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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Nueva Versión Internacional (Castilian) (CST)
Version
1 Crónicas 29

Ofrendas para el templo

29 El rey David le dijo a toda la asamblea: «Dios ha escogido a mi hijo Salomón, pero para una obra de esta magnitud todavía le falta experiencia. El palacio no es para un hombre, sino para Dios el Señor. Con mucho esfuerzo he hecho los preparativos para el templo de Dios. He conseguido oro para los objetos de oro, plata para los de plata, bronce para los de bronce, hierro para los de hierro, madera para los de madera, y piedras de ónice, piedras de engaste, piedras talladas de diversos colores, piedras preciosas de toda clase, y mármol en abundancia. Además, aparte de lo que ya he conseguido, por amor al templo de mi Dios entrego para su templo todo el oro y la plata que poseo: cien mil kilos de oro de Ofir y doscientos treinta mil kilos de plata[a] finísima, para recubrir las paredes de los edificios, para todos los objetos de oro y de plata, y para toda clase de trabajo que hagan los orfebres. ¿Quién de vosotros quiere hoy dar una ofrenda al Señor

Entonces los jefes de familia, los jefes de las tribus de Israel, los jefes de mil y de cien soldados, y los encargados de las obras del rey hicieron sus ofrendas voluntarias. Donaron para las obras del templo de Dios ciento sesenta y cinco mil kilos y diez mil monedas de oro, trescientos treinta mil kilos de plata, y alrededor de seiscientos mil kilos de bronce y tres millones trescientos mil kilos de hierro.[b] Los que tenían piedras preciosas las entregaron a Jehiel el guersonita para el tesoro del templo del Señor. El pueblo estaba muy contento de poder dar voluntariamente[c] sus ofrendas al Señor, y también el rey David se sentía muy feliz.

Oración de David

10 Entonces David bendijo así al Señor en presencia de toda la asamblea:

«¡Bendito seas, Señor,
    Dios de nuestro padre Israel,
    desde siempre y para siempre!
11 Tuyos son, Señor,
    la grandeza y el poder,
    la gloria, la victoria y la majestad.
Tuyo es todo cuanto hay
    en el cielo y en la tierra.
Tuyo también es el reino,
    y tú estás por encima de todo.
12 De ti proceden la riqueza y el honor;
    tú lo gobiernas todo.
En tus manos están la fuerza y el poder,
    y eres tú quien engrandece y fortalece a todos.
13 Por eso, Dios nuestro, te damos gracias,
    y a tu glorioso nombre tributamos alabanzas.

14 »Pero ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que podamos darte estas ofrendas voluntarias? En verdad, tú eres el dueño de todo, y lo que te hemos dado, de ti lo hemos recibido. 15 Ante ti, somos extranjeros y peregrinos, como lo fueron nuestros antepasados. Nuestros días sobre la tierra son solo una sombra sin esperanza. 16 Señor y Dios nuestro, de ti procede todo cuanto hemos conseguido para construir un templo a tu santo nombre. ¡Todo es tuyo! 17 Yo sé, mi Dios, que tú pruebas los corazones y amas la rectitud. Por eso, con rectitud de corazón te he ofrecido voluntariamente todas estas cosas, y he visto con júbilo que tu pueblo, aquí presente, te ha traído sus ofrendas. 18 Señor, Dios de nuestros antepasados Abraham, Isaac e Israel, conserva por siempre estos pensamientos en el corazón de tu pueblo, y dirige su corazón hacia ti. 19 Dale también a mi hijo Salomón un corazón íntegro, para que obedezca y ponga en práctica tus mandamientos, preceptos y leyes. Permítele construir el templo para el cual he hecho esta provisión».

20 Luego David animó a toda la asamblea: «¡Alabad al Señor vuestro Dios!» Entonces toda la asamblea alabó al Señor, Dios de sus antepasados, y se inclinó ante el Señor y ante el rey.

Coronación de Salomón(A)

21 Al día siguiente, ofrecieron sacrificios y holocaustos al Señor por todo Israel: mil becerros, mil carneros y mil corderos, con sus respectivas libaciones, y numerosos sacrificios. 22 Ese día comieron y bebieron con gran regocijo en presencia del Señor.

