Old/New Testament
Las promesas de Dios a David
(1a) Cántico de las subidas.
132 (1b) Acuérdate, Señor, de David
y de todas sus aflicciones;
2 acuérdate del firme juramento,
que te hizo a ti, el Poderoso de Jacob:
3 «No me pondré bajo techo
ni me acostaré a descansar,
4 no cerraré los ojos
ni dormiré un solo instante,
5 mientras no encuentre casa
para el Señor, el Poderoso de Jacob.»
6 En Efrata oímos hablar del arca de la alianza,
y la encontramos en los campos de Jáar.
7 ¡Vayamos al santuario del Señor!
¡Arrodillémonos ante el estrado de sus pies!
8 Levántate, Señor, con tu arca poderosa,
y ven al monte donde has de descansar.
9 Que tus sacerdotes se revistan de justicia;
que tus fieles griten de alegría.
10 Por consideración a David, tu siervo,
no rechaces al rey que has escogido.
11 El Señor hizo a David un firme juramento,
juramento del que no va a desdecirse:
12 «Pondré en tu trono a uno de tus descendientes.
Si tus hijos cumplen con mi alianza
y con los mandatos que voy a enseñarles,
también los hijos de ellos
ocuparán tu trono para siempre.»
13 ¡El Señor ha escogido el monte Sión!
¡Lo ha elegido para vivir allí!
14 «Éste es el monte donde siempre quiero estar;
en él viviré, porque así me agradó.
15 Bendeciré mucho sus alimentos
y saciaré el hambre de sus pobres.
16 Revestiré de salvación a sus sacerdotes
y haré que griten de alegría los que le son fieles.
17 Allí haré que renazca el poder de David.
Ya he preparado una lámpara
para el rey que he escogido.
18 A sus enemigos los llenaré de vergüenza,
pero a él lo cubriré de esplendor.»
Alabanza al amor fraternal
(1a) Cántico de las subidas, de David.
133 (1b) ¡Vean qué bueno y agradable es
que los hermanos vivan unidos!
2 Es como el buen perfume
que corre por la cabeza de los sacerdotes
y baja por su barba
hasta el cuello de su ropaje.
3 Es como el rocío del monte Hermón,
que cae sobre los montes de Sión.
Allí es donde el Señor envía
la bendición de una larga vida.
Que el Señor te bendiga
(1a) Cántico de las subidas.
134 (1b) ¡Vamos, siervos del Señor!
¡Bendigan al Señor todos ustedes,
que están en su templo por las noches!
2 ¡Eleven sus manos al santuario
y bendigan al Señor!
3 ¡Que el Señor, creador del cielo y de la tierra,
te bendiga desde el monte Sión!
Abusos
17 Al escribirles lo que sigue, no puedo felicitarlos, pues parece que sus reuniones les hacen daño en vez de hacerles bien. 18 En primer lugar, se me ha dicho que cuando la comunidad se reúne, hay divisiones entre ustedes; y en parte creo que esto es verdad. 19 ¡No cabe duda de que ustedes tienen que dividirse en partidos, para que se conozca el valor de cada uno! 20 El resultado de esas divisiones es que la cena que ustedes toman en sus reuniones ya no es realmente la Cena del Señor. 21 Porque a la hora de comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y mientras unos se quedan con hambre, otros hasta se emborrachan. 22 ¿No tienen ustedes casas donde comer y beber? ¿Por qué menosprecian la iglesia de Dios y ponen en vergüenza a los que no tienen nada? ¿Qué les voy a decir? ¿Que los felicito? ¡No en cuanto a esto!
La Cena del Señor(A)
23 Porque yo recibí esta tradición dejada por el Señor, y que yo a mi vez les transmití: Que la misma noche que el Señor Jesús fue traicionado, tomó en sus manos pan 24 y, después de dar gracias a Dios, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que muere en favor de ustedes. Hagan esto en memoria de mí.» 25 Así también, después de la cena, tomó en sus manos la copa y dijo: «Esta copa es la nueva alianza confirmada con mi sangre. Cada vez que beban, háganlo en memoria de mí.» 26 De manera que, hasta que venga el Señor, ustedes proclaman su muerte cada vez que comen de este pan y beben de esta copa.
Modo de celebrar la Cena del Señor
27 Así pues, cualquiera que come del pan o bebe de la copa del Señor de manera indigna, comete un pecado contra el cuerpo y la sangre del Señor. 28 Por tanto, cada uno debe examinar su propia conciencia antes de comer del pan y beber de la copa. 29 Porque si come y bebe sin fijarse en que se trata del cuerpo del Señor, para su propio castigo come y bebe. 30 Por eso, muchos de ustedes están enfermos y débiles, y también algunos han muerto. 31 Si nos examináramos bien a nosotros mismos, el Señor no tendría que castigarnos, 32 aunque si el Señor nos castiga es para que aprendamos y no seamos condenados con los que son del mundo.
33 Así que, hermanos míos, cuando se reúnan para comer, espérense unos a otros. 34 Y si alguno tiene hambre, que coma en su propia casa, para que Dios no tenga que castigarlos por esa clase de reuniones. Los otros asuntos los arreglaré cuando vaya a verlos.
Dios habla hoy ®, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.