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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Nueva Biblia Viva (NBV)
Version
1 Crónicas 7-8

Descendientes de Isacar

Los descendientes de Isacar fueron: Tola, Fuvá, Yasub y Simrón.

Los hijos de Tola, cada uno de los cuales era jefe de un clan, fueron: Uzi, Refaías, Jeriel, Yamay, Ibsán y Samuel.

En el tiempo del rey David, el número total de hombres en pie de guerra, de estas familias, era de veintidós mil seiscientos.

El hijo de Uzi fue Israías, y los hijos de este fueron: Micael, Abdías, Joel e Isías, todos jefes de clanes. Los descendientes de ellos, en el tiempo del rey David, contaban con treinta y seis hombres armados para la guerra, porque tuvieron muchas mujeres e hijos. El número total de hombres disponibles para la guerra, de todas las familias de la tribu de Isacar, ascendía a ochenta y siete mil guerreros valientes, todos incluidos en la genealogía oficial.

Descendientes de Benjamín

Los hijos de Benjamín fueron Bela, Béquer y Jediael.

Los hijos de Bela fueron: Esbón, Uzi, Uziel, Jerimot e Irí.

Estos cinco guerreros de extraordinario valor eran jefes de clanes y generales a cargo de veintidós mil treinta y cuatro soldados (todos los cuales quedaron registrados en las genealogías oficiales).

Los hijos de Béquer fueron: Zemirá, Joás, Eliezer, Elihoenay, Omrí, Jerimot, Abías, Anatot y Alamet. Entre los descendientes de estos, en los tiempos de David, había un número de veinte mil doscientos guerreros valerosos, los cuales estaban dirigidos por sus jefes de clanes.

10 El hijo de Jediael fue Bilhán.

Los hijos de Bilhán fueron: Jeús, Benjamín, Aod, Quenaná, Zetán, Tarsis y Ajisajar.

11 Estos últimos eran jefes de los clanes de Jediael y entre sus descendientes se contaban diecisiete mil doscientos guerreros.

12 Los hijos de Ir fueron Supín y Jupín. Jusín fue uno de los hijos de Ajer.

Descendientes de Neftalí

13 Los hijos de Neftalí (que descendieron de Bilhá, esposa de Jacob), fueron: Yazel, Guní, Jéser y Salún.

Descendientes de Manasés

14 Los hijos de Manasés, nacidos de su concubina aramea, fueron Asriel y Maquir. (Este último llegó a ser el padre de Galaad). 15 La esposa de Maquir fue Macá, quien pertenecía a la familia de Jupín y Supín. Otro de los descendientes fue Zelofejad, quien tuvo solamente hijas. 16 Macá, la esposa de Maquir, dio a luz a Peres y a Seres. Los hijos de este último fueron Ulán y Requen. 17 El hijo de Ulán fue Bedán.

Estos fueron, pues, los hijos de Galaad, nietos de Maquir, y bisnietos de Manasés.

18 Hamoléquet, hermana de Maquir, dio a luz a Isod, Abiezer y Majlá.

19 Los hijos de Semidá fueron: Ahián, Siquén, Liquejí y Anián.

Descendientes de Efraín

20-21 Los descendientes de Efraín fueron: Sutela, Béred, Tajat, Eladá, Tajat, Zabad, Sutela, Ezer y Elad.

Elad y Ezer fueron a robar ganado en Gat, pero los agricultores de la zona les dieron muerte. 22 Efraín, su padre, guardó luto por largo tiempo y sus parientes fueron a consolarlo. 23 Posteriormente, su esposa concibió y dio a luz un hijo a quien llamó Beriá debido a la desgracia que había acontecido.