Luego, por segunda vez, proclamaron como rey a Salomón hijo de David, y lo consagraron ante el Señor como rey, y a Sadoc lo ungieron como sacerdote. 23 Y Salomón sucedió en el trono del Señor a su padre David, y tuvo éxito. Todo Israel le obedeció. 24 Todos los jefes, los guerreros y los hijos del rey David rindieron pleitesía al rey Salomón.

25 El Señor engrandeció en extremo a Salomón ante todo Israel, y le otorgó un reinado glorioso, como jamás lo tuvo ninguno de los reyes de Israel.

Muerte de David(B)

26 David hijo de Isaí reinó sobre todo Israel. 27 En total, reinó cuarenta años sobre Israel: siete años reinó en Hebrón, y treinta y tres en Jerusalén. 28 Y murió muy anciano y entrado en años, en medio de grandes honores y riquezas, y su hijo Salomón le sucedió en el trono.

29-30 Todos los hechos del rey David, desde el primero hasta el último, y lo que tiene que ver con su reinado y su poder, y lo que les sucedió a él, a Israel y a los pueblos vecinos, están escritos en las crónicas del vidente Samuel, del profeta Natán y del vidente Gad.

2 Pedro 3

El día del Señor

Queridos hermanos, esta es ya la segunda carta que os escribo. En las dos he procurado refrescaros la memoria para que, con una mente íntegra, recordéis las palabras que los santos profetas pronunciaron en el pasado, y el mandamiento que dio nuestro Señor y Salvador por medio de los apóstoles.

Ante todo, debéis saber que en los últimos días vendrá gente burlona que, siguiendo sus malos deseos, se mofará: «¿Qué hubo de esa promesa de su venida? Nuestros padres murieron, y nada ha cambiado desde el principio de la creación». Pero intencionadamente olvidan que desde tiempos antiguos, por la palabra de Dios, existía el cielo y también la tierra, que surgió del agua y mediante el agua. Por la palabra y el agua, el mundo de aquel entonces pereció inundado. Y ahora, por esa misma palabra, el cielo y la tierra están guardados para el fuego, reservados para el día del juicio y de la destrucción de los impíos.

Pero no olvidéis, queridos hermanos, que para el Señor un día es como mil años, y mil años, como un día. El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan.

10 Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. En aquel día los cielos desaparecerán con un estruendo espantoso, los elementos serán destruidos por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será quemada.[a]

11 Ya que todo será destruido de esa manera, ¿no deberíais vivir como Dios manda, siguiendo una conducta intachable 12 y esperando ansiosamente[b] la venida del día de Dios? Ese día los cielos serán destruidos por el fuego, y los elementos se derretirán con el calor de las llamas. 13 Pero, según su promesa, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que habite la justicia.

14 Por eso, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, esforzaos para que Dios os halle sin mancha y sin defecto, y en paz con él. 15 Tened presente que la paciencia de nuestro Señor significa salvación, tal como os escribió también nuestro querido hermano Pablo, con la sabiduría que Dios le dio. 16 En todas sus cartas se refiere a estos mismos temas. Hay en ellas algunos puntos difíciles de entender, que los ignorantes e inconstantes tergiversan, como lo hacen también con las demás Escrituras, para su propia perdición.

17 Así que vosotros, queridos hermanos, puesto que ya sabéis esto de antemano, manteneos alerta, no sea que, arrastrados por el error de esos libertinos, perdáis la estabilidad y caigáis. 18 Más bien, creced en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. ¡A él sea la gloria ahora y para siempre! Amén.[c]

Miqueas 6

Querella de Dios contra su pueblo

Escuchad lo que dice el Señor:

«Levántate, presenta tu caso ante las montañas;
    deja que las colinas oigan tu voz».

Escuchad, montañas, la querella del Señor;
    prestad atención, firmes cimientos de la tierra;
el Señor entra en juicio contra su pueblo,
    entabla un pleito contra Israel:
«Pueblo mío, ¿qué te he hecho?
    ¡Dime en qué te he ofendido!
Yo fui quien te sacó de Egipto,
    quien te libró de esa tierra de esclavitud.
Yo envié a Moisés, Aarón y Miriam
    para que te dirigieran.
Recuerda, pueblo mío,
    lo que tramaba Balac, rey de Moab,
    y lo que le respondió Balán hijo de Beor.
Recuerda tu paso desde Sitín hasta Guilgal,
    y reconoce las hazañas redentoras del Señor».

