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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
1 Reyes 12-13

Guerra Civil

(2 Cr 10:1-19)

12 Roboán fue a Siquén porque todos los israelitas fueron allá para proclamarlo rey. Jeroboán hijo de Nabat estaba todavía en Egipto a donde había escapado de Salomón. Allí se enteró de que Salomón había muerto. Entonces regresó a su ciudad de Zereda, en la región montañosa de Efraín.[a] Lo mandaron llamar, y él y todo el pueblo de Israel se presentaron ante Roboán y le dijeron:

—Tu papá nos impuso un yugo demasiado pesado de llevar. Ahora, danos un yugo más liviano que el que tu papá nos dio y nosotros te serviremos.

Roboán contestó:

—Vuelvan en tres días y les daré una respuesta.

Entonces la gente se fue. Había algunos ancianos que aconsejaban a Salomón cuando aun vivía. El rey Roboán les preguntó lo que debía hacer:

—¿Cómo debo contestarle a este pueblo?

Ellos le respondieron:

—Si hoy te pones al servicio del pueblo y les contestas en forma amable, ellos seguirán sirviéndote para siempre.

Pero Roboán no les hizo caso. Les pidió consejo a sus amigos jóvenes que habían sido criados con él. Roboán dijo:

—El pueblo dijo: “Danos trabajo más liviano de lo que nos dio tu papá”. ¿Cómo piensan ustedes que debería contestarles? ¿Qué les digo?

10 Los jóvenes que habían sido criados con él le dijeron:

—Así debes contestarle al pueblo. Tu papá los obligó a hacer trabajos pesados ¿y tú les va a dar trabajo más liviano? Les tienes que decir: “Mi dedo meñique es más pesado que el lomo de mi papá”. 11 Y ahora ¿mi papá les dio un yugo demasiado pesado de llevar? ¡Pues yo les daré aun más! Si él los castigaba con azotes, yo los castigaré con látigos que llevan metal en la punta.[b]

12 Puesto que Roboán le había dicho al pueblo: «Vuelvan en tres días», así volvieron a los tres días todos los israelitas y Jeroboán con ellos. 13 Entonces, el rey Roboán les habló duro y no hizo caso al consejo sugerido por los ancianos. 14 Hizo lo que sus amigos le aconsejaron. Entonces Roboán le dijo al pueblo:

—Mi papá los obligó a trabajar mucho, pero yo les daré aun más. Mi papá los castigó con azotes, pero yo los castigaré con látigos que llevan pedazos de metal en la punta.

15 Así que el rey no hizo lo que el pueblo quería porque el SEÑOR lo dispuso así para cumplir la promesa que el SEÑOR le hizo a Jeroboán hijo de Nabat por medio del profeta Ahías de Siló.

16 Todos los israelitas vieron que el nuevo rey no los quería escuchar. Por eso le dijeron al rey:

«¿Acaso somos parte de la familia de David?
    ¿Nos dieron tierras de Isaí?
Así que, Israel, vámonos a casa,
    ¡que el hijo de David gobierne a su propia gente!»

Entonces los israelitas se fueron a sus casas. 17 Pero Roboán gobernaba sobre los que vivían en las ciudades de Judá.

18 El rey mandó a Adonirán, uno de los que dirigían los trabajadores, pero los israelitas lo apedrearon y murió. Roboán subió rápidamente a su carruaje y escapó a Jerusalén. 19 Así que Israel se rebeló contra la dinastía de David hasta el día de hoy.

20 Cuando todos los israelitas oyeron que Jeroboán había vuelto, lo llamaron a una reunión y lo proclamaron rey sobre todo Israel. La tribu de Judá fue la única que siguió fiel a la familia de David.

21 Al volver, Roboán juntó un ejército de todas las familias de Judá y de la tribu de Benjamín, 180 000 hombres, para luchar contra los israelitas y recuperar su reino. 22 Pero Dios le habló así a un hombre de Dios[c] llamado Semaías: 23 «Dile a Roboán hijo de Salomón, rey de Judá, y también a toda la gente de Judá y Benjamín y al resto del pueblo: 24 El SEÑOR les dice: “No vayan a la guerra en contra de los israelitas, sus hermanos. Vuélvase cada uno a su casa. ¡Yo soy la causa de todo esto!”» Así que los hombres del ejército de Roboán obedecieron el mandato del SEÑOR. Tal como el SEÑOR lo mandó, se fueron a casa.

