Old/New Testament
Un canto acerca de la viña del Señor
5 Ahora cantaré para aquel a quien amo
un canto acerca de su viña.
Mi amado tenía una viña
en una colina rica y fértil.
2 Aró la tierra, le quitó las piedras
y sembró en ella las mejores vides.
En medio de su viña construyó una torre de vigilancia
y talló un lagar en las rocas cercanas.
Luego esperó una cosecha de uvas dulces,
pero las uvas que crecieron eran amargas.
3 Ahora ustedes, pueblo de Jerusalén y de Judá,
juzguen entre mi viña y yo.
4 ¿Qué más podría hacer por mi viña,
que no haya hecho ya?
¿Por qué, cuando esperaba uvas dulces,
mi viña me dio uvas amargas?
5 Déjenme decirles ahora
lo que haré con mi viña:
echaré abajo sus cercos
y dejaré que se destruya.
Derrumbaré sus muros
y dejaré que los animales la pisoteen.
6 La convertiré en un lugar silvestre
donde no se podan las vides ni se remueve la tierra,
un lugar cubierto de cardos y espinos.
Ordenaré a las nubes
que no dejen caer la lluvia sobre ella.
7 La nación de Israel es la viña del Señor de los Ejércitos Celestiales.
El pueblo de Judá es su agradable huerto.
Él esperaba una cosecha de justicia,
pero, en cambio, encontró opresión.
Esperaba encontrar rectitud,
pero, en cambio, oyó gritos de violencia.
Culpa de Judá y su juicio
8 ¡Qué aflicción para ustedes que se apropian de una casa tras otra y de un campo tras otro
hasta que todos queden desalojados y ustedes vivan solos en la tierra!
9 Pero yo he oído al Señor de los Ejércitos Celestiales
hacer un juramento solemne:
«Muchas casas quedarán abandonadas;
hasta mansiones hermosas estarán vacías.
10 Cuatro hectáreas[a] de viñedo no producirán ni veintiún litros[b] de vino
y diez canastas de semilla solo darán una canasta[c] de grano».
11 Qué aflicción para los que se levantan temprano por la mañana
en busca de un trago de alcohol,
y pasan largas noches bebiendo vino
hasta tener una fuerte borrachera.
12 Proveen vino y música hermosa para sus grandes fiestas
—lira y arpa, pandereta y flauta—
pero nunca piensan en el Señor
ni se dan cuenta de lo que él hace.
13 Por lo tanto, mi pueblo irá al destierro muy lejos
porque no me conoce.
La gente importante y los que reciben honra se morirán de hambre,
y la gente común morirá de sed.
14 La tumba[d] se relame de expectativa
y abre bien grande la boca.
Los importantes y los humildes,
y la turba de borrachos, todos serán devorados.
15 La humanidad será destruida y la gente derribada;
hasta los arrogantes bajarán la mirada con humildad.
16 Pero el Señor de los Ejércitos Celestiales será exaltado por su justicia;
la santidad de Dios se demostrará por su rectitud.
17 En aquel día, los corderos encontrarán buenos pastos,
y entre las ruinas apacentarán las ovejas engordadas y los cabritos.[e]
18 ¡Qué aflicción para los que arrastran sus pecados
con sogas hechas de mentiras,
que arrastran detrás de sí la maldad como si fuera una carreta!
19 Hasta se burlan de Dios diciendo:
«¡Apresúrate, haz algo!
Queremos ver lo que puedes hacer.
Que el Santo de Israel lleve a cabo su plan,
porque queremos saber qué es».
20 ¡Qué aflicción para los que dicen
que lo malo es bueno y lo bueno es malo,
que la oscuridad es luz y la luz es oscuridad,
que lo amargo es dulce y lo dulce es amargo!
21 ¡Qué aflicción para los que se creen sabios en su propia opinión
y se consideran muy inteligentes!
