Old/New Testament
Tres visiones
7 Esto es lo que Dios el Señor me mostró en una visión: Él estaba preparando un vasto enjambre de langostas para destruir toda la cosecha que le pertenecía al pueblo. La primera cosecha, que era para el rey, ya se la habían entregado a él. 2 En la visión contemplaba cómo las langostas estaban acabando con todos los cultivos. Entonces dije:
―¡Señor mi Dios, te ruego que perdones a tu pueblo! ¡No les envíes esta plaga! Si tú te vuelves contra Israel, ¿qué esperanza queda? ¡Pues Israel es tan pequeño y débil y después de esta plaga les irá peor!
3 Por eso el Señor cambió de idea, y me dijo:
―Muy bien, no haré esto.
4 Luego Dios el Señor me mostró un gran incendio que él había preparado para castigar a los israelitas. Era tan violento que había ya secado las aguas y estaba secando toda la tierra. 5 Entonces yo dije:
―¡Señor mi Dios, te ruego que no lo hagas! Si tú te vuelves contra Israel, ¿qué esperanza queda? ¡Pues Israel es tan pequeño y débil!
6 Entonces el Señor cambió de idea, y me dijo:
―Muy bien, tampoco voy a hacer eso.
7 Luego me mostró esto: El Señor estaba parado al lado de una pared y tenía en su mano una plomada, de las que usan los albañiles para comprobar si una pared está recta. 8 Y el Señor me preguntó:
―Amós, ¿qué ves?
Yo respondí:
―Una plomada de albañil.
Entonces el Señor contestó:
―Yo probaré a mi pueblo con una plomada. Ya no me apartaré de mi propósito de castigarlo, le daré lo que se merece por sus actos de maldad. 9 Derribaré los altares y los templos de los ídolos que se ha hecho Israel, y también mataré con espada a la familia del rey Jeroboán.
Amasías contra Amós
10 Pero cuando Amasías, el sacerdote de Betel, oyó lo que Amós estaba anunciando, envió rápidamente un mensajero al rey Jeroboán con este mensaje: «Amós está incitando a los israelitas a que se rebelen contra usted. No podemos permitir que siga hablando con la gente del pueblo. 11 Él dice que usted morirá en una batalla y que los israelitas serán llevados como esclavos a un país lejano».
12 Luego Amasías le dijo a Amós:
―¡Sal de aquí, hombre de visiones! ¡Huye a la tierra de Judá y gánate la vida profetizando allá! 13 ¡No nos molestes aquí con tus visiones! Aquí en Betel está el principal templo del reino, y es donde el rey viene a adorar. ¡Así que no prediques más en esta ciudad!
14 Pero Amós contestó:
―Yo no soy realmente uno de los profetas oficiales. Yo no desciendo de una familia de profetas. Soy tan sólo un pastor de ovejas y recolector de higos silvestres. 15 Pero fue el Señor quien me sacó de mi ocupación de cuidar los rebaños y me dijo: “Anda y profetiza a mi pueblo Israel lo que yo te comunicaré”. 16 Ahora, pues, escucha este mensaje para ti, de parte del Señor. Tú dices: “No profetices contra los israelitas, pues son los descendientes de Isaac”. 17 Por eso, el Señor te dice: “Escucha lo que se te viene encima: Tu esposa se convertirá en una prostituta en esta ciudad, tus hijos e hijas serán muertos en una batalla y tu tierra será repartida entre tus enemigos. Tú mismo morirás en una tierra pagana, y el pueblo de Israel será llevado como esclavo a un país extraño, muy lejos de aquí”.
Cuarta visión y advertencias
8 Luego Dios el Señor me mostró en una visión una canasta llena de fruta madura, y me preguntó:
2 ―¿Qué ves, Amós?
Yo le contesté:
―Una canasta llena de fruta madura.