25 Siquén era una ciudad de la región montañosa de Efraín. Jeroboán la fortificó y vivió ahí, luego se mudó a la ciudad de Peniel y la convirtió en un fuerte.

26 Jeroboán pensó: «La dinastía de David recuperará el reino 27 si la gente sigue yendo a ofrecer sacrificios al templo del SEÑOR en Jerusalén porque el corazón de este pueblo se volverá a su señor, o sea a Roboán, rey de Judá, me matarán y de nuevo lo seguirán». 28 Así que el rey le pidió consejo a sus sabios en cuanto a lo que debía hacer. Le dieron su opinión y Jeroboán hizo dos becerros de oro. El rey Jeroboán dijo al pueblo: «No deben ir más a Jerusalén para adorar. Israel, estos son los dioses que los sacaron de Egipto».[d] 29 El rey Jeroboán colocó un becerro en Betel y otro en la ciudad de Dan. 30 Los israelitas viajaban a las ciudades de Betel[e] y Dan para adorar los becerros. Esto fue un pecado muy grave.

31 También Jeroboán construyó templos en santuarios sobre las colinas. Eligió sacerdotes de las diferentes tribus de Israel. No eligió sacerdotes que eran solamente de la tribu de Leví. 32 El rey Jeroboán también inauguró una nueva fiesta[f] como la que se celebraba en Judá. Pero esta fiesta se celebraba el día 15 del octavo mes, y el rey ofreció sacrificios en el altar de la ciudad de Betel y también eligió sacerdotes en Betel para que prestaran servicio en los santuarios que hizo. 33 El rey Jeroboán decidió el tiempo que él quiso para la fiesta de los israelitas: el día 15 del octavo mes. En esa fecha ofrecía sacrificios y quemaba incienso en el altar que construyó en Betel.

Dios habla contra Betel

13 El SEÑOR le dijo a un hombre de Dios de Judá que fuera a la ciudad de Betel. Cuando llegó el hombre de Dios, el rey Jeroboán estaba parado junto al altar ofreciendo incienso. El SEÑOR le había dicho al hombre de Dios que hablara en contra del altar. Él dijo:

«¡Altar, altar! El SEÑOR te dice: “La familia de David tendrá un hijo llamado Josías. Aunque hay sacerdotes que ahora ofician en los santuarios sobre las colinas y ofrecen sacrificios encima de ti, Josías los sacrificará a ellos sobre ti y se quemarán huesos humanos sobre ti, altar”».

Ese día el hombre de Dios demostró a la gente que eso iba a suceder en realidad. Dijo: «Esta es la señal de que el SEÑOR ha hablado. Él dijo: “Este altar será roto en pedazos, y las cenizas que están en él se caerán al suelo”».

Cuando el rey Jeroboán escuchó el mensaje del hombre de Dios acerca del altar que está en Betel, quitó su mano del altar y apuntó hacia el hombre de Dios. Dijo: «¡Arresten a ese hombre!» Pero al decir esto, su brazo quedó paralizado, y no lo pudo mover. El altar se rompió en pedazos y las cenizas se desparramaron. Esta fue la prueba que el SEÑOR había prometido. Entonces el rey Jeroboán dijo al hombre de Dios:

—Por favor, ora por mí al SEÑOR tu Dios para que me sane el brazo.

Así que el hombre de Dios oró al SEÑOR, y se sanó el brazo del rey, volviendo a ser como era antes. Y el rey le dijo al hombre de Dios:

—Ven conmigo a casa, visítame un rato y te daré un regalo.

Pero el hombre de Dios le respondió al rey:

—No iría contigo, ni comería contigo ni bebería siquiera un vaso de agua en este lugar, aunque me dieras hasta la mitad de tus posesiones. El SEÑOR me dijo que no bebiera nada aquí y que no volviera por el mismo camino por donde vine.

