Old/New Testament
30 Mas ahora los más mozos de días que yo, se ríen de mí; cuyos padres yo desdeñara ponerlos con los perros de mi ganado.
2 Porque ¿para qué yo habría menester la fuerza de sus manos, en los cuales pereció el tiempo?
3 Por causa de la pobreza y del hambre andaban solos; huían a la soledad, al lugar tenebroso, asolado y desierto.
4 Que cogían malvas entre los arbustos, y raíces de enebro para su comida.
5 Eran echados de entre los hombres, y todos les daban gritos como al ladrón.
6 Habitaban en las barrancas de los arroyos, en las cavernas de la tierra, y en las piedras.
7 Bramaban entre las matas, y se congregaban debajo de las espinas.
8 Hijos de locos, y hombres sin nombre, más bajos que la misma tierra.
9 Y ahora yo soy su canción, y soy hecho a ellos refrán.
10 Me abominan, se alejan de mí, y aun de mi rostro no detuvieron su saliva.
11 Porque Dios desató mi cuerda, y me afligió, por eso se desenfrenaron delante de mi rostro.
12 A la mano derecha se levantaron los jóvenes; empujaron mis pies, y pisaron sobre mí las sendas de su destrucción.
13 Mi senda derribaron, se aprovecharon de mi quebrantamiento, contra los cuales no hubo ayudador.
14 Vinieron como por portillo ancho, se revolvieron por mi calamidad.
15 Se han revuelto turbaciones sobre mí; combatieron como viento mi voluntad, y mi salud como nube que pasa.
16 Y ahora mi alma está derramada en mí; días de aflicción se apoderan de mí.
17 De noche taladra sobre mí mis huesos, y mis pulsos no reposan.
18 Con la grandeza de la fuerza del dolor mi vestidura es mudada; me ciñe como el cuello de mi ropa.
19 Me derribó en el lodo, y soy semejante al polvo, y a la ceniza.
20 Clamo a ti, y no me oyes; me presento, y no me atiendes.
21 Te has vuelto cruel para mí; con la fortaleza de tu mano me odias.
22 Me levantaste, y me hiciste cabalgar sobre el viento, y derretiste en mí el ser.
23 Porque yo conozco que me conduces a la muerte; y a la casa determinada a todo viviente.
24 Mas él no extenderá la mano contra el sepulcro; ¿clamarán por ventura los sepultados cuando él los quebrantare?
25 ¿Por ventura no lloré yo al afligido? Y mi alma ¿no se entristeció sobre el menesteroso?
26 Cuando esperaba el bien, entonces me vino el mal; y cuando esperaba la luz, vino la oscuridad.
27 Mis entrañas hierven, y no reposan; días de aflicción me han sobrecogido.
28 Denegrido anduve, y no por el sol; me he levantado en la congregación, y clamé.
29 He venido a ser hermano de los dragones, y compañero de los búhos.
30 Mi piel está denegrida sobre mí, y mis huesos se secaron con ardentía.
31 Se ha tornado mi arpa en luto, y mi órgano en voz de lamentadores.
31 Hice pacto con mis ojos; ¿cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?
2 Porque ¿qué galardón me daría de arriba Dios, y qué heredad el Omnipotente de las alturas?
3 ¿Por ventura no hay quebrantamiento para el impío, e infortunio para los que obran iniquidad?
4 ¿Por ventura no ve él mis caminos, y cuenta todos mis pasos?
5 Si anduve con mentira, y si mi pie se apresuró a engaño,
6 péseme Dios en balanzas de justicia, y conocerá mi integridad.
7 Si mis pasos se apartaron del camino, y si mi corazón se fue tras mis ojos, y si alguna mancha se apegó a mis manos,
8 siembre yo, y otro coma, y mis renuevos sean arrancados.
9 Si fue mi corazón engañado acerca de mujer, y si estuve acechando a la puerta de mi prójimo,
10 muela para otro mi mujer, y sobre ella otros se encorven.
11 Porque es maldad e iniquidad, comprobada.
12 Porque es fuego que devoraría hasta el Seol, y desarraigaría toda mi hacienda.
13 Si hubiera tenido en poco el derecho de mi esclavo y de mi esclava, cuando ellos pleitearan conmigo,
14 ¿qué haría yo cuando Dios se levantare? Y cuando él visitara, ¿qué le respondería yo?
15 ¿Por ventura el que en el vientre me hizo a mí, no lo hizo a él? ¿Y no nos dispuso un mismo autor en la matriz?
16 Si estorbé el contento de los pobres, e hice desfallecer los ojos de la viuda;
17 y si comí mi bocado solo, y no comió de él el huérfano;
18 (porque desde mi juventud creció conmigo el huérfano como con padre, y desde el vientre de mi madre fui guía de la viuda);
19 si he visto que pereciera alguno sin vestido, y al menesteroso sin cobertura;
20 si no me bendijeron sus lomos, y del vellón de mis ovejas se calentaron;
21 si alcé contra el huérfano mi mano, aunque viere que todos me ayudarían en la puerta;
22 mi espalda se caiga de mi hombro, y mi brazo sea quebrado de mi canilla.