Luego el Señor me dijo:
―Esta fruta representa a mi pueblo Israel, pues ya está maduro para recibir el castigo que merece; de modo que no voy a perdonarlo más. 3 El día que lo castigue, en el templo se entonarán cantos fúnebres en vez de alabanzas alegres. Serán tantos los muertos que habrá cadáveres por todas partes, y serán sacados fuera de la ciudad en silencio, con mucha pesadumbre. Lo ha dicho Dios el Señor.
4 Escuchen, ustedes, comerciantes que explotan a los pobres y ustedes, terratenientes que causan la ruina de los necesitados arrebatándoles su tierra. 5 Ustedes que anhelan que el sábado termine y que las fiestas religiosas se acaben, para poder salir y comenzar a estafar de nuevo, usando sus balanzas falseadas y medidas tramposas. 6 Ustedes que hasta se atreven a vender los deshechos del trigo. Ustedes que son capaces de comprar como esclavos a los pobres por unas cuantas monedas, o por un par de sandalias. 7 El Señor, que es el orgullo de Israel, ha jurado: «¡Yo no olvidaré jamás sus malas acciones!». 8 ¡Hasta la tierra se estremecerá de horror al ver las consecuencias de mi castigo, y sus habitantes llorarán de dolor! La tierra subirá como lo hace el río Nilo en el tiempo de la inundación, se agitará y bajará de nuevo. 9 En aquel tiempo yo haré que el sol se oculte al mediodía, y oscureceré la tierra cuando todavía sea de día. Lo ha dicho Dios el Señor.
10 Y yo transformaré sus fiestas alegres en velorios tristes, y sus cantos de gozo en gritos de desesperación. Haré que ese día se pongan ropa de luto y se rapen la cabeza en señal de dolor y vergüenza. Ese día habrá tanto llanto y amargura como cuando se muere un hijo único.
11 El tiempo viene, dice Dios el Señor, cuando yo enviaré hambre sobre la tierra, pero no hambre de pan o sed de agua, sino de oír y seguir las instrucciones del Señor. 12 Los hombres irán de un mar a otro, atravesarán la tierra de norte a sur buscando conocer las instrucciones del Señor, pero no las encontrarán.
13 Ese día, las muchachas hermosas y los jóvenes valientes desmayarán de sed. 14 Y los que ofrecen homenajes a los ídolos de Samaria, Dan y Berseba caerán para nunca más levantarse.
Quinta visión
9 Vi al Señor parado al lado del altar del templo de Jerusalén, y dijo: «Destrocen los capiteles de las columnas y sacudan el templo hasta que las columnas se desmoronen y el techo se desplome sobre la gente. Si alguno queda vivo en esa ocasión, entonces haré que muera en la guerra. ¡Ninguno logrará escapar con vida! 2 Aunque hagan un hueco y traten de bajar a lo más profundo de la tierra, hasta allí iré a buscarlos y los sacaré para darles su merecido; aunque pudieran subir al cielo intentando escapar, yo los haría descender para darles el castigo que se merecen.
3 »Aunque se escondan entre las rocas en la cima del monte Carmelo, yo los buscaré allá y los capturaré. Aunque se escondan en el fondo del océano, yo enviaré la serpiente marina tras ellos para morderlos y destruirlos. 4 Aunque sus enemigos se los lleven como esclavos a un país muy lejano, hasta allá haré que mueran atravesados por la espada. Yo me aseguraré de que reciban mal y no bien».
5 Dios, el Señor Todopoderoso, toca la tierra y esta se derrite ante lo intenso de su cólera; la hace subir y bajar como si fuera el río Nilo, como ocurre en un terremoto. Por eso, lloran todos los habitantes de la tierra.
6 El Señor construyó su palacio en el cielo, y ha puesto sus cimientos en la tierra. Él llama a las aguas del mar y las derraman como lluvia sobre la tierra. Su nombre es el Señor.
7 El Señor ha dicho: «Israelitas, ¿acaso no son ustedes para mí iguales que los cursitas? ¿Acaso yo, que los saqué a ustedes de Egipto, no he hecho lo mismo con otros pueblos también? Yo saqué de Creta a los filisteos y de Quir a los sirios. Lo ha dicho el Señor.