10 Así que el hombre de Dios viajó de regreso por otro camino diferente del que usó para llegar a Betel.

11 Había un profeta viejo que vivía en la ciudad de Betel. Sus hijos le contaron lo que había sucedido con el altar de Betel y lo que el hombre de Dios le había dicho al rey Jeroboán. 12 El profeta viejo dijo: «¿Por cuál camino salió?» Y le mostraron cuál era el camino que el profeta de Judá había tomado. 13 El profeta viejo pidió que ensillaran su burro. Así lo hicieron y se fue.

14 El profeta viejo estaba buscando al hombre de Dios y lo encontró sentado debajo de un roble. Le preguntó:

—¿Eres tú el hombre de Dios que vino de Judá?

El hombre de Dios contestó:

—Sí, soy yo.

15 Entonces el profeta viejo le dijo:

—Por favor, ven a casa y come conmigo.

16 Pero el hombre de Dios contestó:

—No puedo ir a casa contigo, no puedo comer ni beber en este lugar. 17 El SEÑOR me dijo: “No comas ni bebas nada en ese lugar. Y no vuelvas por el mismo camino que viniste”.

18 Entonces el profeta anciano dijo:

—Pero yo también soy un profeta como tú.

Le mintió diciendo:

—Un ángel del SEÑOR vino y me dijo que te llevara a mi casa y te diera algo de comer y de beber.

19 Así que el hombre de Dios fue con el viejo profeta y comió y bebió con él. 20 Mientras todavía estaban en la mesa, el SEÑOR le habló al viejo profeta. 21 En voz alta le dijo al hombre de Dios:

—El SEÑOR dice que tú no lo obedeciste. No hiciste lo que el SEÑOR te mandó. 22 Te mandó que no comieras ni bebieras nada en este lugar, pero tú volviste, comiste y bebiste. Por eso no te sepultarán donde se sepulta a tu familia.

23 El hombre de Dios terminó de comer y beber. Entonces el viejo profeta le ensilló un asno y el hombre de Dios se fue. 24 Mientras iba de regreso, un león lo atacó y lo mató. El cuerpo del profeta quedó ahí, y el asno y el león se quedaron parados junto al cadáver. 25 Otros viajeros pasaron por ahí y vieron el cuerpo y el león parado al lado. Así que los hombres fueron a donde vivía el viejo profeta y le contaron lo que habían visto en el camino.

26 Cuando el viejo profeta escuchó esto, dijo: «Ese es el hombre de Dios que no obedeció el mandato del SEÑOR. Así que el SEÑOR mandó un león para matarlo, tal como el SEÑOR le había dicho». 27 Entonces el profeta les dijo a sus hijos: «Ensillen el asno». Y ellos lo ensillaron. 28 Cuando el viejo profeta encontró el cadáver, el asno y el león estaban todavía parados cerca del cuerpo. El león no se lo había comido ni había herido al asno.

29 El profeta puso el cadáver arriba del asno y lo regresó a la ciudad para lamentar su muerte y sepultarlo. 30 Sepultó al hombre en el sepulcro de su propia familia y lo lamentó diciendo: «¡Ay, mi hermano, siento lástima por ti!» 31 Así el profeta viejo sepultó el cadáver y les dijo a sus hijos: «Cuando me muera, pónganme en el mismo sepulcro y coloquen mis huesos en el mismo lugar junto a los de este hombre. 32 Con certeza se cumplirá lo que el SEÑOR habló por medio de él contra el altar que está en Betel y contra los otros santuarios que están en las ciudades de Samaria».

33 Después de esto, Jeroboán no cambió su conducta y siguió su mal camino como si nada. Continuó eligiendo a gente de cualquier tribu para que fueran sacerdotes[g] de los santuarios sobre las colinas. Le daba autoridad de ser sacerdote de los santuarios sobre las colinas a cualquiera que quisiera serlo. 34 Fue este asunto lo que ocasionó que la dinastía de Jeroboán pecara y lo que finalmente la llevó a ser destruida y a que desapareciera de la faz de la tierra.