24 El nombre de la hija de Efraín fue Será. Ella construyó tanto la alta como la baja Bet Jorón, y además Uzén Será.

25-27 La descendencia de Beriá fue Refa, quien fue padre de Résef, quien fue padre de Télaj, quien fue padre de Taján, quien fue padre de Ladán, quien fue padre de Amiud, quien fue padre de Elisama, quien fue padre de Nun, quien fue padre de Josué. 28 Vivían en una región cuyo límite, a un lado, era Betel y sus pueblos cercanos; por el oriente limitaba con Narán; por el occidente, con Guézer y sus aldeas, y finalmente con Siquén y sus aldeas, hasta llegar a Ayah y sus aldeas. 29 La tribu de Manasés hijo de José y nieto de Israel, controlaba los siguientes pueblos y regiones circundantes: Betseán, Tanac, Meguido y Dor.

Descendientes de Aser

30 Los hijos de Aser fueron: Imná, Isvá, Isví, Bería, y Sera (su hermana).

31 Los hijos de Beriá fueron Héber y Malquiel (padre de Birzávit).

32 Los hijos de Héber fueron: Jaflet, Semer, Jotán y Suá (su hermana).

33 Los hijos de Jaflet fueron Pasac, Bimal y Asvat.

34 Los hijos de su hermano Semer fueron Rohegá, Yehubá y Aram.

35 Los hijos de su hermano Hélem fueron: Zofa, Imná, Seles y Amal.

36-37 Los hijos de Zofa fueron: Súaj, Harnéfer, Súal, Berí, Imrá, Béser, Hod, Sama, Silsa, Itrán y Beerá.

38 Los hijos de Jéter fueron Jefone, Pispa y Ará.

39 Los hijos de Ula fueron Araj, Janiel y Risiyá.

40 Estos descendientes de Aser eran jefes de clanes, y todos ellos eran guerreros valientes. Sus descendientes, según los registros en la genealogía oficial, eran veintiséis mil hombres, aptos para la guerra.

Descendientes de Benjamín

Los hijos de Benjamín, de acuerdo con su edad, fueron:

2-5 Bela, el primero; Asbel, el segundo; Ajará, el tercero; Noja, el cuarto, y Rafá, el quinto.

Los hijos de Bela fueron: Adar, Guerá, Abiud, Abisúa, Naamán, Ajoaj, Guerá, Sefufán e Hiram.

6-7 Los hijos de Aod, jefes de los clanes que vivían en Gueba, fueron capturados en guerra y desterrados a Manajat. Ellos fueron: Naamán, Ahías y Guerá, padre de Uza y Ajiud. Guerá fue el que los llevó a Manajat.

8-10 Sajarayin se divorció de sus mujeres Jusín y Bará, pero en la tierra de Moab tuvo hijos con Hodes, su nueva esposa, que fueron: Jobab, Sibia, Mesá, Malcán, Jeús, Saquías y Mirma.

Todos estos hijos llegaron a ser jefes de clanes.

11 Su esposa Jusín le dio a luz a Abitob y a Elpal.

12 Los hijos de Elpal fueron Éber, Misán y Sémed (el cual edificó las ciudades de Ono y Lod, y sus pueblos cercanos).

13 Los otros hijos suyos fueron Beriá y Semá, jefes de clanes que vivían en Ayalón, y expulsaron a los habitantes de Gat.

14 Otros hijos de Elpal fueron Ajío, Sasac, y Jeremot.

15-16 Los hijos de Beriá fueron: Zebadías, Arad, Ader, Micael, Ispá y Yojá.

17-18 Entre los hijos de Elpal también están: Zebadías, Mesulán, Hizqui, Éber, Ismeray, Jezlías y Jobab.

19-21 Los hijos de Simí fueron: Yaquín, Zicrí, Zabdí, Elienay, Ziletay, Eliel, Adaías, Beraías, y Simrat.

22-25 Los hijos de Sasac fueron: Ispán, Éber, Eliel, Abdón, Zicrí, Janán, Jananías, Elam, Anatotías, Ifdaías, y Peniel.

26-27 Los hijos de Jeroán fueron: Samseray, Seharías, Atalías, Jaresías, Elías y Zicrí.

28 Estos fueron los jefes de clanes que vivían en Jerusalén.

29 Jehiel, padre de Gabaón, vivía en Gabaón, y el nombre de su esposa era Macá.

30-32 Su hijo mayor fue Abdón, y los otros fueron: Zur, Quis, Baal, Nadab, Guedor, Ajío, Zéquer y Miclot, el cual era padre de Simá.

