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Old/New Testament

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Nueva Traducción Viviente (NTV)
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Ester 9-10

La victoria de los judíos

Así que, el 7 de marzo,[a] los dos decretos del rey entraron en vigencia. Ese día, los enemigos de los judíos tenían la esperanza de dominarlos, pero ocurrió todo lo contrario. Fueron los judíos quienes dominaron a sus enemigos. Los judíos se reunieron en sus ciudades, en todas las provincias del rey, para atacar a todo el que intentara hacerles daño; pero nadie pudo hacerles frente porque todos les tenían miedo. Además, todos los nobles de las provincias, los funcionarios de más alta posición, los gobernadores y los funcionarios reales ayudaron a los judíos por temor a Mardoqueo. Pues a Mardoqueo lo habían ascendido a un alto cargo en el palacio del rey, y su fama se extendía por todas las provincias a medida que se hacía más y más poderoso.

Así que, el día señalado, los judíos hirieron de muerte a sus enemigos a filo de espada. Mataron y aniquilaron a sus enemigos e hicieron lo que quisieron con quienes los odiaban. En la propia fortaleza de Susa, los judíos mataron a quinientos hombres. También mataron a Parsandata, a Dalfón, a Aspata, a Porata, a Adalía, a Aridata, a Parmasta, a Arisai, a Aridai y a Vaizata: 10 los diez hijos de Amán, hijo de Hamedata, el enemigo de los judíos; pero no se quedaron con ninguna de sus pertenencias.

11 Ese mismo día, cuando se le informó al rey el número de muertos en la fortaleza de Susa, 12 hizo llamar a la reina Ester y le dijo:

—Los judíos mataron a quinientos hombres solo en la fortaleza de Susa, además de los diez hijos de Amán. Si aquí hicieron eso, ¿qué habrá pasado en el resto de las provincias? Ahora bien, ¿qué más quieres? Te será concedido; dímelo y lo haré.

13 Ester contestó:

—Si al rey le agrada, que a los judíos de Susa se les dé permiso para hacer mañana lo que hicieron hoy, y que los cuerpos de los diez hijos de Amán sean atravesados en un poste.

14 El rey estuvo de acuerdo, y el decreto se hizo público en Susa. Atravesaron los cuerpos de los diez hijos de Amán. 15 Luego, el 8 de marzo,[b] los judíos de Susa se reunieron y mataron a trescientos hombres más, y otra vez tampoco se quedaron con ninguna de sus pertenencias.

16 Mientras tanto, los demás judíos en todas las provincias del rey se reunieron para defender su vida. Quedaron aliviados de todos sus enemigos, al matar a setenta y cinco mil de los que los odiaban; pero no se quedaron con ninguna de sus pertenencias. 17 Eso ocurrió en todas las provincias el 7 de marzo, y el día 8 descansaron[c] para celebrar su victoria con un día de fiesta y alegría. 18 (Los judíos de Susa mataron a sus enemigos el día 7 de marzo, continuaron el 8, y luego el día 9 descansaron[d] y lo designaron su día de fiesta y alegría). 19 De manera que, hasta el día de hoy, los judíos del campo que viven en aldeas remotas celebran un día feriado anualmente en el día señalado a fines del invierno,[e] en el cual se alegran y se mandan regalos de comida unos a otros.

El Festival de Purim

20 Mardoqueo registró esos acontecimientos y envió cartas a los judíos que vivían cerca y lejos, en todas las provincias del rey Jerjes, 21 para motivarlos a celebrar cada año un festival durante esos dos días.[f] 22 Les dijo que debían celebrar esos días con alegría y festejos, obsequiándose porciones de comida unos a otros y haciendo regalos a los pobres. Ese festival conmemoraría el tiempo en que los judíos quedaron aliviados de sus enemigos, cuando su dolor se convirtió en alegría y su duelo en gozo.

23 Así que los judíos aceptaron la propuesta de Mardoqueo y adoptaron esa costumbre anual. 24 Amán, hijo de Hamedata el agagueo, el enemigo de los judíos, había conspirado para aplastarlos y destruirlos en la fecha escogida al echar suertes (a las suertes se les llamaba purim); 25 pero cuando Ester se presentó ante el rey, él emitió un decreto que causó que el plan siniestro de Amán se volviera en su contra, y tanto Amán como sus hijos fueron atravesados en un poste afilado. 26 Por eso la celebración se llama Purim, porque es la palabra que se empleaba antiguamente para la frase «echar suertes».

Por lo tanto, debido a la carta de Mardoqueo y a la experiencia que vivieron, 27 los judíos de todo el reino se pusieron de acuerdo para iniciar esa tradición y pasarla a sus descendientes y a todos los que se hacían judíos. Declararon que jamás dejarían de celebrar cada año esos dos días prescritos en la fecha señalada. 28 Esos días se recordarían y se mantendrían de generación en generación y serían celebrados por cada familia en todas las provincias y ciudades del imperio. El Festival de Purim nunca dejaría de celebrarse entre los judíos, ni se extinguiría de entre sus descendientes el recuerdo de lo ocurrido.