Lucas 22:1-30

Planean matar a Jesús

(Mt 26:1-5; Mr 14:1-2; Jn 11:45-53)

22 Se acercaba ya la fiesta de los Panes sin Levadura, conocida como la Pascua. Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley estaban buscando cómo matar a Jesús porque le tenían miedo al pueblo.

Judas traiciona a Jesús

(Mt 26:14-16; Mr 14:10-11)

Entonces Satanás entró en Judas Iscariote, uno de los doce apóstoles. Judas fue y habló con los jefes de los sacerdotes y los capitanes de la guardia del templo sobre cómo podía entregarles a Jesús. Ellos se alegraron y le prometieron dinero a cambio. Judas se comprometió y entonces empezó a buscar la oportunidad en que no hubiera gente cerca para poder entregarlo.

Preparación de la cena de la Pascua

(Mt 26:17-25; Mr 14:12-21; Jn 13:21-30)

Llegó el día de la fiesta de los Panes sin Levadura, cuando se sacrificaba al cordero para la Pascua. Jesús envió a Pedro y a Juan, diciéndoles:

—Vayan y preparen la cena de la Pascua para que podamos cenar.

Ellos le dijeron a Jesús:

—¿En dónde quieres que la preparemos?

10 Él les dijo:

—Cuando entren a la ciudad, encontrarán a un hombre llevando un cántaro de agua. Síganlo a la casa donde entre 11 y díganle al dueño: “El Maestro pregunta: ¿Dónde está el cuarto donde voy a comer la Pascua con mis seguidores?” 12 Entonces el dueño les mostrará un cuarto grande en el piso de arriba, ya arreglado. Preparen la cena allí.

13 Entonces Pedro y Juan se fueron para allá y encontraron todo tal como Jesús les había dicho y prepararon la cena de la Pascua.

La Cena del Señor

(Mt 26:26-30; Mr 14:22-26; 1 Co 11:23-25)

14 Cuando llegó la hora de la cena, Jesús y los apóstoles estaban a la mesa. 15 Jesús les dijo:

—Tenía muchas ganas de celebrar esta cena de Pascua con ustedes, antes de padecer. 16 Pues yo les digo que no volveré a celebrar otra cena de Pascua, hasta que se le dé el verdadero significado en el reino de Dios.

17 Entonces Jesús tomó una copa, dio gracias a Dios y dijo:

—Tomen esta copa y compártanla todos. 18 Les digo que no volveré a beber vino hasta que el reino de Dios esté aquí.

19 Entonces Jesús tomó pan, dio gracias a Dios, lo partió, se lo dio a los apóstoles y dijo:

—Este pan es mi cuerpo que doy por ustedes. Cómanlo como recordatorio.

20 De la misma manera, después de la cena tomó la copa y dijo:

—Esta copa es mi sangre que es derramada por ustedes y establece el nuevo pacto.[a] 21 Pero escuchen, uno de ustedes se volverá en contra mía. Su mano está al lado de la mía en la mesa. 22 Es cierto que el Hijo del hombre cumplirá lo que Dios planeó, pero ¡pobre de aquel que lo traiciona!

23 Entonces se empezaron a preguntar entre ellos: «¿Quién de nosotros haría eso?»

Sean como un siervo

24 Más tarde, los apóstoles empezaron a discutir acerca de quién era el más importante entre ellos. 25 Pero Jesús les dijo: «Los reyes de las naciones ejercen dominio sobre su pueblo y los hombres que tienen mucha autoridad sobre otros hacen que los llamen “grandes benefactores del pueblo”, 26 pero ustedes no sean como ellos. El mayor debe hacerse como el menor, y el que manda debe hacerse como el que sirve. 27 ¿Quién es más importante: el que está a la mesa comiendo o el que le está sirviendo? Ustedes piensan que el que está a la mesa es el más importante, pero yo soy como un siervo entre ustedes.

28 »Ustedes son los que han estado conmigo durante todos mis tiempos difíciles. 29 Mi padre me dio un reino y yo les doy también la autoridad para reinar conmigo, 30 para que ustedes coman y beban a la mesa en ese reino, y se sienten en tronos a juzgar a las doce tribus de Israel.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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