Todas estas familias vivían juntas, cerca de Jerusalén.

33 Ner fue padre de Quis, y Quis fue padre de Saúl.

Los hijos de Saúl fueron: Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Esbaal.

34 El hijo de Jonatán fue Meribaal.

El hijo de Meribaal fue Micaías.

35 Los hijos de Micaías fueron: Pitón, Mélec, Tarea y Acaz.

36 Acaz fue el padre de Joada; Joada fue el padre de Alemet, Azmávet y Zimri. El hijo de Zimri fue Mosá.

37 Mosá fue el padre de Biná; Biná fue el padre de Rafá;

Rafá fue el padre de Elasá, y Elasá fue el padre de Azel.

38 Azel tuvo seis hijos, que fueron:

Azricán, Bocrú, Ismael, Searías, Abdías y Janán.

39 Ésec, hermano de Azel, tuvo tres hijos: Ulán, el primogénito; Jeús, el segundo, y Elifelet, el tercero.

40 Los hijos de Ulán eran guerreros valientes, muy hábiles en el manejo del arco. Tuvieron ciento cincuenta hijos y nietos, todos ellos miembros de la tribu de Benjamín.

Hebreos 11

Por la fe

11 La fe es la seguridad de recibir lo que se espera, es estar convencido de lo que no se ve.

Gracias a su fe, nuestros antepasados recibieron la aprobación de Dios. Por la fe sabemos que Dios formó el universo por medio de su palabra; así que lo que ahora vemos fue hecho de lo que no podía verse.

Por la fe, Abel ofreció a Dios un sacrificio mejor que el de Caín, y por eso Dios lo declaró justo y aceptó su ofrenda. Y aunque Abel ya está muerto, su fe nos habla todavía.

Por la fe, Enoc fue llevado de este mundo sin que experimentara la muerte; y no lo encontraron porque Dios se lo llevó. Pero antes de llevárselo, Dios declaró que él le había agradado. Sin fe es imposible agradar a Dios. El que quiera acercarse a Dios debe creer que existe y que premia a los que sinceramente lo buscan.

Por la fe, Noé, cuando se le avisó lo que ocurriría, pero que todavía no podía verse, obedeció y construyó un barco para salvar a su familia. Por esa fe condenó al mundo y fue heredero de la justicia que viene por la fe.

Por la fe, Abraham, cuando fue llamado para ir al lugar que iba a recibir como herencia, obedeció y salió sin saber a dónde iba. Por la fe vivió como extranjero en la Tierra prometida. Vivió en tiendas de campaña, lo mismo que Isaac y Jacob, que también eran herederos de la misma promesa, 10 porque Abraham esperaba la ciudad que tiene cimientos firmes, la que Dios ha planeado y construido.

11 Por la fe, Abraham, a pesar de ser demasiado viejo y de que Sara no podía tener hijos, recibió fuerzas para tener hijos, porque confió en que Dios cumpliría la promesa que le había hecho. 12 Y así de este hombre que era demasiado viejo, nacieron tantos descendientes como las estrellas del cielo y tan incontables como la arena a la orilla del mar.

13 Todos ellos murieron sin haber recibido las cosas prometidas. Pero las vieron a lo lejos y reconocieron que ellos mismos eran extranjeros y sólo estaban de paso en la tierra.

14 Los que hablan así dan a entender que andan en busca de una patria; 15 pero ellos no estaban pensando en la patria de la que salieron, pues habrían podido regresar a ella. 16 Deseaban, más bien, una patria mejor, es decir, la celestial. Por eso, Dios no se avergonzó de llamarse el Dios de ellos, y les preparó una ciudad.

17 Por la fe, Abraham, que había recibido las promesas, cuando fue puesto a prueba ofreció a Isaac, su único hijo, 18 a pesar de que Dios le había dicho: «Por medio de Isaac tendrás muchos descendientes». 19 Abraham creía que Dios tiene poder hasta para resucitar a los muertos; por eso, fue como si recobrara a Isaac de entre los muertos.

