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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Palabra de Dios para Todos (PDT)
Version
Jueces 7

Muy temprano, Yerubaal, o sea Gedeón, y sus hombres armaron su campamento a orillas del río Jarod. El campamento de los madianitas estaba al norte de ellos, en el valle al pie del monte de Moré. El SEÑOR le dijo a Gedeón: «Te voy a ayudar a derrotar a los madianitas. Pero tienes muchos hombres en tu ejército, y no quiero que los israelitas me olviden y crean que ellos solos se han salvado. Así que llama a tus hombres y diles: “El que tenga miedo puede irse de aquí y regresar a su casa”». Se fueron 22 000 hombres pero todavía quedaron 10 000.

Y el SEÑOR le dijo a Gedeón: «Todavía son muchos hombres. Llévalos a tomar agua y allí les haré una prueba. Si yo digo: “Este hombre irá contigo”, entonces ese hombre irá, pero si digo: “Este hombre no irá contigo”, entonces ese hombre no irá».

Entonces Gedeón llevó a sus hombres a tomar agua. Allí el SEÑOR dijo: «Separa a tus hombres en dos grupos así: Arma un grupo con los que beban el agua en sus manos lamiendo como un perro y arma el otro grupo con los que se arrodillen para beber».

Solo 300 hombres bebieron el agua con las manos, todos los demás se arrodillaron para beber. Entonces el SEÑOR le dijo a Gedeón: «Con los 300 hombres que bebieron con las manos es suficiente para salvarte, haré que derrotes a los madianitas. Todos los demás pueden irse a su casa».

Gedeón envió a los otros hombres a su casa y se quedó sólo con los 300 hombres, además del armamento y las trompetas de los que se fueron. Los madianitas estaban acampando en el valle, más abajo del campamento de Gedeón. Esa noche el SEÑOR le dijo a Gedeón: «¡Levántate! Haré que derrotes el ejército de los madianitas, baja ya y atácalos. 10 Si tienes miedo de bajar solo, entonces lleva a tu siervo Furá. Baja al campamento de los madianitas 11 y escucha lo que dicen, después ya no tendrás temor de atacarlos».

Entonces Gedeón y su sirviente Furá bajaron hasta el límite donde estaban los soldados del campamento enemigo. 12 Los madianitas, los amalecitas y los del oriente estaban acampando en ese valle. Eran tantos hombres que parecían una plaga de langostas y parecía que había tantos camellos como los granos de arena en la playa.

13 Cuando Gedeón llegó al campamento, escuchó que un soldado le contaba un sueño al otro. El soldado decía:

—Soñé que un pan de cebada venía rodando hacia el campamento de los madianitas y golpeó la tienda tan fuerte que la tienda se derrumbó y quedó al revés.

14 El otro soldado sabía el significado del sueño y dijo:

—Tu sueño se trata de Gedeón, el hijo de Joás, significa que Dios hará que Gedeón destruya a todo el ejército madianita.

15 Después de escuchar el sueño y su significado, Gedeón adoró a Dios, luego regresó al campamento de Israel y dijo:

—¡Levántense todos! El SEÑOR nos ayudará a derrotar a los madianitas.

16 Gedeón dividió a los 300 hombres en tres grupos. A cada hombre le dio una trompeta y una vasija de barro con una antorcha adentro. 17 Gedeón les dijo a sus hombres:

—Cuando lleguen al campamento enemigo, fíjense en mí y hagan lo que yo hago. 18 Todos rodeen el campamento. El grupo que va conmigo y yo tocaremos las trompetas. Después ustedes toquen también sus trompetas y griten: “¡Por el SEÑOR y por Gedeón!”

19 Gedeón y los 100 hombres que estaban con él llegaron al borde del campamento enemigo. Llegaron a media noche, justo cuando estaban cambiando la guardia. Gedeón y sus hombres tocaron sus trompetas y rompieron las vasijas de barro.

20 Entonces los tres grupos tocaron sus trompetas y rompieron las vasijas de barro. En la mano izquierda tenían las antorchas y en la mano derecha tenían trompetas. Todos gritaban: «¡Una espada por el SEÑOR y por Gedeón!»

