M’Cheyne Bible Reading Plan
19 ¶ Y dieron aviso a Joab: He aquí el rey llora, y pone luto por Absalón.
2 Y se volvió aquel día la salvación en luto para todo el pueblo; porque oyó decir el pueblo aquel día que el rey tenía dolor por su hijo.
3 Entró el pueblo aquel día en la ciudad escondidamente, como suele entrar a escondidas el pueblo avergonzado que ha huido de la batalla.
4 Mas el rey, cubierto el rostro, clamaba en alta voz: ¡Hijo mío Absalón, Absalón, hijo mío, hijo mío!
5 Y entrando Joab en casa del rey, le dijo: Hoy has avergonzado el rostro de todos tus esclavos, que han hoy librado tu vida, y la vida de tus hijos y de tus hijas, y la vida de tus mujeres, y la vida de tus concubinas,
6 amando a los que te aborrecen, y aborreciendo a los que te aman; porque hoy has declarado que no estimas tus príncipes y esclavos; porque yo entiendo hoy que si Absalón viviera, y todos nosotros todos estuviéramos muertos hoy, entonces esto sería recto en tus ojos.
7 Levántate pues ahora, y sal fuera, y habla al corazón de tus esclavos; porque juro por el SEÑOR, que si no sales, ni aun uno quede contigo esta noche; y de esto te pesará más que de todos los males que te han sobrevenido desde tu juventud hasta ahora.
8 Entonces se levantó el rey, y se sentó a la puerta; y fue declarado a todo el pueblo, diciendo: He aquí el rey está sentado a la puerta. Y vino todo el pueblo delante del rey; mas Israel había huido, cada uno a sus estancias.
9 ¶ Y todo el pueblo porfiaba en todas las tribus de Israel, diciendo: El rey nos ha librado de mano de nuestros enemigos, y él nos ha salvado de mano de los filisteos; y ahora ha huido, de la tierra por Absalón.
10 Y Absalón, a quien habíamos ungido sobre nosotros, ha muerto en la batalla. ¿Por qué pues os estáis ahora quedos en orden a hacer volver al rey?
11 Y el rey David envió a Sadoc y a Abiatar sacerdotes, diciendo: Hablad a los ancianos de Judá y decidles: ¿Por qué seréis vosotros los postreros en volver el rey a su casa, ya que la palabra de todo Israel ha venido al rey de volverle a su casa?
12 Vosotros sois mis hermanos; mis huesos y mi carne sois; ¿por qué pues seréis vosotros los postreros en volver al rey?
13 Asimismo diréis a Amasa: ¿No eres tú también hueso mío y carne mía? Así me haga Dios, y así me añada, si no fueres general del ejército delante de mí para siempre, en lugar de Joab.
14 Así inclinó el corazón de todos los varones de Judá, como el de un varón, para que enviaran a decir al rey: Vuelve tú, y todos tus esclavos.
15 Volvió, pues, el rey, y vino hasta el Jordán. Y Judá vino a Gilgal, a recibir al rey y hacerlo pasar el Jordán.
16 ¶ Y Simei hijo de Gera, hijo de Jemini, que era de Bahurim, se dio prisa a venir con los varones de Judá a recibir al rey David;
17 y con él venían mil hombres de Benjamín; asimismo Siba criado de la casa de Saúl, con sus quince hijos y sus veinte esclavos, los cuales pasaron el Jordán delante del rey.
18 Atravesó después la barca para pasar la familia del rey, y para hacer lo que le quisiera. Entonces Simei hijo de Gera se postró delante del rey pasando él el Jordán.
19 Y dijo al rey: No me impute mi señor mi iniquidad, ni tengas memoria de los males que tu esclavo hizo el día que mi señor el rey salió de Jerusalén, para guardarlos el rey en su corazón;
20 Porque yo tu esclavo conozco haber pecado, y he venido hoy el primero de toda la casa de José, para descender a recibir a mi señor el rey.
21 Y Abisai hijo de Sarvia respondió y dijo: ¿No ha de morir por esto Simei, que maldijo al ungido del SEÑOR?
22 David entonces dijo: ¿Qué tenéis vosotros conmigo, hijos de Sarvia, que me habéis de ser hoy adversarios? ¿Ha de morir hoy alguno en Israel? ¿No conozco yo que hoy soy rey sobre Israel?