8 »Mis ojos están observando a Israel, esa nación tan inclinada a la maldad; por lo que veo, exterminaré a sus habitantes, los descendientes de Jacob; aunque dejaré a algunos de ellos con vida. Lo ha dicho el Señor.
9 »Pues yo he mandado que Israel sea zarandeado por las otras naciones, como se zarandea el trigo en una criba, sin que un solo grano caiga a tierra. 10 En cambio, sí morirán en batalla todos estos malvados que dicen: “Dios no nos tocará; ninguna desgracia tendremos que sufrir nosotros”.
Restauración de Israel
11 »Luego, en ese tiempo yo repararé la casa de David, repararé sus grietas, levantaré sus murallas, y haré que vuelva a ser tan importante como antes. 12 Israel, que es mi pueblo, se adueñará de lo que queda de Edom y de todas las naciones vecinas. Lo ha dicho el Señor, quien hará que esto ocurra.
13 »El tiempo vendrá cuando habrá tal abundancia de cosechas, que la temporada de la siega casi no habrá terminado cuando el agricultor comenzará de nuevo a sembrar para otra cosecha; y los montes sembrados de uvas producirán tanto, que sobrará el vino. ¡Sí, de las colinas bajará el vino como si fuera un río! Lo ha dicho el Señor.
14 »Ese día, yo haré que mi pueblo Israel regrese a su país. Entonces reconstruirán sus ciudades arruinadas, y vivirán en ellas de nuevo; plantarán viñas y disfrutarán de su vino, cultivarán la tierra y comerán sus cosechas. 15 Yo los plantaré firmemente allí sobre la tierra que les he dado; y nunca más serán arrancados de su tierra». Lo ha dicho el Señor, tu Dios.
El séptimo sello y el incensario de oro
8 Cuando el Cordero rompió el séptimo sello, se produjo en el cielo como una media hora de silencio.
2 Entre tanto, los siete ángeles que estaban delante de Dios recibieron siete trompetas. 3 Otro ángel, con un incensario de oro, vino y se paró ante el altar; allí se le entregó una gran cantidad de incienso para que lo mezclara con las oraciones de todo el pueblo de Dios y lo ofreciera sobre el altar de oro que estaba delante del trono. 4 Y el humo del incienso y las oraciones que el ángel derramó en el altar ascendieron a la presencia de Dios. 5 Luego el ángel llenó el incensario del fuego del altar y lo lanzó contra la tierra. Inmediatamente se produjeron truenos, estruendos, relámpagos y un terremoto.
Las trompetas
6 Los siete ángeles de las siete trompetas se dispusieron a tocarlas. 7 Cuando el primero tocó la trompeta, cayó sobre la tierra una lluvia de granizo y fuego mezclados con sangre; una tercera parte de la tierra ardió y una tercera parte de los árboles quedó carbonizada; no hubo hierba verde en la tierra que no ardiera.
8-9 El segundo ángel tocó la trompeta e inmediatamente algo semejante a una inmensa montaña encendida se precipitó en el mar y destruyó una tercera parte de los barcos; una tercera parte del mar adquirió el color rojo de la sangre y murió una tercera parte de las criaturas que viven en el mar.
10 El tercer ángel tocó la trompeta y una gran estrella envuelta en llamas cayó sobre una tercera parte de los ríos y manantiales. 11 La estrella recibió el nombre de Amargura, porque una tercera parte de las aguas se volvieron amargas y murió mucha gente.
12 Cuando el cuarto ángel tocó la trompeta, una tercera parte del sol, la luna y las estrellas dejó de alumbrar. La luz del día disminuyó su intensidad en una tercera parte, y también una tercera parte de la noche quedó sin luz.
13 Y mientras miraba, un águila cruzó los cielos gritando:
«¡Ay, ay, ay, de los habitantes de la tierra, por lo que acontecerá cuando los otros tres ángeles toquen sus trompetas!».
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