Old/New Testament
91 El que habita al abrigo del Altísimo
    se acoge a la sombra del Todopoderoso.
2 Yo le digo al Señor: «Tú eres mi refugio,
    mi fortaleza, el Dios en quien confío».
3 Solo él puede librarte de las trampas del cazador
    y de mortíferas plagas,
4 pues te cubrirá con sus plumas
    y bajo sus alas hallarás refugio.
    ¡Su verdad será tu escudo y tu baluarte!
5 No temerás el terror de la noche,
    ni la flecha que vuela de día,
6 ni la peste que acecha en las sombras
    ni la plaga que destruye a mediodía.
7 Podrán caer mil a tu izquierda,
    y diez mil a tu derecha,
    pero a ti no te afectará.
8 No tendrás más que abrir bien los ojos,
    para ver a los impíos recibir su merecido.
9 Ya que has puesto al Señor por tu[a] refugio,
    al Altísimo por tu protección,
10 ningún mal habrá de sobrevenirte,
    ninguna calamidad llegará a tu hogar.
11 Porque él ordenará que sus ángeles
    te cuiden en todos tus caminos.
12 Con sus propias manos te levantarán
    para que no tropieces con piedra alguna.
13 Aplastarás al león y a la víbora;
    ¡hollarás fieras y serpientes!
14 «Yo lo libraré, porque él se acoge a mí;
    lo protegeré, porque reconoce mi nombre.
15 Él me invocará, y yo le responderé;
    estaré con él en momentos de angustia;
    lo libraré y lo llenaré de honores.
16 Lo colmaré con muchos años de vida
    y le haré gozar de mi salvación».
Salmo para cantarse en sábado.
92 ¡Cuán bueno, Señor, es darte gracias
    y entonar, oh Altísimo, salmos a tu nombre;
2 proclamar tu gran amor por la mañana,
    y tu fidelidad por la noche,
3 al son del decacordio y de la lira;
    al son del arpa y del salterio!
4 Tú, Señor, me llenas de alegría con tus maravillas;
    por eso alabaré jubiloso las obras de tus manos.
5 Oh Señor, ¡cuán imponentes son tus obras,
    y cuán profundos tus pensamientos!
6 Los insensatos no lo saben,
    los necios no lo entienden:
7 aunque broten como hierba los impíos,
    y florezcan todos los malhechores,
para siempre serán destruidos.
8     Solo tú, Señor, serás exaltado para siempre.
9 Ciertamente tus enemigos, Señor,
    ciertamente tus enemigos perecerán;
¡dispersados por todas partes
    serán todos los malhechores!
10 Me has dado las fuerzas de un toro;
    me has ungido con el mejor perfume.
11 Me has hecho ver la caída de mis adversarios
    y oír la derrota de mis malvados enemigos.
12 Como palmeras florecen los justos;
    como cedros del Líbano crecen.
13 Plantados en la casa del Señor,
    florecen en los atrios de nuestro Dios.
14 Aun en su vejez, darán fruto;
    siempre estarán vigorosos y lozanos,
15 para proclamar: «El Señor es justo;
    él es mi Roca, y en él no hay injusticia».
93 El Señor reina, revestido de esplendor;
    el Señor se ha revestido de grandeza
    y ha desplegado su poder.
Ha establecido el mundo con firmeza;
    jamás será removido.
2 Desde el principio se estableció tu trono,
    y tú desde siempre has existido.
3 Se levantan las aguas, Señor;
    se levantan las aguas con estruendo;
    se levantan las aguas y sus batientes olas.
4 Pero el Señor, en las alturas, se muestra poderoso:
    más poderoso que el estruendo de las muchas aguas,
    más poderoso que los embates del mar.
5 Dignos de confianza son, Señor, tus estatutos;
    ¡la santidad es para siempre el adorno de tu casa!
15 Los fuertes en la fe debemos apoyar a los débiles, en vez de hacer lo que nos agrada. 2 Cada uno debe agradar al prójimo para su bien, con el fin de edificarlo. 3 Porque ni siquiera Cristo se agradó a sí mismo, sino que, como está escrito: «Sobre mí han recaído los insultos de tus detractores».[a] 4 De hecho, todo lo que se escribió en el pasado se escribió para enseñarnos, a fin de que, alentados por las Escrituras, perseveremos en mantener nuestra esperanza.
5 Que el Dios que infunde aliento y perseverancia os conceda vivir juntos en armonía, conforme al ejemplo de Cristo Jesús, 6 para que con un solo corazón y a una sola voz glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
7 Por tanto, aceptaos mutuamente, así como Cristo os aceptó a vosotros para gloria de Dios. 8 Os digo que Cristo se hizo servidor de los judíos[b] para demostrar la fidelidad de Dios, a fin de confirmar las promesas hechas a los patriarcas, 9 y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su compasión, como está escrito:
«Por eso te alabaré entre las naciones;
    cantaré salmos a tu nombre».[c]
10 En otro pasaje dice:
«Alegraos, naciones, con el pueblo de Dios».[d]
11 Y en otra parte:
«¡Alabad al Señor, naciones todas!
    ¡Pueblos todos, cantadle alabanzas!»[e]
12 A su vez, Isaías afirma:
«Brotará la raíz de Isaí,
    el que se levantará para gobernar a las naciones;
en él los pueblos pondrán su esperanza».[f]
13 Que el Dios de la esperanza os llene de toda alegría y paz a vosotros que creéis en él, para que reboséis de esperanza por el poder del Espíritu Santo.
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