22 ¡Qué aflicción para los que son campeones a la hora de beber vino
y se jactan de la cantidad de alcohol que pueden tomar!
23 Aceptan sobornos para dejar en libertad a los perversos,
y castigan a los inocentes.
24 Por lo tanto, así como las lenguas de fuego consumen los rastrojos,
y la hierba seca se marchita y cae en medio de la llama,
así las raíces de ellos se pudrirán
y sus flores se marchitarán.
Pues han rechazado la ley del Señor de los Ejércitos Celestiales;
han despreciado la palabra del Santo de Israel.
25 Por eso el enojo del Señor arde contra su pueblo
y ha levantado el puño para aplastarlo.
Los montes tiemblan
y los cadáveres de su pueblo están tirados por las calles como basura.
Pero aun así, el enojo del Señor no está satisfecho.
¡Su puño todavía está listo para asestar el golpe!
26 Él enviará una señal a las naciones lejanas
y llamará con un silbido a los que están en los confines de la tierra;
ellos irán corriendo a Jerusalén.
27 No se cansarán, ni tropezarán.
No se detendrán para descansar ni para dormir.
Nadie tendrá flojo el cinturón
ni rotas las correas de ninguna sandalia.
28 Sus flechas estarán afiladas
y sus arcos listos para la batalla.
De los cascos de sus caballos saltarán chispas,
y las ruedas de sus carros de guerra girarán como un torbellino.
29 Rugirán como leones,
como los más fuertes entre los leones.
Se lanzarán gruñendo sobre sus víctimas y se las llevarán,
y no habrá nadie para rescatarlas.
30 Rugirán sobre sus víctimas en aquel día de destrucción,
como el rugido del mar.
Si alguien extiende su mirada por toda la tierra,
solo verá oscuridad y angustia;
hasta la luz quedará oscurecida por las nubes.
Purificación y llamado de Isaías
6 El año en que murió el rey Uzías,[f] vi al Señor sentado en un majestuoso trono, y el borde de su manto llenaba el templo. 2 Lo asistían poderosos serafines, cada uno tenía seis alas. Con dos alas se cubrían el rostro, con dos se cubrían los pies y con dos volaban. 3 Se decían unos a otros:
«¡Santo, santo, santo es el Señor de los Ejércitos Celestiales!
¡Toda la tierra está llena de su gloria!».
4 Sus voces sacudían el templo hasta los cimientos, y todo el edificio estaba lleno de humo.
5 Entonces dije: «¡Todo se ha acabado para mí! Estoy condenado, porque soy un pecador. Tengo labios impuros, y vivo en medio de un pueblo de labios impuros; sin embargo, he visto al Rey, el Señor de los Ejércitos Celestiales».
6 Entonces uno de los serafines voló hacia mí con un carbón encendido que había tomado del altar con unas tenazas. 7 Con él tocó mis labios y dijo: «¿Ves? Este carbón te ha tocado los labios. Ahora tu culpa ha sido quitada, y tus pecados perdonados».
8 Después oí que el Señor preguntaba: «¿A quién enviaré como mensajero a este pueblo? ¿Quién irá por nosotros?».
—Aquí estoy yo—le dije—. Envíame a mí.
9 Y él me dijo:
—Bien, ve y dile a este pueblo:
“Escuchen con atención, pero no entiendan;
miren bien, pero no aprendan nada”.
10 Endurece el corazón de este pueblo;
tápales los oídos y ciérrales los ojos.
De esa forma, no verán con sus ojos,
ni oirán con sus oídos,
ni comprenderán con su corazón
para que no se vuelvan a mí en busca de sanidad.[g]
11 Entonces yo dije:
—Señor, ¿cuánto tiempo durará esto?
Y él contestó:
—Hasta que sus ciudades queden vacías,
sus casas queden desiertas
y la tierra entera quede seca y baldía;
12 hasta que el Señor haya mandado a todos lejos
y toda la tierra de Israel quede desierta.