29 Luego, la reina Ester, hija de Abihail, junto con Mardoqueo, el judío, escribieron otra carta en la cual la plena autoridad de la reina respaldaba la carta de Mardoqueo para establecer el Festival de Purim. 30 Se enviaron cartas con deseos de paz y seguridad a los judíos de las ciento veintisiete provincias del imperio de Jerjes. 31 Esas cartas establecían la celebración anual del Festival de Purim en las fechas señaladas, como lo habían decretado el judío Mardoqueo y la reina Ester. (El pueblo decidió celebrar el festival, de la misma manera que había decidido establecer el tiempo de ayuno y luto para sí y sus descendientes). 32 Así que el mandato de Ester confirmó la costumbre del Purim, y todo quedó escrito en los registros.

La grandeza de Jerjes y de Mardoqueo

10 El rey Jerjes impuso un tributo en todo su imperio, incluso hasta las costas lejanas. Sus grandes logros y el relato completo de la grandeza de Mardoqueo, a quien el rey había ascendido, están registrados en El libro de la historia de los reyes de Media y Persia. Mardoqueo, el judío, llegó a ser primer ministro, segundo en mando después del propio rey Jerjes. Fue un hombre muy importante entre los judíos, de gran estima ante ellos, porque siguió actuando a favor de su pueblo y defendiendo el bienestar de todos sus descendientes.

Hechos 7:1-21

Discurso de Esteban ante el Concilio

Entonces el sumo sacerdote le preguntó a Esteban:

—¿Son ciertas estas acusaciones?

Esteban dio la siguiente respuesta:

—Hermanos y padres, escúchenme. Nuestro glorioso Dios se le apareció a nuestro antepasado Abraham en Mesopotamia antes de que él se estableciera en Harán.[a] Dios le dijo: “Deja tu patria y a tus parientes y entra en la tierra que yo te mostraré”[b]. Entonces Abraham salió del territorio de los caldeos y vivió en Harán hasta que su padre murió. Después Dios lo trajo hasta aquí, a la tierra donde ustedes viven ahora.

»Sin embargo, Dios no le dio ninguna herencia aquí, ni siquiera un metro cuadrado de tierra; pero Dios sí le prometió que algún día toda la tierra les pertenecería a Abraham y a sus descendientes, aun cuando él todavía no tenía hijos. Dios también le dijo que sus descendientes vivirían en una tierra extranjera, donde serían oprimidos como esclavos durante cuatrocientos años. “Pero yo castigaré a la nación que los esclavice—dijo Dios—, y al final saldrán de allí y me adorarán en este lugar”[c].

»En aquel entonces, Dios también le dio a Abraham el pacto de la circuncisión. Así que cuando nació su hijo Isaac, Abraham lo circuncidó al octavo día; y esa práctica continuó cuando Isaac fue padre de Jacob y cuando Jacob fue padre de los doce patriarcas de la nación israelita.

»Estos patriarcas tuvieron envidia de su hermano José y lo vendieron para que fuera esclavo en Egipto; pero Dios estaba con él 10 y lo rescató de todas sus dificultades; y Dios le mostró su favor ante el faraón, el rey de Egipto. Dios también le dio a José una sabiduría fuera de lo común, de manera que el faraón lo nombró gobernador de todo Egipto y lo puso a cargo del palacio.

11 »Entonces un hambre azotó a Egipto y a Canaán. Hubo mucho sufrimiento, y nuestros antepasados se quedaron sin alimento. 12 Jacob oyó que aún había grano en Egipto, por lo que envió a sus hijos—nuestros antepasados—a comprar un poco. 13 La segunda vez que fueron, José reveló su identidad a sus hermanos[d] y se los presentó al faraón. 14 Después José mandó a buscar a su padre, Jacob, y a todos sus parientes para que los llevaran a Egipto, setenta y cinco personas en total. 15 De modo que Jacob fue a Egipto. Murió allí, al igual que nuestros antepasados. 16 Sus cuerpos fueron llevados a Siquem, donde fueron enterrados en la tumba que Abraham les había comprado a los hijos de Hamor en Siquem a un determinado precio.

17 »A medida que se acercaba el tiempo en que Dios cumpliría su promesa a Abraham, el número de nuestro pueblo en Egipto aumentó considerablemente. 18 Pero luego ascendió un nuevo rey al trono de Egipto, quien no sabía nada de José. 19 Este rey explotó a nuestro pueblo y lo oprimió, y forzó a los padres a que abandonaran a sus recién nacidos para que murieran.

20 »En esos días nació Moisés, un hermoso niño a los ojos de Dios. Sus padres lo cuidaron en casa durante tres meses. 21 Cuando tuvieron que abandonarlo, la hija del faraón lo adoptó y lo crio como su propio hijo.

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