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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Nueva Versión Internacional (Castilian) (CST)
Version
Génesis 39-40

José y la esposa de Potifar

39 Cuando José fue llevado a Egipto, los ismaelitas que lo habían trasladado allí lo vendieron a Potifar, un egipcio que era funcionario del faraón y capitán de su guardia. Ahora bien, el Señor estaba con José y las cosas le salían muy bien. Mientras José vivía en la casa de su patrón egipcio, este se dio cuenta de que el Señor estaba con José y lo hacía prosperar en todo. José se ganó la confianza de Potifar, y este lo nombró mayordomo de toda su casa y le confió la administración de todos sus bienes. Por causa de José, el Señor bendijo la casa del egipcio Potifar a partir del momento en que puso a José a cargo de su casa y de todos sus bienes. La bendición del Señor se extendió sobre todo lo que tenía el egipcio, tanto en la casa como en el campo. Por esto Potifar dejó todo a cargo de José, y tan solo se preocupaba por lo que tenía que comer.

José tenía muy buen físico y era muy atractivo. Después de algún tiempo, la esposa de su patrón empezó a echarle el ojo y le propuso:

―Acuéstate conmigo.

Pero José no quiso saber nada, sino que le contestó:

―Mira, señora: mi patrón ya no tiene que preocuparse de nada en la casa, porque todo me lo ha confiado a mí. En esta casa no hay nadie más importante que yo. Mi patrón no me ha negado nada, excepto meterme contigo, que eres su esposa. ¿Cómo podría yo cometer tal maldad y pecar así contra Dios?

10 Y por más que ella lo acosaba día tras día para que se acostara con ella y le hiciera compañía, José se mantuvo firme en su rechazo.

11 Un día, en un momento en que todo el personal de servicio se encontraba ausente, José entró en la casa para cumplir con sus responsabilidades. 12 Entonces la mujer de Potifar lo agarró del manto y le rogó: «¡Acuéstate conmigo!»

Pero José, dejando el manto en manos de ella, salió corriendo de la casa. 13 Al ver ella que él había dejado el manto en sus manos y había salido corriendo, 14 llamó a los siervos de la casa y les dijo: «¡Mirad!, el hebreo que nos trajo mi esposo solo ha venido a burlarse de nosotros. Entró en la casa con la intención de acostarse conmigo, pero yo grité con todas mis fuerzas. 15 En cuanto me oyó gritar, salió corriendo y dejó su manto a mi lado».

16 La mujer guardó el manto de José hasta que su marido volvió a su casa. 17 Entonces le contó la misma historia: «El esclavo hebreo que nos trajiste quiso aprovecharse de mí. 18 Pero, en cuanto grité con todas mis fuerzas, salió corriendo y dejó su manto a mi lado».

19 Cuando el patrón de José escuchó de labios de su mujer cómo la había tratado el esclavo, se enfureció 20 y mandó que echaran a José en la cárcel donde estaban los presos del rey.

Pero aun en la cárcel 21 el Señor estaba con él y no dejó de mostrarle su amor. Hizo que se ganara la confianza del guardia de la cárcel, 22 el cual puso a José a cargo de todos los prisioneros y de todo lo que allí se hacía. 23 Como el Señor estaba con José y hacía prosperar todo lo que él hacía, el guardia de la cárcel no se preocupaba de nada de lo que dejaba en sus manos.

El copero y el panadero

40 Después de algún tiempo, el copero y el panadero del rey de Egipto ofendieron a su señor. El faraón se enojó contra estos dos funcionarios suyos, es decir, contra el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos, así que los mandó presos a la casa del capitán de la guardia, que era la misma cárcel donde estaba preso José. Allí, el capitán de la guardia le encargó a José que atendiera a estos funcionarios.

Después de haber estado algún tiempo en la cárcel, una noche los dos funcionarios, es decir, el copero y el panadero, tuvieron cada uno un sueño, cada sueño con su propio significado. A la mañana siguiente, cuando José fue a verlos, los encontró muy preocupados, y por eso les preguntó:

―¿Por qué andáis tan cabizbajos?

―Los dos tuvimos un sueño —respondieron—, y no hay nadie que nos lo interprete.

―¿Acaso no es Dios quien da la interpretación? —preguntó José—. ¿Por qué no me contáis lo que soñasteis?

Entonces el jefe de los coperos le contó a José el sueño que había tenido:

―Soñé que frente a mí había una vid, 10 la cual tenía tres ramas. En cuanto la vid echó brotes, floreció; y maduraron las uvas en los racimos. 11 Yo tenía la copa del faraón en la mano. Tomé las uvas, las exprimí en la copa, y luego puse la copa en manos del faraón.