21 Cada uno de los hombres de Gedeón se quedó en su puesto rodeando el campamento enemigo. Los hombres del ejército madianita gritaban y corrían. 22 Cuando los 300 hombres de Gedeón tocaron sus trompetas, el SEÑOR hizo que los madianitas se mataran unos a otros con sus espadas. El ejército enemigo huyó hacia la ciudad de Bet Sitá que queda cerca de la ciudad de Zererá, corrieron hasta la ciudad de Abel Mejolá, que queda junto a Tabat.

23 Entonces se les avisó a los soldados de las tribus de Neftalí, Aser y Manasés que persiguieran a los madianitas. 24 Gedeón envió mensajeros por todas las montañas de Efraín.

Los mensajeros gritaban: «¡Salgan antes de que los madianitas lleguen!» Los hombres de Efraín salieron y tomaron control de los ríos hasta Bet Bará. 25 Ellos también capturaron a Oreb y Zeb, los dos comandantes madianitas. A Oreb lo mataron en un lugar conocido como la roca de Oreb. Y a Zeb lo mataron en un lugar de su mismo nombre donde se pisaban las uvas para hacer vino. Los hombres de Efraín siguieron persiguiendo a los madianitas, pero primero llevaron las cabezas de Oreb y Zeb a donde estaba Gedeón, en el lugar donde se cruza el río Jordán.

Hechos 11

Pedro regresa a Jerusalén

11 Los apóstoles y los creyentes de Judea se enteraron de que los que no son judíos también habían aceptado el mensaje de Dios. Pero cuando Pedro vino a Jerusalén, algunos creyentes judíos[a] discutieron con él. Le dijeron:

—Fuiste a casa de gente que no es judía y no está circuncidada ¡y hasta comiste con ellos!

Entonces Pedro les explicó paso por paso lo que ocurrió:

—Yo estaba en la ciudad de Jope y mientras oraba tuve una visión en la que veía bajar algo del cielo. Era como una sábana muy grande que bajaba hacia mí sostenida de las cuatro puntas. Miré adentro y vi que había toda clase de animales, bestias salvajes, reptiles y aves. Entonces escuché una voz diciéndome: “Pedro, ¡levántate, mata y come!” Pero yo dije: “¡Yo nunca haría eso, Señor! Nunca he comido ni un bocado de algo prohibido o impuro”. Pero la voz me dijo por segunda vez: “No llames prohibido a lo que Dios ha purificado”.

10 »Esto sucedió tres veces y luego todo subió de nuevo al cielo. 11 En ese momento, tres hombres llegaron a la casa donde me hospedaba. Habían sido enviados a mí desde la ciudad de Cesarea. 12 El Espíritu me dijo que fuera con ellos sin vacilar. Estos seis hermanos que están aquí me acompañaron a la casa de Cornelio. 13 Él nos contó que había visto a un ángel en su casa diciéndole: “Envía algunos hombres a la ciudad de Jope a traer aquí a Simón, a quien también llaman Pedro. 14 Él te dará un mensaje por medio del cual te salvarás tú y todos los que viven en tu casa”.

15 »Apenas comencé a hablar, el Espíritu Santo cayó sobre ellos tal como nos pasó a nosotros al principio.[b] 16 Entonces recordé lo que el Señor había dicho: “Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo”. 17 Dios les dio a ellos el mismo don que a nosotros, que creímos en el Señor Jesucristo. Entonces, ¿podía yo oponerme a Dios?

18 Cuando los creyentes judíos escucharon esto, dejaron de discutir, alabaron a Dios y dijeron:

—¡Así que Dios también les ha permitido a los que no son judíos cambiar y tener una nueva vida!

Las buenas noticias llegan a Antioquía

19 Después de que mataron a Esteban, los creyentes se dispersaron, tratando de escapar de la persecución. Algunos creyentes se fueron a lugares tan lejanos como Fenicia, Chipre y Antioquía. En esos lugares anunciaron la buena noticia de salvación, pero solamente entre los judíos. 20 Algunos de estos creyentes eran hombres de Chipre y de Cirene. Cuando llegaron a Antioquía, empezaron a anunciar también las buenas noticias del Señor Jesús a los que no eran judíos[c]. 21 El Señor los ayudaba, muchos creyeron y decidieron seguir al Señor.

22 La iglesia de Jerusalén escuchó la noticia sobre el nuevo grupo de creyentes de Antioquía. Entonces enviaron a Bernabé desde Jerusalén hasta Antioquía. 23 Cuando él llegó y vio que Dios los estaba bendiciendo, se alegró y los animó a no perder nunca la fe y obedecer de todo corazón al Señor. 24 Bernabé era un buen hombre, lleno del Espíritu Santo y tenía mucha fe. Entonces muchos más se hicieron seguidores del Señor.