23 Porque temí el castigo de Dios, contra cuya alteza yo no tendría poder.
24 Si puse en el oro mi esperanza, y dije al oro: Mi confianza eres tú;
25 si me alegré de que mi hacienda se multiplicare, y de que mi mano hallare mucho;
26 si he mirado al sol cuando resplandecía, y a la luna cuando iba hermosa,
27 y mi corazón se engañó en secreto, y mi boca besó mi mano,
28 esto también fuera iniquidad comprobada; porque habría negado al Dios soberano.
29 Si me alegré en el quebrantamiento del que me aborrecía, y me regocijé cuando le halló el mal;
30 que ni aun entregué al pecado mi paladar, pidiendo maldición para su alma;
31 cuando mis domésticos decían: ¡Quién nos diera de su carne! Nunca nos hartaríamos.
32 El extranjero no tenía fuera la noche; mis puertas abría al caminante.
33 Si encubrí, como Adán mis prevaricaciones, escondiendo en mi seno mi iniquidad;
34 si temí a la gran multitud, y el menosprecio de las familias me atemorizó, y callé, y no salí de mi puerta,
35 ¡quién me diera quien me oyere! He aquí mi señal es que el Omnipotente testificará por mí, aunque mi adversario me hubiera escrito los cargos.
36 Ciertamente yo lo llevaría sobre mi hombro, y me lo ataría en lugar de corona.
37 Yo le contaría el número de mis pasos, y como príncipe me llegaría a él.
38 Si mi tierra clamara contra mí, y llorarán todos sus surcos;
39 si comí su sustancia sin dinero, o afligí el alma de sus dueños;
40 en lugar de trigo me nazcan espinos, y abrojos en lugar de cebada. Se acaban las palabras de Job.
26 Varones hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre vosotros temen a Dios, a vosotros es enviada esta Palabra de salud.
27 Porque los que habitaban en Jerusalén, y sus príncipes, no conociendo a éste, y las voces de los profetas que se leen todos los sábados, condenándolo, las cumplieron.
28 Y sin hallar en él causa de muerte, pidieron a Pilato que le matara.
29 Y habiendo cumplido todas las cosas que de él estaban escritas, quitándolo del madero, lo pusieron en el sepulcro.
30 Mas Dios le levantó de los muertos.
31 Y él fue visto por muchos días de los que habían subido juntamente con él de Galilea a Jerusalén, los cuales hasta ahora son sus testigos al pueblo.
32 Y nosotros también os anunciamos el Evangelio de aquella promesa que fue hecha a los padres,
33 la cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús; como también en el salmo segundo está escrito: Mi hijo eres tú, yo te engendré hoy.
34 Y que le levantó de los muertos para nunca más volver a corrupción, así lo dijo: Os daré las misericordias fieles prometidas a David.
35 Por eso dice también en otro lugar: No permitirás que tu Santo vea corrupción.
36 Porque a la verdad David, habiendo servido en su generación a la voluntad de Dios, durmió, y fue juntado con sus padres, y vio corrupción.
37 Mas aquel a quien Dios levantó, no vio corrupción.
38 Os sea pues notorio, varones hermanos, que por éste os es anunciada remisión de pecados,
39 y de todo lo que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en éste es justificado todo aquel que creyere.
40 Mirad, pues, que no venga sobre vosotros lo que está dicho en los profetas:
41 Mirad, oh menospreciadores, y entonteceos, y desvaneceos; porque yo hago una obra en vuestros días, obra que no creeréis, si alguien os la contare.
42 ¶ Y saliendo ellos de la sinagoga de los judíos, los gentiles les rogaron que el sábado siguiente les hablaran estas palabras.
43 Y despedida la sinagoga, muchos de los judíos y de los religiosos prosélitos siguieron a Pablo y a Bernabé; los cuales hablándoles, les persuadían que permanecieran en la gracia de Dios.
44 Y el sábado siguiente se juntó casi toda la ciudad a oír la Palabra de Dios.
45 Pero los judíos, vista la multitud, se llenaron de celo, y se oponían a lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando.
46 Entonces Pablo y Bernabé, usando de libertad, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablara la palabra de Dios; pero como la desecháis, y os juzgáis indignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles.
47 Porque así nos mandó el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles, para que seas por salud hasta lo postrero de la tierra.
48 Y los gentiles oyendo esto, se fueron gozosos, y glorificaban la palabra del Señor; y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.
49 Y la palabra del Señor era esparcida por toda aquella provincia.
50 Mas los judíos incitaron a mujeres pías y honestas, y a los principales de la ciudad, y levantaron persecución contra Pablo y Bernabé, y los echaron de sus términos.
51 Entonces sacudiendo en ellos el polvo de sus pies, vinieron a Iconio.
52 Y los discípulos estaban llenos de gozo, y del Espíritu Santo.
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