13 Si aún sobrevive una décima parte, un remanente,
volverá a ser invadida y quemada.
Pero así como el terebinto o el roble dejan un tocón cuando se cortan,
también el tocón de Israel será una semilla santa.
Saludos de Pablo
1 Yo, Pablo, elegido por la voluntad de Dios para ser apóstol de Cristo Jesús, escribo esta carta al pueblo santo de Dios en Éfeso,[a] fieles seguidores de Cristo Jesús.
2 Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les den gracia y paz.
Bendiciones espirituales
3 Toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales en los lugares celestiales, porque estamos unidos a Cristo. 4 Incluso antes de haber hecho el mundo, Dios nos amó y nos eligió en Cristo para que seamos santos e intachables a sus ojos. 5 Dios decidió de antemano adoptarnos como miembros de su familia al acercarnos a sí mismo por medio de Jesucristo. Eso es precisamente lo que él quería hacer, y le dio gran gusto hacerlo. 6 De manera que alabamos a Dios por la abundante gracia que derramó sobre nosotros, los que pertenecemos a su Hijo amado.[b] 7 Dios es tan rico en gracia y bondad que compró nuestra libertad con la sangre de su Hijo y perdonó nuestros pecados. 8 Él desbordó su bondad sobre nosotros junto con toda la sabiduría y el entendimiento.
9 Ahora Dios nos ha dado a conocer su misteriosa voluntad respecto a Cristo, la cual es llevar a cabo su propio buen plan. 10 Y el plan es el siguiente: a su debido tiempo, Dios reunirá todas las cosas y las pondrá bajo la autoridad de Cristo, todas las cosas que están en el cielo y también las que están en la tierra. 11 Es más, dado que estamos unidos a Cristo, hemos recibido una herencia de parte de Dios,[c] porque él nos eligió de antemano y hace que todas las cosas resulten de acuerdo con su plan.
12 El propósito de Dios fue que nosotros, los judíos—que fuimos los primeros en confiar en Cristo—, diéramos gloria y alabanza a Dios. 13 Y ahora ustedes, los gentiles,[d] también han oído la verdad, la Buena Noticia de que Dios los salva. Además, cuando creyeron en Cristo, Dios los identificó como suyos[e] al darles el Espíritu Santo, el cual había prometido tiempo atrás. 14 El Espíritu es la garantía que tenemos de parte de Dios de que nos dará la herencia que nos prometió y de que nos ha comprado para que seamos su pueblo. Dios hizo todo esto para que nosotros le diéramos gloria y alabanza.
Pablo ora por sabiduría espiritual
15 Desde que me enteré de su profunda fe en el Señor Jesús y del amor que tienen por el pueblo de Dios en todas partes,[f] 16 no he dejado de dar gracias a Dios por ustedes. Los recuerdo constantemente en mis oraciones 17 y le pido a Dios, el glorioso Padre de nuestro Señor Jesucristo, que les dé sabiduría espiritual[g] y percepción, para que crezcan en el conocimiento de Dios. 18 Pido que les inunde de luz el corazón, para que puedan entender la esperanza segura que él ha dado a los que llamó—es decir, su pueblo santo—, quienes son su rica y gloriosa herencia.[h]
19 También pido en oración que entiendan la increíble grandeza del poder de Dios para nosotros, los que creemos en él. Es el mismo gran poder 20 que levantó a Cristo de los muertos y lo sentó en el lugar de honor, a la derecha de Dios, en los lugares celestiales. 21 Ahora Cristo está muy por encima de todo, sean gobernantes o autoridades o poderes o dominios o cualquier otra cosa, no solo en este mundo sino también en el mundo que vendrá. 22 Dios ha puesto todo bajo la autoridad de Cristo, a quien hizo cabeza de todas las cosas para beneficio de la iglesia. 23 Y la iglesia es el cuerpo de Cristo; él la completa y la llena, y también es quien da plenitud a todas las cosas en todas partes con su presencia.
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