25 Entonces Bernabé fue a la ciudad de Tarso a buscar a Saulo. 26 Cuando encontró a Saulo, Bernabé lo trajo a Antioquía. Saulo y Bernabé se quedaron allí todo un año, reuniéndose con la iglesia y enseñando a gran cantidad de gente. En Antioquía, por primera vez los creyentes fueron llamados cristianos.

27 Por este tiempo, algunos profetas de Jerusalén fueron a Antioquía. 28 Uno de esos profetas, Agabo, dijo por medio del Espíritu Santo: «Vendrán al mundo tiempos muy malos y habrá gran escasez de alimentos». Esta hambruna sucedió cuando Claudio era emperador. 29 Los seguidores decidieron que iban a ayudar a sus hermanos que vivían en Judea. Cada uno de ellos planeó enviarles toda la ayuda que pudiera. 30 Así lo hicieron, y enviaron su dinero con Bernabé y Saulo, quienes a su vez se lo llevaron a los ancianos líderes de Judea.

Jeremías 20

Jeremías y Pasur

20 Luego el sacerdote Pasur hijo de Imer, que era inspector en jefe del templo del SEÑOR, escuchó lo que profetizó Jeremías, mandó golpear al profeta Jeremías y que lo sujetaran al cepo que estaba en la puerta superior de Benjamín, junto al templo del SEÑOR. Al siguiente día, Pasur quitó a Jeremías del cepo, entonces Jeremías le dijo: «El SEÑOR ya no te llamará Pasur sino “El rodeado de terror”, porque esto dice el SEÑOR: “Voy a traer el terror sobre ti y sobre todos tus seres queridos. Ellos morirán en batalla en manos de sus enemigos y tú lo verás con tus propios ojos. Le entregaré al rey de Babilonia todos los habitantes de Judá y él los llevará a Babilonia donde los matará a filo de espada. Les entregaré a sus enemigos todos los tesoros de esta ciudad, todo lo que ha producido, todas sus posesiones y todos los tesoros de los reyes de Judá. Los babilonios los saquearán y se los llevarán a Babilonia. Y tú, Pasur, irás prisionero a Babilonia junto con todos tus seres queridos. Allí morirás y te enterrarán a ti y a todos tus amigos, a quienes les profetizabas falsedades”».

Queja de Jeremías

SEÑOR, me convenciste,
    y yo me dejé convencer;
fuiste más fuerte que yo
    y me ganaste.
Soy motivo de burla cada día,
    todos se burlan de mí.
Cuando hablo, grito;
    anuncio el dolor y la violencia.
El mensaje del SEÑOR es causa de mi desgracia.
    Se ha convertido en algo de lo que la gente se burla todo el día.
Yo dije: «Ya no anunciaré más de él;
    no volveré a hablar en su nombre»,
pero su mensaje dentro de mí
    se convierte en un fuego ardiente
    que me cala hasta los huesos.
Hago todo lo que puedo por contenerlo,
    pero me es imposible.
10 He escuchado a muchos que susurran burlonamente:
    «¡El terror lo tiene rodeado!
¡Anunciemos el terror,
    anunciémoslo!»
Incluso mis amigos me observan
    para ver si me equivoco, y dicen:
«Esperemos a que se equivoque
    y así podremos derrotarlo para poder vengarnos de él».

11 Pero el SEÑOR está conmigo
    como un poderoso guerrero.
Por eso los que me persiguen
    tropezarán y no podrán ganar;
    fracasarán y quedarán avergonzados.
Su deshonor será permanente,
    nunca se olvidará.
12 SEÑOR Todopoderoso,
    que juzgas lo que está bien,
    que ves nuestros deseos y pensamientos,
déjame ver tu venganza en contra de ellos.
    Te lo pido porque he puesto mi caso en tus manos.
13 ¡Canten al SEÑOR! ¡Alaben al SEÑOR!
    Porque él salva al pobre del control de los malvados.