23 Y dijo el rey a Simei: No morirás. Y el rey se lo juró.
24 ¶ También Mefi-boset hijo de Saúl descendió a recibir al rey; no había lavado sus pies, ni había cortado su barba, ni tampoco había lavado sus vestidos, desde el día que el rey salió hasta el día que vino en paz.
25 Y luego que vino él a Jerusalén a recibir al rey, el rey le dijo: Mefi-boset, ¿por qué no fuiste conmigo?
26 Y él dijo: Rey señor mío, mi esclavo me ha engañado; pues había tu esclavo dicho: Enalbardaré un asno, y subiré en él, e iré al rey; porque tu esclavo es cojo.
27 Pero él ha calumniado a tu esclavo delante de mi señor el rey; mas mi señor el rey es como un ángel de Dios; haz pues lo que bien te pareciere.
28 Porque toda la casa de mi padre era digna de muerte delante de mi señor el rey, y tú pusiste a tu esclavo entre los convidados de tu mesa. ¿Qué justicia pues tengo aún para quejarme más contra el rey?
29 Y el rey le dijo: ¿Para qué hablas más palabras? Yo he determinado que tú y Siba se dividan las tierras.
30 Y Mefi-boset dijo al rey: Y aun tómelas él todas, pues que mi señor el rey ha vuelto en paz a su casa.
31 ¶ También Barzilai el galaadita descendió de Rogelim, y pasó el Jordán con el rey, para acompañarle al otro lado del Jordán.
32 Y era Barzilai muy viejo, de ochenta años, el cual había dado provisión al rey cuando estaba en Mahanaim, porque era hombre muy rico.
33 Y el rey dijo a Barzilai: Pasa conmigo, y yo te daré de comer conmigo en Jerusalén.
34 Mas Barzilai dijo al rey: ¿Cuántos son los días del tiempo de mi vida, para que yo suba con el rey a Jerusalén?
35 Yo soy hoy día de edad de ochenta años, que ya no haré diferencia entre lo bueno y lo malo. ¿Tomará gusto ahora tu esclavo en lo que comiere o bebiere? ¿Oiré más la voz de los cantores y de las cantoras? ¿Para qué, pues, sería aún tu esclavo molesto a mi señor el rey?
36 Pasará tu esclavo un poco el Jordán con el rey; ¿por qué me ha de dar el rey tan grande recompensa?
37 Yo te ruego que dejes volver a tu esclavo, y que muera en mi ciudad, junto al sepulcro de mi padre y de mi madre. He aquí tu esclavo Quimam; que pase él con mi señor el rey, y hazle lo que bien te pareciere.
38 Y el rey dijo: Pues pase conmigo Quimam, y yo haré con él como bien te parezca; y todo lo que tú pidieres de mí, yo lo haré.
39 Y todo el pueblo pasó el Jordán; y luego que el rey hubo también pasado, el rey besó a Barzilai, y lo bendijo; y él se volvió a su casa.
40 ¶ El rey entonces pasó a Gilgal, y con él pasó Quimam; y todo el pueblo de Judá pasaron al rey con la mitad del pueblo de Israel.
41 Y he aquí todos los varones de Israel vinieron al rey, y le dijeron: ¿Por qué los varones de Judá, nuestros hermanos, te han hurtado, y han hecho pasar el Jordán al rey y a su familia, y a todos los varones de David con él?
42 Y todos los varones de Judá respondieron a todos los varones de Israel: Porque el rey es nuestro pariente. Mas ¿por qué os enojáis vosotros de eso? ¿Hemos nosotros comido algo del rey? ¿Hemos recibido de él algún don?
43 Entonces respondieron los varones de Israel, y dijeron a los de Judá: Nosotros tenemos en el rey diez partes, y en el mismo David más que vosotros; ¿por qué pues nos habéis tenido en poco? ¿No hablamos nosotros primero en volver a nuestro rey? Mas al fin la razón de los varones de Judá fue más fuerte que el de los varones de Israel.
12 ¶ Cierto no me es conveniente gloriarme; mas vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor.
2 Conozco un hombre en el Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé: Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo.
3 Y conozco al tal hombre, (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé: Dios lo sabe),
4 que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que el hombre no puede decir.
