Old/New Testament
Salmo de agradecimiento.
100 ¡Aclamen con alegría al Señor, habitantes de toda la tierra!
2 Adoren al Señor con gozo.
Vengan ante él cantando con alegría.
3 ¡Reconozcan que el Señor es Dios!
Él nos hizo, y le pertenecemos;[a]
somos su pueblo, ovejas de su prado.
4 Entren por sus puertas con acción de gracias;
vayan a sus atrios con alabanza.
Denle gracias y alaben su nombre.
5 Pues el Señor es bueno.
Su amor inagotable permanece para siempre,
y su fidelidad continúa de generación en generación.
Salmo de David.
101 Cantaré de tu amor y de tu justicia, oh Señor;
te alabaré con canciones.
2 Tendré cuidado de llevar una vida intachable;
¿cuándo vendrás a ayudarme?
Viviré con integridad
en mi propio hogar.
3 Me negaré a mirar
cualquier cosa vil o vulgar.
Detesto a los que actúan de manera deshonesta;
no tendré nada que ver con ellos.
4 Rechazaré las ideas perversas
y me mantendré alejado de toda clase de mal.
5 No toleraré a los que calumnian a sus vecinos;
no soportaré la presunción ni el orgullo.
6 Buscaré a personas fieles
para que sean mis compañeros;
solo a los que sean irreprochables
se les permitirá servirme.
7 No permitiré que los engañadores sirvan en mi casa,
y los mentirosos no permanecerán en mi presencia.
8 Mi tarea diaria será descubrir a los perversos
y liberar de sus garras a la ciudad del Señor.
Oración de quien está abrumado de problemas y se desahoga ante el Señor.
102 Señor, ¡oye mi oración!
¡Escucha mi ruego!
2 No te alejes de mí
en el tiempo de mi angustia.
Inclínate para escuchar
y no tardes en responderme cuando te llamo.
3 Pues mis días desaparecen como el humo,
y los huesos me arden como carbones al rojo vivo.
4 Tengo el corazón angustiado, marchito como la hierba,
y perdí el apetito.
5 Por mi gemir,
quedé reducido a piel y huesos.
6 Soy como un búho en el desierto,
como un búho pequeño en un lugar remoto y desolado.
7 Me acuesto y sigo despierto,
como un pájaro solitario en el tejado.
8 Mis enemigos se burlan de mí día tras día;
se mofan de mí y me maldicen.
9 Me alimento de cenizas;
las lágrimas corren por mis mejillas y se mezclan con mi bebida,
10 a causa de tu enojo y de tu ira,
pues me levantaste y me echaste.
11 Mi vida pasa tan rápido como las sombras de la tarde;
voy marchitándome como hierba.
12 Pero tú, oh Señor, te sentarás en tu trono para siempre;
tu fama durará por todas las generaciones.
13 Te levantarás y tendrás misericordia de Jerusalén;[b]
ya es tiempo de tener compasión de ella,
ahora es el momento en que prometiste ayudar.
14 Pues tu pueblo ama cada piedra de sus murallas
y atesora hasta el polvo de sus calles.
15 Entonces las naciones temblarán ante el Señor;
los reyes de la tierra temblarán ante su gloria.
16 Pues el Señor reconstruirá Jerusalén;
él aparecerá en su gloria.
17 Escuchará las oraciones de los desposeídos;
no rechazará sus ruegos.
18 Que esto quede registrado para las generaciones futuras,
para que un pueblo aún no nacido alabe al Señor.
19 Cuéntenles que el Señor miró hacia abajo,
desde su santuario celestial.
Desde los cielos miró la tierra
20 para escuchar los gemidos de los prisioneros,
para poner en libertad a los condenados a muerte.
21 Por eso la fama del Señor se celebrará en Sion,
y sus alabanzas en Jerusalén,
22 cuando las multitudes se reúnan
y los reinos vengan a adorar al Señor.
23 En la mitad de mi vida, me quebró las fuerzas,
y así acortó mis días.
24 Pero clamé a él: «Oh mi Dios, el que vive para siempre,
¡no me quites la vida en la flor de mi juventud!
25 Hace mucho tiempo echaste los cimientos de la tierra
y con tus manos formaste los cielos.
26 Ellos dejarán de existir, pero tú permaneces para siempre;
se desgastarán como ropa vieja.
Tú los cambiarás
y los desecharás como si fueran ropa.
27 Pero tú siempre eres el mismo;
tú vivirás para siempre.
28 Los hijos de tu pueblo
vivirán seguros;
los hijos de sus hijos
prosperarán en tu presencia».
Saludos de Pablo
1 Yo, Pablo, elegido por la voluntad de Dios para ser un apóstol de Cristo Jesús, escribo esta carta junto con nuestro hermano Sóstenes.