14 Maldito sea el día en que nací;
    maldito sea el día en que mi mamá me trajo al mundo.
15 Maldito sea el hombre que hizo sentir feliz a mi papá
    cuando le anunció: «¡Es un niño!»
16 Que ese hombre sea como las ciudades
    que el SEÑOR ha destruido sin compasión.[a]
Que escuche gritos de dolor en la mañana,
    y de guerra al mediodía.
17 ¿Por qué no me mató
    en el vientre?
Mi mamá habría sido mi sepulcro
    y yo nunca habría salido de su vientre.
18 ¿Por qué tuve que salir del vientre de mi madre?
    ¿Para ver todo este dolor y sufrimiento
    y para pasar lleno de vergüenza el resto de mi vida?

Marcos 6

Jesús visita su pueblo

(Mt 13:53-58; Lc 4:16-30)

Jesús salió de ese lugar y se fue para su pueblo junto con sus seguidores. Cuando llegó el día de descanso, Jesús comenzó a enseñarles en la sinagoga. Muchos estaban muy impresionados por lo que escuchaban, y decían:

—¿De dónde sacó este hombre todo esto? ¿Cómo pudo conseguir tanta sabiduría? ¿De dónde sacó el poder para hacer los milagros que hace? ¿No es este el carpintero hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿No viven sus hermanas aquí también entre nosotros?

No podían aceptar a Jesús, pero él les dijo:

—Se honra a un profeta en todas partes, pero nadie es profeta en su propio pueblo y en su propia casa.

Y Jesús no pudo hacer ningún milagro allá. Lo único que hizo fue imponer las manos a algunos enfermos y sanarlos. Y estaba muy sorprendido de la falta de fe de la gente de su pueblo. Así que siguió hacia los otros pueblos enseñando a la gente.

Jesús envía a sus seguidores

(Mt 10:1, 5-15; Lc 9:1-6)

Jesús reunió a los doce y los preparó para que fueran de dos en dos. Les dio poder para dominar a los espíritus malignos. Les ordenó que no llevaran nada para el camino: ni alimentos, ni bolsa, ni dinero, sólo un bastón para caminar. Podían llevar sus sandalias pero no ropa para cambiarse. 10 Les dijo:

—Cuando entren a una casa, quédense allí hasta que salgan de ese pueblo. 11 Si en algún pueblo no les dan la bienvenida o no los escuchan, salgan de allí y sacúdanse el polvo de los pies a manera de advertencia para ellos.

12 Los seguidores salieron para otros lugares y le decían a la gente que cambiara su manera de pensar y de vivir. 13 Expulsaron a muchos demonios y sanaron a muchos enfermos ungiéndolos con aceite.

La muerte de Juan el Bautista

(Mt 14:1-12; Lc 9:7-9)

14 El rey Herodes oyó hablar de Jesús, quien ya era conocido en muchos lugares. Algunos decían: «Es Juan el Bautista que ha resucitado, por eso está haciendo milagros». 15 Otros decían: «Es Elías». Y otros más decían: «Jesús es un profeta como los que vivieron hace mucho tiempo».

16 Pero cuando Herodes escuchó esos comentarios, dijo: «Es Juan. Yo le corté la cabeza y ahora ha resucitado».

17 Herodes había mandado arrestar a Juan y ponerlo en prisión por causa de Herodías, esposa de su hermano Felipe. Herodes se había casado con ella, 18 y Juan le decía a Herodes que no era correcto casarse con la esposa de su hermano. 19 Por eso Herodías le guardaba rencor a Juan y quería matarlo, pero no encontraba la forma de hacerlo. 20 Herodes le tenía miedo a Juan porque sabía que era un hombre recto y santo, y por eso lo protegía. A Herodes le gustaba escuchar a Juan, pero siempre se inquietaba con lo que él le decía.

21 Llegó el momento que Herodías esperaba para matar a Juan y fue el día del cumpleaños del rey Herodes. Él quería celebrar su cumpleaños con los altos funcionarios, con los comandantes y con los notables de Galilea, a quienes invitó a una gran cena. 22 La hija de Herodías entró y bailó, lo cual les gustó mucho al rey y a sus invitados. Así que el rey Herodes le dijo a la muchacha:

—Pide lo que quieras y te lo daré.

23 Y le prometió a la muchacha:

—Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino.

24 Ella corrió a donde estaba su mamá y le preguntó:

—¿Qué debo pedir?

Ella le contesto:

—Pide la cabeza de Juan el Bautista.

