9 No tomaré toros de tu casa
ni machos cabríos de tus rediles
10 porque míos son todos los animales del bosque,
los millares del ganado
en mis montes.
11 Conozco todas las aves de las alturas,
y las criaturas del campo son mías.
12 Si yo tuviera hambre, no te lo diría a ti porque mío es el mundo y su plenitud.
13 ¿He de comer la carne de los toros? ¿He de beber la sangre de los machos cabríos?
14 ¡Ofrece a Dios sacrificio de acción
de gracias!
¡Paga tus votos al Altísimo!
15 Invócame en el día de la angustia;
yo te libraré, y tú me glorificarás”.
34 El SEÑOR dijo, además, a Moisés:
—Lábrate dos tablas de piedra como las primeras, y escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban en las primeras, que rompiste. 2 Prepárate para la mañana, sube de mañana al monte Sinaí y preséntate allí delante de mí sobre la cumbre del monte. 3 No suba nadie contigo ni nadie sea visto en todo el monte. No pasten ovejas ni bueyes frente a ese monte.
4 Moisés labró dos tablas de piedra como las primeras. Y levantándose muy de mañana subió al monte Sinaí, como le mandó el SEÑOR, y llevó en sus manos las dos tablas de piedra. 5 Entonces descendió el SEÑOR en la nube, y se presentó allí a Moisés; y este invocó el nombre del SEÑOR. 6 El SEÑOR pasó frente a Moisés y proclamó:
—¡SEÑOR, SEÑOR, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y grande en misericordia y verdad, 7 que conserva su misericordia por mil generaciones, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado; pero que de ninguna manera dará por inocente al culpable; que castiga la maldad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación!
8 Entonces Moisés se apresuró a bajar la cabeza hacia el suelo, y se postró 9 diciendo:
—Oh Señor, si he hallado gracia ante tus ojos, vaya por favor el Señor en medio de nosotros, aunque este sea un pueblo de dura cerviz. Perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y acéptanos como tu heredad.
Jesús sana a dos ciegos
27 Mientras Jesús pasaba de allí, lo siguieron dos ciegos clamando a gritos y diciendo:
—¡Ten misericordia de nosotros, hijo de David!
28 Cuando él llegó a la casa, los ciegos vinieron a él. Y Jesús les dijo:
—¿Creen que puedo hacer esto?
Ellos dijeron:
—Sí, Señor.
29 Entonces les tocó los ojos diciendo:
—Conforme a la fe de ustedes les sea hecho.
30 Y los ojos de ellos fueron abiertos. Entonces Jesús les encargó rigurosamente diciendo:
—Miren que nadie lo sepa.
31 Pero ellos salieron y difundieron su fama por toda aquella tierra.
Jesús sana a un endemoniado mudo
32 Mientras aquellos salían, he aquí le trajeron un hombre mudo endemoniado. 33 Y tan pronto fue echado fuera el demonio, el mudo habló. Y las multitudes se maravillaban diciendo:
—¡Nunca se ha visto semejante cosa en Israel!
34 Pero los fariseos decían:
—Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios.
Version Reina Valera Actualizada, Copyright © 2015 by Editorial Mundo Hispano