20 Por la fe, Isaac bendijo a Jacob y a Esaú, pensando en lo que les esperaba en el futuro.

21 Por la fe, Jacob, cuando ya estaba a punto de morir, bendijo a cada uno de los hijos de José y, apoyándose en la punta de su bastón, adoró.

22 Por la fe, José, poco antes de morir, dijo que los israelitas saldrían de Egipto y dio instrucciones acerca de lo que debían hacer con su cadáver.

23 Por la fe, cuando nació Moisés, sus padres lo escondieron durante tres meses, porque vieron que era un niño hermoso y no tuvieron miedo a la orden que el rey había dado.

24 Por la fe, Moisés, ya siendo adulto, no quiso que lo llamaran hijo de la hija del faraón. 25 Prefirió que lo maltrataran junto con el pueblo antes que disfrutar de los placeres temporales del pecado. 26 Consideró que era mejor sufrir la vergüenza por causa del Mesías que disfrutar de los tesoros de Egipto, porque tenía la mirada puesta en la recompensa. 27 Por la fe salió de Egipto sin tenerle miedo al enojo del faraón. Y se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible. 28 Por la fe celebró la Pascua y mandó rociar las puertas con sangre. De esta manera, el que mataba a los primogénitos no tocaría a los israelitas.

29 Por la fe, los israelitas cruzaron el Mar Rojo como por tierra seca. Y cuando los egipcios quisieron cruzarlo, se ahogaron.

30 Por la fe cayeron las murallas de Jericó, después que los israelitas marcharon alrededor de ellas por siete días.

31 Por la fe, la prostituta Rajab no murió junto con los desobedientes, porque había recibido bien a los espías.

32 ¿Qué más tengo que decir? Me faltaría tiempo para hablar de la fe de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel, y de todos los profetas. 33 Ellos, por la fe, conquistaron reinos, hicieron justicia y recibieron lo que se les prometió, cerraron bocas de leones, 34 apagaron grandes fuegos y escaparon del filo de la espada, sacaron fuerzas de la debilidad y llegaron a ser tan poderosos en la guerra que hicieron huir a los ejércitos extranjeros. 35 Hubo mujeres que recobraron a sus muertos resucitados. A unos los mataron a golpes, pues para alcanzar una mejor resurrección no aceptaron que los dejaran libres. 36 Otros sufrieron burlas y azotes, y hasta los encadenaron y encarcelaron. 37 Algunos fueron apedreados, cortados con una sierra por la mitad, asesinados con espada. Otros anduvieron fugitivos de un lugar a otro, vestidos con pieles de oveja y de cabra, pasando necesidades, afligidos y maltratados. 38 A estos, que anduvieron sin rumbo por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas, el mundo no los merecía. 39 Y aunque todos fueron aprobados por su fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. 40 Es que Dios tenía preparado algo mejor: los perfeccionará a ellos cuando nosotros también lo seamos.

Amós 5

Advertencias y lamentos

Con dolor entono esta canción de lamento por ti, Israel:

«La hermosa Israel yace débil y aplastada sobre el suelo, y no se puede levantar. No hay nadie que le brinde su apoyo para que se levante».

Pues Dios el Señor dice: «La ciudad enviará mil hombres a la batalla, pero retornarán con vida sólo cien. Y la ciudad que enviará cien, vivos sólo diez volverán».

El Señor le dice al pueblo de Israel: «¡Acudan a mí y yo protegeré sus vidas! No confíen en los ídolos de Betel, Guilgal o Berseba; pues la gente de Guilgal será llevada al exilio, y a los de Betel les sobrevendrá una gran desgracia».

¡Acudan al Señor y él protegerá sus vidas! Si no lo hacen, él vendrá sobre Israel como fuego y lo consumirá, y ninguno de los ídolos de Betel en los que ustedes tanto confían podrá apagar ese fuego.

¡Cuánto van a sufrir aquellos que convierten la «justicia» en algo amargo como el vinagre y les tiene sin cuidado el derecho de los pobres!