25 Enseguida la muchacha volvió a donde estaba el rey y le hizo su petición:

—Quiero que me traigas ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista.

26 El rey se puso muy triste, pero no quería quedar mal con sus invitados y tenía que cumplir su promesa. No podía negarle a la muchacha lo que estaba pidiendo. 27 Así que enseguida ordenó a un verdugo que le trajera la cabeza de Juan. Él fue y le cortó la cabeza a Juan en la cárcel, 28 la trajo en una bandeja, se la entregó a la muchacha y ella se la dio a su mamá. 29 Cuando los seguidores de Juan se enteraron, fueron a recoger el cuerpo y lo colocaron en un sepulcro.

Jesús alimenta a más de 5000

(Mt 14:13-21; Lc 9:10-17; Jn 6:1-14)

30 Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. 31 Como Jesús y los apóstoles estaban en un lugar muy ruidoso y concurrido, no tenían tranquilidad ni para comer, así que Jesús les dijo:

—Vengan conmigo a un lugar tranquilo para que puedan descansar un rato.

32 Así que se fueron en una barca a un lugar despoblado. 33 Pero muchos los vieron salir, y como los conocían, decidieron ir con ellos. De todos los pueblos salió gente corriendo por los caminos y llegaron antes que ellos. 34 Cuando Jesús bajó de la barca y vio una multitud tan grande, tuvo compasión de ellos porque eran como ovejas que no tienen pastor. Entonces, se acercó a ellos y comenzó a enseñarles muchas cosas. 35 Como ya se estaba haciendo tarde, los seguidores se acercaron a Jesús y le dijeron:

—Este es un lugar despoblado y ya es muy tarde. 36 Haz ir a la gente para que vayan a los campos y pueblos cercanos y compren algo de comer.

37 Pero Jesús les respondió:

—Denles ustedes de comer.

Y ellos respondieron:

—¿Quieres que para alimentar a tanta gente vayamos y compremos pan por el equivalente a un mes de trabajo de todos nosotros[a]?

38 Jesús les dijo:

—Vayan y vean cuántos panes tienen ustedes.

Fueron, averiguaron y le dijeron:

—Tenemos cinco panes y dos pescados.

39 Entonces Jesús les ordenó que hicieran sentar a la gente en grupos sobre la hierba verde. 40 Se sentaron en grupos de 50 y de 100. 41 Después, Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados, miró al cielo y dio gracias a Dios. Luego partió los panes y se los dio a sus seguidores para que los repartiera; también repartió los dos pescados entre todos. 42 Todos comieron y quedaron satisfechos. 43 Recogieron doce canastas llenas de los pedazos de pan y pescado. 44 Los que comieron fueron 5000 hombres.

Jesús camina sobre el agua

(Mt 14:22-33; Jn 6:16-21)

45 Enseguida Jesús ordenó a sus seguidores que subieran a la barca y se fueran primero que él a Betsaida, al otro lado del lago, mientras que él se despedía de la gente. 46 Después de despedirse de ellos, se fue al cerro a orar. 47 Al atardecer, la barca estaba en medio del lago, y él estaba en tierra. 48 Vio que tenían dificultad para remar porque soplaba un viento muy fuerte en su contra. A la madrugada, Jesús llegó caminando sobre el agua e hizo como que iba a pasar de largo. 49 Pero cuando lo vieron caminando sobre el lago, pensaron que era un fantasma y comenzaron a gritar. 50 Todos lo vieron y por eso se asustaron muchísimo. Enseguida les dijo:

—¡Tranquilos, soy yo! No tengan miedo.

51 Entonces se subió a la barca con ellos y el viento se calmó. Estaban completamente fuera de sí 52 porque no podían entender lo que acababa de ocurrir por la misma razón que no entendieron el milagro de los panes. Su mente no podía captarlo.

Jesús sana a mucha gente

(Mt 14:34-36)

53 Cruzaron el lago hasta llegar a tierra en Genesaret y ataron la barca en la orilla. 54 Tan pronto bajaron de la barca, la gente de allí reconoció a Jesús. 55 Entonces corrieron por toda la región y empezaron a llevar a los enfermos en camillas a donde oían que él estaba. 56 Y dondequiera que iba, en las aldeas, en los pueblos o en los campos, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que tan sólo los dejara tocar el borde de su manto. Todos los que lo tocaban quedaban sanados.

Palabra de Dios para Todos (PDT)

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