Revised Common Lectionary (Complementary)
La devastación del día del señor
2 ¡Toquen la corneta en Sion y griten en mi santo monte! ¡Tiemblen todos los habitantes de la tierra porque viene el día del SEÑOR! 2 ¡Día de tinieblas y de oscuridad, día de nublado y de densa neblina! Como negrura que se despliega sobre las montañas es un ejército grande y fuerte. ¡Nunca antes ha subido algo semejante ni después de ello ocurrirá por años, de generación en generación!
Llamado a arrepentirse y a orar
12 “Pero aun ahora”, dice el SEÑOR, “vuélvanse a mí con todo su corazón, con ayuno, llanto y lamento. 13 Desgarren su corazón y no sus vestidos”.
Vuelvan al SEÑOR, su Dios, porque él es clemente y compasivo, lento para la ira, grande en misericordia y desiste del castigo. 14 ¿Quién sabe si desiste, cambia de parecer y deja tras sí bendición, es decir, ofrenda vegetal y líquida para el SEÑOR su Dios?
15 ¡Toquen la corneta en Sion; pregonen ayuno! ¡Convoquen a la asamblea! 16 ¡Reúnan al pueblo; santifiquen la congregación; agrupen a los ancianos; reúnan a los pequeños y a los niños de pecho! ¡Salga el novio de su cámara nupcial y la novia de su dosel! 17 Los sacerdotes que sirven al SEÑOR lloren entre el vestíbulo y el altar. Digan: “Perdona, oh SEÑOR, a mi pueblo. No entregues tu heredad a la afrenta para que las naciones se enseñoreen de ella. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: ‘¿Dónde está su Dios?’ ”.
La adoración que Dios acepta
58 “¡Proclama a voz en cuello! No te contengas; alza tu voz como corneta. Denuncia ante mi pueblo su transgresión, y a la casa de Jacob su pecado. 2 Pero ellos me consultan cada día, y les agrada saber mis caminos, como si fuera gente que hubiera obrado con justicia y que no hubiera dejado el juicio de su Dios. Me piden justos juicios y quieren acercarse a Dios. 3 Dicen: ‘¿Por qué ayunamos, y no hiciste caso? ¿Por qué afligimos nuestras almas, y no te diste por aludido?’.
“He aquí que en el día de su ayuno logran su deseo y explotan a todos sus trabajadores. 4 He aquí que sus ayunos son ocasión de contiendas y de riñas, para herir con el puño de perversidad. No pueden seguir ayunando como ahora, con el objeto de hacer oír su voz en lo alto. 5 ¿Es este el ayuno que yo escogí: solo un día en que el hombre se aflija a sí mismo? ¿Acaso el doblegar la cabeza como junco y el acostarse sobre cilicio y ceniza es lo que llaman ayuno y día agradable para el SEÑOR? 6 ¿No consiste, más bien, el ayuno que yo escogí, en desatar las ligaduras de impiedad, en soltar las ataduras del yugo, en dejar libres a los quebrantados y en romper todo yugo? 7 ¿No consiste en compartir tu pan con el hambriento y en llevar a tu casa a los pobres sin hogar? ¿No consiste en cubrir a tu prójimo cuando lo veas desnudo, y en no esconderte de quien es tu propia carne? 8 Entonces despuntará tu luz como el alba, y tu recuperación brotará con rapidez. Tu justicia irá delante de ti, y la gloria del SEÑOR irá a tu retaguardia. 9 Entonces invocarás, y el SEÑOR te escuchará. Clamarás, y él dirá: ‘¡Aquí estoy!’.
“Si quitas de en medio de ti el yugo, el acusar con el dedo y el hablar vilezas; 10 si tu alma provee para el hambriento y sacias al alma humillada, tu luz irradiará en las tinieblas, y tu oscuridad será como el mediodía. 11 El SEÑOR te guiará siempre y saciará tu alma en medio de los sequedales. Él fortalecerá tus huesos, y serás como un jardín de regadío y como un manantial de aguas cuyas aguas nunca faltan. 12 Los tuyos reconstruirán las ruinas antiguas. Levantarás los cimientos que estaban destruidos de generación en generación. Y serás llamado reparador de brechas y restaurador de sendas para habitar.
Oración de arrepentimiento
51 Al músico principal. Salmo de David, cuando el profeta Natán fue a él después de que David tuvo relaciones con Betsabé.
