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Misión de Pablo a los no judíos
3 Así que yo, Pablo, soy prisionero de Jesucristo para bien de ustedes que no son judíos. 2 Seguramente habrán oído del trabajo que Dios, en su generoso amor, me ha dado para ayudarles a ustedes. 3 Por revelación, él me dio a conocer su plan secreto, como antes les escribí brevemente. 4 Si ustedes leen lo que escribí, podrán captar cómo entiendo el plan secreto que se ha dado a conocer con Cristo. 5 En otras generaciones ese plan secreto no se dio a conocer a la gente, pero ahora Dios, por medio del Espíritu, lo ha revelado a los santos apóstoles y profetas. 6 Este es el plan secreto: los que no son judíos recibirán lo mismo que Dios les ha prometido a los judíos. Los judíos y los que no son judíos son miembros del mismo cuerpo y participan juntos de la promesa que Dios hizo en Jesucristo. Los que no son judíos reciben todo esto por medio de la buena noticia de salvación.
7 Por el generoso amor de Dios quien quiso actuar en mí con poder, recibí el don de ser un siervo dedicado a anunciar la buena noticia de salvación. 8 Aunque soy el menos importante del pueblo de Dios, él me concedió el privilegio de anunciar a los que no son judíos la buena noticia de las infinitas riquezas de Cristo. 9 Dios me encargó el trabajo de sacar a la luz su plan secreto, pues él, Creador de todo lo que existe, tenía oculto su plan desde el principio. 10 Esto sucedió para que todas las autoridades y poderes en el cielo conocieran por medio de la iglesia la sabiduría de Dios en todas sus formas. 11 Esto está de acuerdo con el plan eterno que Dios cumple en Nuestro Señor Jesucristo. 12 Por nuestra fe en Cristo[a] tenemos la libertad de presentarnos ante Dios con plena confianza para hablar con él. 13 Por eso les ruego que no se desanimen por los sufrimientos que soporto por ustedes; al contrario, mis sufrimientos deben ser un honor para ustedes.
El amor de Cristo
14 Por eso me arrodillo para orar ante el Padre, 15 de quien toda familia en el cielo y en la tierra recibe su verdadero nombre. 16 A él le pido que en su infinita grandeza les conceda a ustedes fortaleza interior a través del Espíritu. 17 Pido al Padre que Cristo viva en ustedes por la fe y que su amor sea la raíz y el cimiento de su vida. 18 Así podrán comprender con todo el pueblo santo de Dios cuán ancho y largo, cuán alto y profundo, es su amor. 19 El amor de Cristo es tan grande que supera todo conocimiento. Pero a pesar de eso, pido a Dios que lo puedan conocer, de manera que se llenen completamente de todo lo que Dios es.
20 Por el poder de Dios que obra en nosotros, él puede hacer mucho más de lo que jamás podríamos pedir o imaginar. 21 ¡Gloria a Dios en la iglesia y en Jesucristo por todas las generaciones para siempre! Así sea.
La unidad del cuerpo de Cristo
4 Yo, Pablo, preso por la causa del Señor, les ruego que vivan de acuerdo con el llamamiento que recibieron de Dios. 2 Sean siempre humildes, amables, tengan paciencia, sopórtense con amor unos a otros. 3 El Espíritu los ha unido con un vínculo de paz. Hagan todo lo posible por conservar esa unidad, permitiendo que la paz los mantenga unidos. 4 Así como ustedes forman un solo cuerpo y hay un solo Espíritu, Dios también los llamó a una sola esperanza. 5 Hay un solo Señor, una sola fe y un solo bautismo. 6 Hay un solo Dios y Padre de todos que gobierna a todos, trabaja por medio de todos y vive en todos nosotros.
7 Cristo en su generosidad nos dio un don a cada uno. 8 (A)Por eso dice:
«Cuando subió a los cielos,
se llevó a los prisioneros
y entregó dones a la gente».[b]
9 ¿Qué significa eso de que «subió»? Pues significa que primero descendió a las partes más bajas de la tierra.[c] 10 Cristo fue el mismo que descendió y luego subió a lo más alto de los cielos para llenarlo todo con su presencia. 11 Cristo mismo le dio dones a la gente: a unos, el don de ser apóstoles; a otros el de ser profetas; a otros el de anunciar la buena noticia de salvación; y a otros el de ser pastores y maestros. 12 Él dio esos dones para preparar a su pueblo santo para el trabajo de servir y fortalecer al cuerpo de Cristo. 13 Este trabajo debe continuar hasta que estemos todos unidos en lo que creemos y conocemos acerca del Hijo de Dios. Nuestra meta es convertirnos en gente madura, vernos tal como Cristo y tener toda su perfección.
14 Así no nos portaremos como niños, ni seremos como un barco a la deriva arrastrados por cualquier nueva enseñanza de quienes buscan engañarnos con sus trampas. 15 Por el contrario, maduraremos y seremos como Cristo en todo sentido, enseñando la verdad con amor. Cristo es la cabeza, y 16 el cuerpo entero depende de él. Por medio de él, todas las partes del cuerpo están ligadas y se mantienen unidas. Cada parte cumple su función y así todo el cuerpo crece y se fortalece por el amor.
Vida nueva en Cristo
17 Lo que les voy a decir es una advertencia del Señor: dejen ya de vivir como los que no son creyentes, porque ellos se guían por pensamientos inútiles. 18 Su entendimiento está oscurecido porque están separados de la vida que viene de Dios y porque son ignorantes debido a lo terco que es su corazón. 19 Han perdido la vergüenza, se han dedicado a la inmoralidad y se entregan cada vez más a cometer toda clase de perversiones. 20 Pero esa clase de vida no tiene nada que ver con la instrucción que recibieron de Cristo. 21 Sé que ustedes han recibido su mensaje y han aprendido la verdad que está en Jesús. 22 Se les enseñó a dejar atrás la forma de vida que llevaban antes. Ese viejo ser va de mal en peor por los deseos engañosos. 23 Aprendieron a renovar su forma de pensar por medio del Espíritu,[d] 24 y a revestirse del nuevo ser que Dios creó a su imagen para que practique la justicia y la santidad por saber la verdad.
25 (B)Así que dejen las mentiras y «díganse siempre la verdad unos a otros»[e] porque todos formamos parte del mismo cuerpo. 26 (C)«No permitan que la ira los haga cometer pecados»[f]; que la noche no los sorprenda enojados. 27 No le den ninguna oportunidad al diablo para que los derrote.
28 El que era ladrón deje de robar y trabaje haciendo algo provechoso con sus manos, así podrá compartir con el que no tiene nada.
29 No digan malas palabras, sino palabras que ayuden y animen a los demás, para que lo que hablen le haga bien a quien los escuche. 30 No hagan poner triste al Espíritu Santo, quien es la garantía para su completa liberación en el día señalado. 31 Quítense de ustedes toda amargura, ira y enojo, gritos, calumnias y malicia. 32 Sean amables y considerados unos con otros, y perdónense como Dios los ha perdonado a través de Cristo.
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