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Old/New Testament

Each day includes a passage from both the Old Testament and New Testament.
Duration: 365 days
Nueva Versión Internacional (Castilian) (CST)
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Esdras 9-10

Esdras confiesa el pecado del pueblo

Después de todo esto, se me acercaron los jefes y me dijeron: «El pueblo de Israel, incluso los sacerdotes y levitas, no se ha mantenido separado de los pueblos vecinos, sino que practica las costumbres abominables de todos ellos, es decir, de los cananeos, hititas, ferezeos, jebuseos, amonitas, moabitas, egipcios y amorreos. De entre las mujeres de esos pueblos han tomado esposas para sí mismos y para sus hijos, mezclando así la raza santa con la de los pueblos vecinos. Y los primeros en cometer tal infidelidad han sido los jefes y los gobernantes».

Cuando escuché esto, me rasgué la túnica y el manto, me arranqué los pelos de la cabeza y de la barba, y me postré muy angustiado. Entonces, por causa del pecado cometido por los repatriados, se reunieron a mi alrededor todos los que obedecían[a] la palabra de Dios. Y yo seguí angustiado hasta la hora del sacrificio de la tarde.

A la hora del sacrificio me recobré de mi abatimiento y, con la túnica y el manto rasgados, caí de rodillas, extendí mis manos hacia el Señor mi Dios, y le dije en oración:

«Dios mío, estoy confundido y siento vergüenza de levantar el rostro hacia ti, porque nuestras maldades se han amontonado hasta cubrirnos por completo; nuestra culpa ha llegado hasta el cielo. Desde los días de nuestros antepasados hasta hoy, nuestra culpa ha sido grande. Debido a nuestras maldades, nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes fuimos entregados al poder de los reyes de los países vecinos. Hemos sufrido la espada, el cautiverio, el pillaje y la humillación, como nos sucede hasta hoy.

»Pero ahora tú, Señor y Dios nuestro, por un breve momento nos has mostrado tu bondad al permitir que un remanente quede en libertad y se establezca en tu lugar santo. Has permitido que nuestros ojos vean una nueva luz, y nos has concedido un pequeño alivio en medio de nuestra esclavitud. Aunque somos esclavos, no nos has abandonado, Dios nuestro, sino que nos has extendido tu misericordia a la vista de los reyes de Persia. Nos has dado nueva vida para reedificar tu templo y reparar sus ruinas, y nos has brindado tu protección en Judá y en Jerusalén.[b]

10 »Y ahora, después de lo que hemos hecho, ¿qué podemos decirte? No hemos cumplido los mandamientos 11 que nos diste por medio de tus siervos los profetas, cuando nos advertiste: “La tierra que vais a poseer está corrompida por la impureza de los pueblos que la habitan, pues de un extremo a otro ellos la han llenado con sus abominaciones. 12 Por eso, no permitáis vosotros que vuestras hijas ni vuestros hijos se casen con los de esos pueblos. Nunca busquéis el bienestar ni la prosperidad que tienen ellos, para que vosotros os mantengáis fuertes y comáis de los frutos de la buena tierra y luego se la dejéis por herencia a vuestros descendientes para siempre”.

13 »Después de todo lo que nos ha acontecido por causa de nuestras maldades y de nuestra grave culpa, reconocemos que tú, Dios nuestro, no nos has dado el castigo que merecemos, sino que nos has dejado un remanente. 14 ¿Cómo es posible que volvamos a quebrantar tus mandamientos contrayendo matrimonio con las mujeres de estos pueblos que tienen prácticas abominables? ¿Acaso no sería justo que te enojaras con nosotros y nos destruyeras hasta no dejar remanente ni que nadie escape? 15 ¡Señor, Dios de Israel, tú eres justo! Tú has permitido que hasta hoy sobrevivamos como remanente. Culpables como somos, estamos en tu presencia, aunque no lo merecemos».

El pueblo reconoce su pecado

10 Mientras Esdras oraba y hacía esta confesión llorando y postrándose delante del templo de Dios, a su alrededor se reunió una gran asamblea de hombres, mujeres y niños del pueblo de Israel. Toda la multitud lloraba amargamente. Entonces uno de los descendientes de Elam, que se llamaba Secanías hijo de Jehiel, se dirigió a Esdras y le dijo: «Nosotros hemos sido infieles a nuestro Dios, pues tomamos por esposas a mujeres de los pueblos vecinos; pero todavía hay esperanza para Israel. Hagamos un pacto con nuestro Dios, comprometiéndonos a expulsar a todas estas mujeres y a sus hijos, conforme al consejo que nos has dado tú, y todos los que aman el mandamiento de Dios. ¡Que todo se haga de acuerdo con la ley! Levántate, pues esta es tu responsabilidad; nosotros te apoyamos. ¡Cobra ánimo y pon manos a la obra!»