5 De éste tal me gloriaré, mas de mí mismo en nada me gloriaré, sino en mis flaquezas.
6 Por lo cual si quisiera gloriarme (de estas cosas,) no sería loco, porque diré la verdad; pero lo dejo, para que nadie piense de mí más de lo que en mí ve, u oye.
7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me exalte descomedidamente, me es dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera.
8 Por lo cual tres veces he rogado al Señor, que se quite de mí.
9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque (mi) potencia en la flaqueza se perfecciona. Por tanto, de buena gana me gloriaré de mis flaquezas, para que habite en mí la potencia de Cristo.
10 Por lo cual me contento en las flaquezas, en las afrentas, en las necesidades, en las persecuciones, en las angustias por el Cristo; porque cuando soy flaco, entonces soy poderoso.
11 ¶ He sido loco (en gloriarme); vosotros me constreñisteis; pues yo había de ser alabado de vosotros, porque en nada he sido menos que los grandiosos apóstoles, aunque nada soy.
12 Con todo esto, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, en señales, y en prodigios, y en potencia.
13 Porque ¿qué hay en que habéis sido menos que las otras Iglesias, sino en que yo mismo no os he sido carga? Perdonadme esta injuria.
14 He aquí estoy aparejado para ir a vosotros la tercera vez, y no os seré gravoso; porque no busco vuestras cosas, sino a vosotros; porque no han de atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos.
15 Pero yo de muy buena gana me desprenderé y seré totalmente desprendido por vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos.
16 Pero sea así, yo no os he agravado; sino que, como soy astuto, os he tomado por engaño.
17 ¿Por ventura os he engañado por alguno de los que he enviado a vosotros?
18 Rogué a Tito, y envié con él al hermano. ¿Os engañó por ventura Tito? ¿No hemos andado con un mismo Espíritu y por las mismas pisadas?
19 ¿O pensáis aún que nos excusamos con vosotros? Delante de Dios en Cristo hablamos; mas todo, muy amados, por vuestra edificación.
20 Porque temo que cuando llegare, no os halle tales como quiero, y yo sea hallado de vosotros cual no queréis; para que por ventura no haya entre vosotros contiendas, envidias, iras, disensiones, detracciones, murmuraciones, rumores, bandos;
21 para que cuando volviere, no me humille Dios entre vosotros, y haya de llorar por muchos de los que antes habrán pecado, y no se han enmendado de la inmundicia y fornicación y deshonestidad que han cometido.
26 Y aconteció en el undécimo año, en el primero del mes, que vino Palabra del SEÑOR a mí, diciendo:
2 Hijo de hombre, por cuanto dijo Tiro sobre Jerusalén: Ea, bien; quebrantado es el puerto de los pueblos; a mí se volvió; seré llena; y ella desierta;
3 por tanto, así dijo el Señor DIOS: He aquí estoy contra ti, oh Tiro, y haré subir contra ti muchas naciones, como el mar hace subir sus ondas.
4 Y demolerán los muros de Tiro, y destruirán sus torres; y sacaré de ella su tierra, y la dejaré como una piedra lisa.
5 Tendedero de redes será en medio del mar, porque yo he hablado, dijo el Señor DIOS: y será saqueada por los gentiles.
6 Y sus hijas que están en el campo, serán muertas a espada; y sabrán que yo soy el SEÑOR.
7 Porque así dijo el Señor DIOS: He aquí que del aquilón traigo yo contra Tiro a Nabucodonosor, rey de Babilonia, rey de reyes, con caballos, y carros, y caballeros, y compañías, y mucho pueblo.
8 A tus hijas que están en el campo matará a espada; y pondrá contra ti ingenios, y fundará contra ti baluarte, y afirmará contra ti escudo.
9 Y pondrá contra ella arietes, contra tus muros, y tus torres destruirá con sus martillos.
10 Con la multitud de sus caballos te cubrirá el polvo de ellos; con el estruendo de los caballeros, y de las ruedas, y de los carros, temblarán tus muros, cuando entrare por tus puertas como por portillos de ciudad destruida.
11 Con los cascos de sus caballos hollará todas tus plazas; a tu pueblo matará a espada, y las estatuas de tu fortaleza caerán a tierra.
12 Y robarán tus riquezas, y saquearán tus mercaderías; y arruinarán tus muros, y tus casas preciosas destruirán; y pondrán tus piedras y tu madera y tu tierra en medio de las aguas.