¿Cómo podré acercarme al Señor
    y postrarme ante el Dios Altísimo?
¿Podré presentarme con holocaustos
    o con becerros de un año?
¿Se complacerá el Señor con miles de carneros,
    o con diez mil arroyos de aceite?
¿Ofreceré a mi primogénito por mi delito,
    al fruto de mis entrañas por mi pecado?

¡Ya se te ha declarado lo que es bueno!
    Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor:
Practicar la justicia,
    amar la misericordia,
        y humillarte ante tu Dios.

Castigo por delitos económicos y sociales

Tribu y asamblea de la ciudad,
    escuchad la voz del Señor, que os convoca,
    pues es de sabios temer su nombre.[a]
10 «¡Malvados!
    ¿Debo tolerar vuestros tesoros mal habidos,
    y vuestras odiosas medidas adulteradas?
11 ¿Debo tener por justas la balanza falsa
    y la bolsa de pesas alteradas?
12 Los ricos de la ciudad son gente violenta;
    sus habitantes son gente mentirosa;
    ¡engañan con la boca y con la lengua!
13 Por lo que a mí toca, te demoleré a golpes,
    te destruiré por tus pecados.
14 Comerás, pero no te saciarás,
    sino que seguirás padeciendo hambre.[b]
Lo que recojas no lo podrás retener,
    y lo que retengas lo entregaré a la espada.
15 Lo que siembres no lo cosecharás,
    ni usarás el aceite de las aceitunas que exprimas,
    ni beberás el vino de las uvas que pises.
16 Tú sigues fielmente los decretos de Omrí
    y todas las prácticas de la dinastía de Acab;
    te conduces según sus consejos.
Por eso voy a entregarte a la destrucción,
    y a poner en ridículo a tus habitantes.
    ¡Tendrás que soportar el insulto de los pueblos!»[c]

Lucas 15

Parábola de la oveja perdida(A)

15 Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a murmurar: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos».

Él entonces les contó esta parábola: «Supongamos que uno de vosotros tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? Y, cuando la encuentra, lleno de alegría la carga en los hombros y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Alegraos conmigo; porque encontré la oveja que se me había perdido”. Os digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Parábola de la moneda perdida

»O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata[a] y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y, cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alegraos conmigo; porque encontré la moneda que se me había perdido”. 10 Os digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles[b] por un pecador que se arrepiente.

Parábola del hijo perdido

11 »Un hombre tenía dos hijos —continuó Jesús—. 12 El menor de ellos le dijo a su padre: “Papá, dame lo que me toca de la herencia”. Así que el padre repartió sus bienes entre los dos. 13 Poco después el hijo menor juntó todo lo que tenía y se fue a un país lejano; allí vivió desenfrenadamente y derrochó su herencia.

14 »Cuando lo había gastado todo, sobrevino una gran escasez en la región, y él comenzó a pasar necesidad. 15 Así que fue y consiguió empleo con un ciudadano de aquel país, quien lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16 Tanta hambre tenía que hubiera querido llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero aun así nadie le daba nada. 17 Por fin recapacitó y se dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí me muero de hambre! 18 Tengo que volver a mi padre y decirle: Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no merezco que se me llame tu hijo; trátame como si fuera uno de tus jornaleros”. 20 Así que emprendió el viaje y se fue a su padre.

»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21 El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo”.[c] 22 Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traed la mejor ropa para vestirlo. Ponedle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23 Traed el ternero más gordo y matadlo para celebrar un banquete. 24 Porque este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado”. Así que empezaron a hacer fiesta.

25 »Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música del baile. 26 Entonces llamó a uno de los siervos y le preguntó qué pasaba. 27 “Ha llegado tu hermano —le respondió—, y tu padre ha matado el ternero más gordo porque ha recobrado a su hijo sano y salvo”. 28 Indignado, el hermano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hiciera. 29 Pero él le contestó: “¡Fíjate cuántos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes, y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos! 30 ¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!”

31 »“Hijo mío —le dijo su padre—, tú siempre estás conmigo, y todo lo que tengo es tuyo. 32 Pero teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado”».

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