12 Entonces José le dijo:

―Esta es la interpretación de tu sueño: Las tres ramas son tres días. 13 Dentro de los próximos tres días, el faraón te indultará y volverá a colocarte en tu cargo. Tú volverás a poner la copa del faraón en su mano, tal como lo hacías antes, cuando eras su copero. 14 Yo te ruego que no te olvides de mí. Por favor, cuando todo se haya arreglado, háblale tú de mí al faraón para que me saque de esta cárcel. 15 A mí me trajeron por la fuerza, de la tierra de los hebreos. ¡Yo no hice nada aquí para que me echaran en la cárcel!

16 Al ver que la interpretación había sido favorable, el jefe de los panaderos le dijo a José:

―Yo también tuve un sueño. En ese sueño, llevaba yo tres canastas de pan[a] sobre la cabeza. 17 En la canasta de arriba había un gran surtido de repostería para el faraón, pero las aves venían a comer de la canasta que llevaba sobre la cabeza.

18 José le respondió:

―Esta es la interpretación de tu sueño: Las tres canastas son tres días. 19 Dentro de los próximos tres días, el faraón mandará que a ti te decapiten y te cuelguen de un árbol, y las aves devorarán tu cuerpo.

20 En efecto, tres días después el faraón celebró su cumpleaños y ofreció una gran fiesta para todos sus funcionarios. En presencia de estos, mandó sacar de la cárcel al jefe de los coperos y al jefe de los panaderos. 21 Al jefe de los coperos lo restituyó en su cargo para que, una vez más, pusiera la copa en manos del faraón. 22 Pero, tal como había predicho José, al jefe de los panaderos mandó que lo ahorcaran. 23 Sin embargo, el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que se olvidó de él por completo.

Mateo 11

Jesús y Juan el Bautista(A)

11 Cuando Jesús terminó de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en otros pueblos.

Juan estaba en la cárcel, y al enterarse de lo que Cristo estaba haciendo, envió a sus discípulos a que le preguntaran:

―¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?

Les respondió Jesús:

―Id y contadle a Juan lo que estáis viendo y oyendo: Los ciegos ven, los cojos andan, los que tienen lepra son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncian las buenas nuevas. Dichoso el que no tropieza por causa mía.

Mientras se iban los discípulos de Juan, Jesús comenzó a hablar a la multitud acerca de Juan: «¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? Si no, ¿qué salisteis a ver? ¿A un hombre vestido con ropa fina? Claro que no, pues los que usan ropa de lujo están en los palacios de los reyes. Entonces, ¿qué fuisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. 10 Este es de quien está escrito:

»“Yo estoy por enviar a mi mensajero delante de ti,
    el cual preparará tu camino”.[a]

11 Os aseguro que entre los mortales no se ha levantado nadie más grande que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él. 12 Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos ha venido avanzando contra viento y marea, y los que se esfuerzan logran aferrarse a él.[b] 13 Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan. 14 Y, si queréis aceptar mi palabra, Juan es el Elías que había de venir. 15 El que tenga oídos, que oiga.

16 »¿Con qué puedo comparar a esta generación? Se parece a los niños sentados en la plaza que gritan a los demás:

17 »“Tocamos la flauta,
    y no bailasteis;
Cantamos por los muertos,
    y no llorasteis”.

18 »Porque vino Juan, que no comía ni bebía, y dicen: “Tiene un demonio”. 19 Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Este es un glotón y un borracho, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores”. Pero la sabiduría queda demostrada por sus hechos».

Ayes sobre ciudades no arrepentidas(B)

20 Entonces comenzó Jesús a denunciar a las ciudades en que había hecho la mayor parte de sus milagros, porque no se habían arrepentido. 21 «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Si se hubieran hecho en Tiro y en Sidón los milagros que se hicieron en medio de vosotras, ya hace tiempo que se habrían arrepentido con muchos lamentos.[c] 22 Pero os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para Tiro y Sidón que para vosotras. 23 Y tú, Capernaún, ¿acaso serás levantada hasta el cielo? No, sino que descenderás hasta el abismo. Si los milagros que se hicieron en ti se hubieran hecho en Sodoma, esta habría permanecido hasta el día de hoy. 24 Pero te[d] digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para Sodoma que para ti».

Descanso para los cansados(C)

25 En aquel tiempo Jesús dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque habiendo escondido estas cosas de los sabios e instruidos, se las has revelado a los que son como niños. 26 Sí, Padre, porque esa fue tu buena voluntad.

27 »Mi Padre me ha entregado todas las cosas. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo.

28 »Venid a mí todos vosotros que estáis cansados y agobiados, y yo os daré descanso. 29 Cargad con mi yugo y aprended de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestra alma. 30 Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana».

Nueva Versión Internacional (Castilian) (CST)

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