Acudan a Dios, quien creó las Pléyades y el Orión, quien tiene poder incluso para cambiar la oscuridad en mañana, y el día en noche; quien saca el agua del océano y la vierte sobre la tierra como lluvia. ¡Su nombre es el Señor! Él convierte en ruinas las grandes fortalezas y deja en puro escombros las poderosas torres defensivas.

10 ¡Cómo odian ustedes a los jueces honestos! ¡Cómo desprecian a la gente que dice la verdad! 11 ¡Cómo oprimen ustedes a los pobres y los obligan a entregarles parte de sus cosechas! Por eso serán castigados, de modo que no vivirán en las hermosas casas de piedra que están construyendo, ni tampoco beberán el vino de las abundantes viñas que están plantando.

12 ¡Yo sé que sus crímenes son incontables, que sus injusticias no tienen límite! Ustedes oprimen a la gente honrada, los jueces se venden por dinero y en los tribunales condenan injustamente a los pobres. 13 Por eso, debido a la maldad que existe, el prudente se queda callado.

14 ¡Hagan lo bueno y no lo malo, para que vivan! Sólo así el Señor, Dios Todopoderoso, verdaderamente será su ayudador, como ustedes lo han afirmado. 15 Odien el mal y amen el bien; dejen que reine la justicia en sus tribunales. Quizás así el Señor, Dios Todopoderoso, tenga compasión de los pocos israelitas que quedan.

16 Por lo tanto, el Señor, Dios Todopoderoso, dice esto: «Se escucharán sus llantos en todas las calles y en cada camino. ¡Llamen a los agricultores para que lloren con ustedes! ¡Llamen a las lloronas de oficio, para que les reciten lamentos! 17 Habrá tristeza y llanto en cada viña cuando yo llegue para castigarlos, pues ellas quedarán resecas». Lo ha dicho el Señor.

18 ¡Cuánto van a sufrir aquéllos que anhelan que llegue el día de juicio del Señor! ¡Pues ese día no será de fiesta y prosperidad como ustedes se lo imaginan, sino de tristeza y ruina! 19 En aquel día serán como un hombre que al huir de un león, se topa de frente con un oso; o como un hombre que en una habitación oscura se apoya en una pared y lo muerde una víbora. 20 Sí, ese será un día terrible y de muchas desgracias para ustedes.

21 El Señor dice: «Yo odio las fiestas religiosas con que ustedes pretenden honrarme; para nada me agradan sus homenajes llenos de tanta pompa. 22 No aceptaré sus ofrendas de animales ni de cereales; tampoco miraré el sacrificio ritual de sus novillos gordos que me dan como medio de reconciliación. 23 ¡Fuera con sus cantos de homenaje, pues son un mero ruido a mis oídos! Yo no escucharé su música, no importa cuán hermosa sea.

24 »¡Lo que yo quiero es que la justicia y la honradez estén presentes en todas sus acciones, que fluyan entre ustedes como las aguas de un río y, que sean virtudes tan fuertes como las aguas de un torrente profundo!

25 »Israelitas, ¿acaso me ofrecieron ustedes sacrificios rituales y ofrendas durante los cuarenta años que anduvieron por el desierto? 26 En cambio, sí cargan ustedes con esas imágenes de Sicut, al que consideraban su rey, y de Quiyún, al que llamaban su estrella protectora. ¡Si sólo son estatuillas que ustedes mismos se fabricaron! 27 Por eso, los voy a mandar a ustedes fuera de su tierra, a un lugar más allá de Damasco». Lo ha dicho el Señor, cuyo nombre es Dios Todopoderoso.

Lucas 1:1-38

Prólogo

Muchos han escrito historias de las cosas que se han cumplido entre nosotros, según nos las contaron quienes fueron testigos presenciales de todo desde el principio. Ellos eran también servidores de la Palabra.

Además, distinguido Teófilo, yo mismo investigué con mucho cuidado los acontecimientos desde su origen, y ahora te los describo en orden, para que confirmes la verdad de lo que se te ha enseñado.

Anuncio del nacimiento de Juan el Bautista

Hubo un sacerdote llamado Zacarías, miembro del grupo de Abías, que vivió cuando Herodes era rey de Judea. Su esposa, Elisabet, era descendiente de Aarón.