13 Y haré cesar el estrépito de tus canciones, y no se oirá más el son de tus vihuelas.
14 Y te pondré como una piedra lisa; tendedero de redes serás; ni nunca más serás edificada; porque yo, el SEÑOR, he hablado, dijo el Señor DIOS.
15 Así dijo el Señor DIOS a Tiro: Ciertamente del estruendo de tu caída, cuando gritarán los heridos, cuando se hará la matanza en medio de ti, las islas temblarán.
16 Entonces todos los príncipes del mar descenderán de sus tronos, y se quitarán sus mantos, y desnudarán sus bordadas ropas; de espanto se vestirán, se sentarán sobre la tierra, y temblarán a cada momento, y estarán atónitos sobre ti.
17 Y levantarán sobre ti endechas, y te dirán: ¿Cómo pereciste tú, poblada en los mares? Ciudad que fue alabada, que fue fuerte en el mar, ella y sus habitantes, que ponían su espanto a todos sus moradores.
18 Ahora se estremecerán las islas en el día de tu caída, sí, las islas que están en el mar se espantarán de tu fin.
19 Porque así dijo el Señor DIOS: Yo te tornaré ciudad asolada, como las ciudades que no se habitan; haré subir sobre ti el abismo, y las muchas aguas te cubrirán.
20 Y te haré descender con los que descienden al sepulcro, con el pueblo del siglo; y te pondré en lo más bajo de la tierra, como los desiertos antiguos, con los que descienden al sepulcro, para que nunca más seas poblada; y yo daré gloria en la tierra de los vivientes.
21 Yo te tornaré en nada, y no serás; y serás buscada, y nunca más serás hallada, dijo el Señor DIOS.
Masquil de Asaf.
1 ¿Por qué, oh Dios, nos has desechado para siempre? ¿Por qué ha humeado tu furor contra las ovejas de tu prado?
2 Acuérdate de tu congregación, que adquiriste de antiguo, cuando redimiste la vara de tu heredad; este monte de Sion, donde has habitado.
3 Levanta tus pies a los asolamientos eternos; a todo enemigo que ha hecho mal en el santuario.
4 Tus enemigos han bramado en medio de tus asambleas; han puesto sus propias banderas por señas.
5 Nombrado era, como si lo llevara al cielo, el que metía las hachas en el monte de la madera espesa para el edificio del santuario.
6 Y ahora con hachas y martillos han quebrado todas sus entalladuras.
7 Han puesto a fuego tus santuarios, han ensuciado en la tierra el tabernáculo de tu Nombre.
8 Dijeron en su corazón: Destruyámoslos de una vez; quemaron todos los lugares de ayuntamiento del pueblo de Dios en la tierra.
9 No vemos ya nuestras banderas propias; no hay más profeta; ni hay con nosotros quien sepa. ¿Hasta cuándo?
10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, nos afrentará el angustiador? ¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu Nombre?
11 ¿Por qué retraes tu mano, y tu diestra? ¿Por qué la escondes dentro de tu seno?
12 ¶ Pero Dios es mi rey ya de antiguo; el que obra salud en medio de la tierra.
13 Tú hendiste el mar con tu fortaleza; quebrantaste las cabezas de los dragones en las aguas.
14 Tú magullaste las cabezas del leviatán; lo diste por comida al pueblo de los desiertos.
15 Tú abriste fuente y río; tú secaste ríos impetuosos.
16 Tuyo es el día, tuya también es la noche; tú aparejaste la lumbre y el sol.
17 Tú estableciste todos los términos de la tierra; el verano y el invierno tú los formaste.
18 ¶ Acuérdate de esto: que el enemigo ha dicho afrentas al SEÑOR, y que el pueblo loco ha blasfemado tu Nombre.
19 No entregues a las bestias el alma de tu tórtola; y no olvides para siempre la congregación de tus pobres.
20 Mira al pacto; porque las tenebrosidades de la tierra llenas están de habitaciones de violencia.
21 No vuelva avergonzado el abatido; el pobre y el menesteroso alabarán tu Nombre.
22 Levántate, oh Dios, aboga tu causa; acuérdate de cómo el loco te injuria cada día.
23 No olvides las voces de tus enemigos; el alboroto de los que se levantan contra ti sube continuamente.
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