2 Va dirigida a la iglesia de Dios en Corinto,[a] a ustedes que han sido llamados por Dios para ser su pueblo santo. Él los hizo santos por medio de Cristo Jesús,[b] tal como lo hizo con todos los que en todas partes invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y de nosotros.
3 Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les den gracia y paz.
Pablo da gracias a Dios
4 Siempre doy gracias a mi Dios por ustedes y por los dones inmerecidos que les dio ahora que pertenecen a Cristo Jesús. 5 Por medio de él, Dios ha enriquecido la iglesia de ustedes en todo sentido, con toda la elocuencia y todo el conocimiento que tienen. 6 Eso confirma que es verdad lo que les dije acerca de Cristo. 7 Ahora tienen todos los dones espirituales que necesitan mientras esperan con anhelo el regreso de nuestro Señor Jesucristo. 8 Él los mantendrá firmes hasta el final, para que estén libres de toda culpa el día que nuestro Señor Jesucristo vuelva. 9 Dios lo hará porque él es fiel para hacer lo que dice y los ha invitado a que tengan comunión con su Hijo, Jesucristo nuestro Señor.
Divisiones en la iglesia
10 Amados hermanos, les ruego por la autoridad de nuestro Señor Jesucristo que vivan en armonía los unos con los otros. Que no haya divisiones en la iglesia. Por el contrario, sean todos de un mismo parecer, unidos en pensamiento y propósito. 11 Pues algunos de la casa de Cloé me contaron de las peleas entre ustedes, mis amados hermanos. 12 Algunos de ustedes dicen: «Yo soy seguidor de Pablo». Otros dicen: «Yo sigo a Apolos» o «Yo sigo a Pedro[c]», o «Yo sigo únicamente a Cristo».
13 ¿Acaso Cristo está dividido en facciones? ¿Fui yo, Pablo, crucificado por ustedes? ¿Fue alguno de ustedes bautizado en el nombre de Pablo? ¡Por supuesto que no! 14 Agradezco a Dios que no bauticé a ninguno de ustedes excepto a Crispo y a Gayo, 15 porque ahora nadie puede decir que fue bautizado en mi nombre. 16 (Ah, sí, también bauticé a los de la casa de Estéfanas, pero no recuerdo haber bautizado a nadie más). 17 Pues Cristo no me envió a bautizar sino a predicar la Buena Noticia, y no con palabras ingeniosas, por temor a que la cruz de Cristo perdiera su poder.
La sabiduría de Dios
18 ¡El mensaje de la cruz es una ridiculez para los que van rumbo a la destrucción! Pero nosotros, que vamos en camino a la salvación, sabemos que es el poder mismo de Dios. 19 Como dicen las Escrituras:
«Destruiré la sabiduría de los sabios
y desecharé la inteligencia de los inteligentes»[d].
20 Así que, ¿dónde deja eso a los filósofos, a los estudiosos y a los especialistas en debates de este mundo? Dios ha hecho que la sabiduría de este mundo parezca una ridiculez. 21 Ya que Dios, en su sabiduría, se aseguró de que el mundo nunca lo conociera por medio de la sabiduría humana, usó nuestra predicación «ridícula» para salvar a los que creen. 22 Es ridícula para los judíos, que piden señales del cielo. Y es ridícula para los griegos, que buscan la sabiduría humana. 23 Entonces cuando predicamos que Cristo fue crucificado, los judíos se ofenden y los gentiles[e] dicen que son puras tonterías.
24 Sin embargo, para los que Dios llamó a la salvación, tanto judíos como gentiles,[f] Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios. 25 Ese plan «ridículo» de Dios es más sabio que el más sabio de los planes humanos, y la debilidad de Dios es más fuerte que la mayor fuerza humana.
26 Recuerden, amados hermanos, que pocos de ustedes eran sabios a los ojos del mundo o poderosos o ricos[g] cuando Dios los llamó. 27 En cambio, Dios eligió lo que el mundo considera ridículo para avergonzar a los que se creen sabios. Y escogió cosas que no tienen poder para avergonzar a los poderosos. 28 Dios escogió lo despreciado por el mundo[h]—lo que se considera como nada—y lo usó para convertir en nada lo que el mundo considera importante. 29 Como resultado, nadie puede jamás jactarse en presencia de Dios.
30 Dios los ha unido a ustedes con Cristo Jesús. Dios hizo que él fuera la sabiduría misma para nuestro beneficio. Cristo nos hizo justos ante Dios; nos hizo puros y santos y nos liberó del pecado. 31 Por lo tanto, como dicen las Escrituras: «Si alguien quiere jactarse, que se jacte solamente del Señor»[i].
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