Zacarías y Elisabet eran piadosos e intachables delante de Dios, pero no tenían hijos, porque Elisabet era estéril. Ambos eran ya de edad avanzada.

Un día en que al grupo del sacerdote Zacarías le llegó el turno de servir a Dios en el templo, le tocó en suerte a Zacarías (porque esa era la costumbre de los sacerdotes) entrar en el santuario del templo del Señor para quemar incienso.

10 A la hora de ofrecer el incienso, la gente estaba reunida afuera orando. 11 Entonces se le apareció a Zacarías un ángel a la derecha del altar del incienso. 12 Al verlo, Zacarías se asustó y se llenó de temor. 13 Pero el ángel le dijo:

―No tengas miedo, Zacarías, pues Dios ha escuchado tus oraciones. Tu esposa Elisabet te dará un hijo, y lo llamarás Juan. 14 Su nacimiento les traerá mucha alegría a ti y a muchos más, 15 porque tu hijo va a ser un gran hombre delante del Señor. Nunca tomará vino ni licor, y estará lleno del Espíritu Santo aun antes que nazca. 16 Él hará que muchos en Israel se vuelvan al Señor su Dios 17 y también irá primero, delante del Señor, con el mismo espíritu y poder que tuvo el profeta Elías. Él reconciliará a los padres con los hijos y hará que los desobedientes aprendan de la sabiduría de los justos. De esta manera preparará al pueblo para recibir al Señor.

18 Zacarías le preguntó al ángel:

―¿Cómo podré estar seguro de esto? Tanto mi esposa como yo somos ancianos.

19 El ángel le contestó:

―Yo soy Gabriel y estoy al servicio de Dios. Él me envió para hablar contigo y darte estas buenas noticias. 20 Pero como no creíste lo que te dije, lo cual se va a realizar a su debido tiempo, no podrás hablar hasta el día en que todo esto se cumpla.

21 Mientras tanto, el pueblo estaba afuera esperando a Zacarías y a todos les extrañaba que se tardara tanto en salir del santuario. 22 Cuando por fin salió, no podía hablar, así que se dieron cuenta de que allí había tenido una visión.

23 Cuando cumplió con los días que debía servir, regresó a su casa.

24 Poco tiempo después, Elisabet quedó embarazada; y durante cinco meses no salió de su casa.

25 Ella decía: «El Señor me ha mostrado su bondad haciendo que yo vaya a tener un hijo y así la gente ya no me despreciará».

Anuncio del nacimiento de Jesús

26 A los seis meses, Dios envió al ángel Gabriel al pueblo de Nazaret, que pertenecía a la región de Galilea. 27 Fue a visitar a una joven virgen llamada María, que estaba comprometida para casarse con un hombre llamado José, que era descendiente del rey David. 28 El ángel entró donde ella estaba y le dijo:

―¡Te saludo, a ti que has recibido la bendición de Dios! El Señor está contigo.

29 María se sorprendió al escuchar estas palabras, y se preguntaba qué significaría ese saludo.

30 El ángel le dijo:

―No tengas miedo, María, porque Dios te ha concedido su favor. 31 Vas a quedar embarazada y tendrás un hijo, y lo llamarás Jesús. 32 Él será un gran hombre, y le darán el título de Hijo del Altísimo. Dios el Señor lo hará rey como hizo rey a su antepasado David, 33 y reinará para siempre sobre el pueblo de Jacob. Su reinado no tendrá fin.

34 María le preguntó al ángel:

―¿Cómo va a suceder esto, puesto que soy virgen?

35 El ángel le contestó:

―El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por lo tanto, al santo niño que va a nacer lo llamarán Hijo de Dios. 36 También tu parienta Elisabet, a pesar de ser anciana, va a tener un hijo. La gente decía que ella era estéril, y desde hace seis meses está embarazada, 37 pues para Dios no hay nada imposible.

38 María dijo:

―Soy la esclava del Señor. Que él haga conmigo como tú me has dicho.

Y entonces el ángel se fue.

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