Al oír esto, Esdras se levantó e hizo que los jefes de los sacerdotes, los levitas y todo el pueblo de Israel se comprometieran, bajo juramento, a cumplir con lo que habían dicho; y ellos lo juraron. Luego Esdras salió del templo de Dios y fue a la habitación de Johanán hijo de Eliasib. Allí se quedó sin comer pan ni beber agua, porque estaba muy deprimido por causa de la infidelidad de los repatriados.

Posteriormente anunciaron en Judá y Jerusalén que todos los que habían regresado del cautiverio debían reunirse en Jerusalén. Y advirtieron que a todo el que no se presentara en el plazo de tres días, según la decisión de los jefes y dirigentes, se le quitarían sus propiedades y se le expulsaría de la asamblea de los repatriados.

Por lo tanto, a los tres días, en el día veinte del mes noveno, se reunieron en Jerusalén todos los hombres de Judá y de Benjamín. Todo el pueblo se sentó en la plaza del templo de Dios, temblando por causa de ese asunto e intimidados por el aguacero que caía. 10 Entonces el sacerdote Esdras se puso en pie y les dijo:

―Vosotros habéis sido infieles y habéis aumentado la culpa de Israel, pues habéis contraído matrimonio con mujeres extranjeras. 11 Ahora, pues, confesad vuestro pecado[c] al Señor, Dios de nuestros antepasados, y haced lo que a él le agrada. Separaos de los paganos y de las mujeres extranjeras.

12 Toda la asamblea contestó en alta voz:

―Haremos todo lo que nos has dicho. 13 Pero no podemos quedarnos a la intemperie; estamos en época de lluvias y esto no es asunto de uno o dos días, pues somos muchos los que hemos cometido este pecado. 14 Proponemos que se queden solo los jefes del pueblo, y que todos los que viven en nuestras ciudades y se han casado con mujeres extranjeras se presenten en fechas determinadas, junto con los dirigentes y jueces de cada ciudad, hasta que se aparte de nosotros la terrible ira de nuestro Dios por causa de esta infidelidad.

15 Solo se opusieron Jonatán hijo de Asael y Jahazías hijo de Ticvá, apoyados por los levitas Mesulán y Sabetay. 16 Los que habían regresado del cautiverio actuaron según lo que se había convenido. Entonces el sacerdote Esdras seleccionó y llamó por nombre a ciertos jefes de familia, y a partir del primer día del mes décimo se reunió con ellos para tratar cada caso. 17 Y el primer día del mes primero terminaron de resolver los casos de todos los que se habían casado con mujeres extranjeras.

Lista de los culpables

18 Los descendientes de los sacerdotes que se habían casado con mujeres extranjeras fueron los siguientes:

De Jesúa hijo de Josadac, y de sus hermanos: Maseías, Eliezer, Jarib y Guedalías, 19 los cuales se comprometieron a despedir a sus mujeres extranjeras, y ofrecieron un carnero como ofrenda de expiación por su pecado.

20 De Imer: Jananí y Zebadías.

21 De Jarín: Maseías, Elías, Semaías, Jehiel y Uzías.

22 De Pasur: Elihoenay, Maseías, Ismael, Natanael, Jozabad y Elasá.

23 De los levitas:

Jozabad, Simí, Quelaías o Quelitá, Petaías, Judá y Eliezer.

24 De los cantores: Eliasib.

De los porteros: Salún, Telén y Uri.

25 Y de los demás israelitas:

De Parós: Ramías, Jezías, Malquías, Mijamín, Eleazar, Malquías y Benaías.