Ten piedad de mí, oh Dios,
conforme a tu misericordia.
Por tu abundante compasión borra mis rebeliones.
2 Lávame más y más de mi maldad,
y límpiame de mi pecado.
3 Porque yo reconozco mis rebeliones,
y mi pecado está siempre delante
de mí.
4 Contra ti, contra ti solo he pecado
y he hecho lo malo ante tus ojos. Seas tú reconocido justo en tu palabra
y tenido por puro en tu juicio.
5 He aquí, en maldad he nacido,
y en pecado me concibió mi madre.
6 He aquí, tú quieres la verdad en
lo íntimo,
y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
7 Quita mi pecado con hisopo,
y seré limpio;
lávame, y seré más blanco
que la nieve.
8 Hazme oír[a] gozo y alegría,
y se regocijarán estos huesos que has quebrantado.
9 Esconde tu rostro de mis pecados
y borra todas mis maldades.
10 Crea en mí, oh Dios, un corazón puro y renueva un espíritu firme
dentro de mí.
11 No me eches de tu presencia
ni quites de mí tu Santo Espíritu.
12 Devuélveme el gozo de tu salvación,
y un espíritu generoso me sustente.
13 Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos,
y los pecadores se convertirán a ti.
14 Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación,
y con regocijo cantará mi lengua
tu justicia.
15 Señor, abre mis labios,
y proclamará mi boca tu alabanza.
16 Porque no quieres sacrificio;
y si doy holocausto, no lo aceptas.
17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado.
Al corazón contrito y humillado
no desprecias tú, oh Dios.
20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo; y como Dios los exhorta por medio nuestro, les rogamos en nombre de Cristo: ¡Reconcíliense con Dios!
21 Al que no conoció pecado, por nosotros Dios lo hizo pecado, para que nosotros fuéramos hechos justicia de Dios en él.
6 Y así nosotros, como colaboradores, les exhortamos también a ustedes a que no reciban en vano la gracia de Dios; 2 porque dice:
En tiempo favorable te escuché,
y en el día de la salvación te socorrí[a].
¡He aquí ahora el tiempo más favorable! ¡He aquí ahora el día de salvación!
Credenciales del ministerio
3 No damos a nadie ocasión de tropiezo en nada, para que nuestro ministerio no sea desacreditado. 4 Más bien, en todo nos presentamos como ministros de Dios: en mucha perseverancia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias, 5 en azotes, en cárceles, en tumultos, en duras labores, en desvelos, en ayunos, 6 en pureza, en conocimiento, en tolerancia, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor no fingido, 7 en palabra de verdad, en poder de Dios, por medio de armas de justicia a derecha y a izquierda; 8 por honra y deshonra, por mala fama y buena fama; como engañadores pero siendo hombres de verdad; 9 como no conocidos pero bien conocidos; como muriendo pero he aquí vivimos; como castigados pero no muertos; 10 como entristecidos pero siempre gozosos; como pobres pero enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada pero poseyéndolo todo.
Sobre las obras de misericordia
6 “Guárdense de hacer su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos. De lo contrario, no tendrán recompensa de su Padre que está en los cielos. 2 Cuando, pues, hagas obras de misericordia, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para ser honrados por los hombres. De cierto les digo que ellos ya tienen su recompensa. 3 Pero cuando tú hagas obras de misericordia, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, 4 de modo que tus obras de misericordia sean en secreto. Y tu Padre que ve en secreto te recompensará[a].
Sobre la oración: El Padre Nuestro
5 “Cuando ustedes oren, no sean como los hipócritas, que aman orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. De cierto les digo que ya tienen su recompensa. 6 Pero tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto te recompensará[b].
Sobre el ayuno
16 “Cuando ustedes ayunen, no se hagan los tristes, como los hipócritas, que descuidan su apariencia para mostrar a los hombres que ayunan. De cierto les digo que ya tienen su recompensa. 17 Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lávate la cara, 18 de modo que no muestres a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto. Y tu Padre que ve en secreto te recompensará[a].
Sobre las riquezas
19 “No acumulen para ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido corrompen, y donde los ladrones se meten y roban. 20 Más bien, acumulen para ustedes tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido corrompen, y donde los ladrones no se meten ni roban. 21 Porque donde esté tu tesoro, allí también estará tu corazón.
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