26 De Elam: Matanías, Zacarías, Jehiel, Abdí, Jeremot y Elías.

27 De Zatú: Elihoenay, Eliasib, Matanías, Jeremot, Zabad y Azizá.

28 De Bebay: Johanán, Jananías, Zabay y Atlay.

29 De Baní: Mesulán, Maluc, Adaías, Yasub, Seal y Ramot.

30 De Pajat Moab: Adná, Quelal, Benaías, Maseías, Matanías, Bezalel, Binuy y Manasés.

31 De Jarín: Eliezer, Isías, Malquías, Semaías, Simeón, 32 Benjamín, Maluc y Semarías.

33 De Jasún: Matenay, Matatá, Zabad, Elifelet, Jeremay, Manasés y Simí.

34 De Baní: Maday, Amirán, Uel, 35 Benaías, Bedías, Queluhi, 36 Vanías, Meremot, Eliasib, 37 Matanías, Matenay, Jasay.

38 De Binuy:[d] Simí, 39 Selemías, Natán, Adaías, 40 Macnadebay, Sasay, Saray, 41 Azarel, Selemías, Semarías, 42 Salún, Amarías y José.

43 De Nebo: Jeyel, Matatías, Zabad, Zebiná, Jadau, Joel y Benaías.

44 Todos estos se habían casado con mujeres extranjeras, y algunos habían tenido hijos con ellas.

Hechos 1

Jesús llevado al cielo

Estimado Teófilo, en mi primer libro me referí a todo lo que Jesús comenzó a hacer y enseñar hasta el día en que fue llevado al cielo, tras darles instrucciones por medio del Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido. Después de padecer la muerte, se les presentó dándoles muchas pruebas convincentes de que estaba vivo. Durante cuarenta días se les apareció y les habló acerca del reino de Dios. Una vez, mientras comía con ellos, les ordenó:

―No os alejéis de Jerusalén, sino esperad la promesa del Padre, de la cual os he hablado: Juan bautizó con[a] agua, pero dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo.

Entonces los que estaban reunidos con él le preguntaron:

―Señor, ¿es ahora cuando vas a restablecer el reino a Israel?

―No os toca a vosotros conocer la hora ni el momento determinados por la autoridad misma del Padre —les contestó Jesús—. Pero, cuando venga el Espíritu Santo sobre vosotros, recibiréis poder y seréis mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.

Habiendo dicho esto, mientras ellos lo miraban, fue llevado a las alturas hasta que una nube lo ocultó de su vista. 10 Ellos se quedaron mirando fijamente al cielo mientras él se alejaba. De repente, se les acercaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:

11 ―Galileos, ¿qué hacéis aquí mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido llevado de entre vosotros al cielo, vendrá otra vez de la misma manera que lo habéis visto irse.

Elección de Matías para reemplazar a Judas

12 Entonces regresaron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, situado aproximadamente a un kilómetro de la ciudad.[b] 13 Cuando llegaron, subieron al lugar donde se alojaban. Estaban allí Pedro, Juan, Jacobo, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hijo de Jacobo. 14 Todos, en un mismo espíritu, se dedicaban a la oración, junto con las mujeres y con los hermanos de Jesús y su madre María.

15 Por aquellos días, Pedro se puso de pie en medio de los creyentes,[c] que eran un grupo como de ciento veinte personas, 16 y les dijo: «Hermanos, tenía que cumplirse la Escritura que, por boca de David, había predicho el Espíritu Santo en cuanto a Judas, el que sirvió de guía a los que arrestaron a Jesús. 17 Judas se contaba entre los nuestros y participaba en nuestro ministerio. 18 (Con el dinero que obtuvo por su crimen, Judas compró un terreno; allí cayó de cabeza, se reventó y se le salieron las vísceras. 19 Todos en Jerusalén se enteraron de ello, así que aquel terreno fue llamado Acéldama, que en su propio idioma quiere decir “Campo de Sangre”).

20 »Porque en el libro de los Salmos —continuó Pedro— está escrito:

»“Que su lugar quede desierto,
    y que nadie lo habite”.[d]

También está escrito:

»“Que otro se haga cargo de su oficio”.[e]

21-22 Por tanto, es preciso que se una a nosotros un testigo de la resurrección, uno de los que nos acompañaban todo el tiempo que el Señor Jesús vivió entre nosotros, desde que Juan bautizaba hasta el día en que Jesús fue llevado de entre nosotros».

23 Así que propusieron a dos: a José, llamado Barsabás, apodado el Justo, y a Matías. 24 Y oraron así: «Señor, tú que conoces el corazón de todos, muéstranos a cuál de estos dos has elegido 25 para que se haga cargo del servicio apostólico que Judas dejó para irse al lugar que le correspondía». 26 Luego echaron suertes y la elección recayó en Matías; así que él fue reconocido junto con los once apóstoles.

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