M’Cheyne Bible Reading Plan
Jacob llega a Egipto
46 El padre de José salió de Canaán con todas sus pertenencias, y al llegar a Beerseba ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac. 2 Esa noche Dios le habló en un sueño, y le dijo:
—¡Jacob!
—¡Sí, aquí estoy! —respondió Jacob.
3-4 Entonces Dios le dijo:
«Yo soy el Dios de tu padre. No tengas miedo de ir a Egipto, porque yo voy a ir contigo. Te convertiré en una gran nación, y te haré volver de nuevo a Canaán. Además, cuando mueras, José estará a tu lado».
5-7 Entonces los hijos de Jacob lo ayudaron a subir a las carretas que había enviado el rey de Egipto. Así fue como Jacob se fue de Beerseba a Egipto con toda su familia, con todo su ganado y todo lo que tenía.
Los descendientes de Jacob y Lía
8-14 Ésta es la lista de los familiares de Jacob que se fueron con él a Egipto, empezando por los descendientes de Jacob y Lía:
Rubén, hijo mayor de Jacob, y sus hijos:
Hanoc,
Falú,
Hesrón,
Carmí.
Simeón y sus hijos:
Jemuel,
Jamín,
Óhad,
Jaquín,
Sóhar,
Saúl, que era hijo de una cananea.
Leví y sus hijos:
Guersón,
Quehat,
Merarí.
Judá y sus hijos:
Er,
Onán,
Selá,
Fares,
Zérah.
Er y Onán ya habían muerto en Canaán.
Fares y sus hijos:
Hesrón,
Hamul.
Isacar y sus hijos:
Tolá,
Puvá,
Job,
Simrón.
Zabulón y sus hijos:
Séred,
Elón,
Jahleel.
15 En total, los hijos que Jacob y Lía tuvieron en Padán-aram, y sus nietos, más su hija Dina, fueron treinta y tres.
Los descendientes de Jacob y Zilpá
16-18 Éstos son los descendientes de Jacob y Zilpá. Esta mujer era la esclava que Labán le había dado a su hija Lía.
Gad y sus hijos:
Sefón,
Haguí,
Suní,
Esbón,
Erí,
Arodí,
Arelí.
Aser y sus hijos:
Imná,
Isvá,
Isví,
Beriá,
Sérah.
Beriá y sus hijos:
Héber,
Malquiel.
En total, los descendientes de Jacob y Zilpá fueron dieciséis.
Los descendientes de Jacob y Raquel
19-22 Éstos son los descendientes de Jacob y Raquel:
José y sus hijos:
Manasés y
Efraín.
Ésos fueron los hijos que José tuvo con Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On, y que nacieron en Egipto.
Benjamín y sus hijos:
Bela,
Béquer,
Asbel,
Guerá,
Naamán,
Ehi,
Ros,
Mupim,
Hupim,
Ard.
En total, los descendientes de Jacob y Raquel fueron catorce.
Los descendientes de Jacob y Bilhá
23-24 Éstos son los descendientes de Jacob y Bilhá, la esclava que Labán le había dado a su hija Raquel:
Dan y su hijo Husim.
Neftalí y sus hijos:
Jahseel,
Guní,
Jezer,
Silem.
25 En total, los descendientes de Jacob y Bilhá fueron siete.
26 A Egipto fueron sesenta y seis descendientes directos de Jacob, sin contar a las esposas de sus hijos. 27 Contando a Jacob y a José, y a los dos hijos de José que habían nacido en Egipto, la familia de Jacob en Egipto fue de setenta personas en total.
Jacob y José se encuentran
28 Antes de salir de Canaán, Jacob envió a Judá para que le preguntara a José cómo llegar a la región de Gosen. Cuando todos ellos llegaron allá, 29 José mandó que le prepararan su carro, y salió a encontrarse con su padre. En cuanto José lo vio, corrió a sus brazos y se soltó a llorar un buen rato. 30 Y Jacob le dijo:
—Con mis propios ojos te he visto, y sé que estás vivo. ¡Ya puedo morir en paz!
31 José les dijo a sus hermanos y a todos sus familiares:
—Voy a hablar con el rey. Le diré que toda mi familia, que vivía en Canaán, ha venido a quedarse conmigo. 32 Le diré que ustedes crían ovejas, y que se han traído sus rebaños y ganado, y todo lo que tienen. 33 Cuando el rey los llame y les pregunte a qué se dedican, 34 respóndanle que siempre han sido pastores, como nuestros abuelos. Así los dejará quedarse en la región de Gosen.
Y es que a los egipcios no les gusta vivir cerca de los pastores.
¡Él está vivo!
16 Cuando terminó el descanso obligatorio de los judíos, María Magdalena, Salomé y María la madre de Santiago compraron perfumes para untárselos al cuerpo de Jesús. 2 Así que, el domingo en la mañana, cuando el sol apenas había salido, fueron a la tumba de Jesús. 3-4 Mientras caminaban, se decían unas a otras: «¿Quién quitará la piedra que tapa la entrada de la tumba? ¡Esa piedra es muy grande!» Pero, al mirar la tumba, vieron que la piedra ya no tapaba la entrada.
5 Cuando entraron, vieron a un joven vestido con ropa blanca y larga, sentado al lado derecho de la tumba. Ellas se asustaron, 6 pero el joven les dijo:
«No se asusten. Ustedes están buscando a Jesús, el de Nazaret, el que murió en la cruz. No está aquí; ha resucitado. Vean el lugar donde habían puesto su cuerpo. 7 Y ahora, vayan y cuenten a sus discípulos y a Pedro que Jesús va a Galilea para llegar antes que ellos. Allí podrán verlo, tal como les dijo antes de morir.»
8 Las mujeres, temblando de miedo, huyeron de la tumba. Pero no le dijeron nada a nadie porque estaban muy asustadas.[a]
Jesús se le aparece a María Magdalena
9 El domingo muy temprano, después de que Jesús resucitó, se le apareció a María Magdalena. Tiempo atrás, Jesús había expulsado de ella a siete demonios.
10 Mientras los discípulos estaban tristes y llorando por la muerte de Jesús, llegó ella y les contó que Jesús estaba vivo. 11 Pero ellos no creyeron que Jesús estuviera vivo ni que María lo hubiera visto.
Jesús se les aparece a dos discípulos
12 Después Jesús se les apareció a dos discípulos que iban por el campo. 13 Estos dos discípulos fueron y les avisaron a los demás, pero tampoco les creyeron.
La misión de los discípulos
14 Luego, Jesús se les apareció a los once discípulos mientras ellos comían. Los reprendió por su falta de confianza y por su terquedad; ellos no habían creído a los que lo habían visto resucitado. 15 Jesús les dijo:
«Vayan por todos los países del mundo y anuncien las buenas noticias a todo el mundo. 16 Los que crean en mí y se bauticen, serán salvos. Pero a los que no crean en mí, yo los voy a rechazar. 17 Los que confíen en mí y usen mi nombre podrán hacer cosas maravillosas: Podrán expulsar demonios; podrán hablar idiomas nuevos y extraños; 18 podrán agarrar serpientes o beber algo venenoso, y nada les pasará. Además, pondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán.»
Jesús sube al cielo
19 Cuando el Señor Jesús terminó de hablar con sus discípulos, Dios lo subió al cielo. Allí, Jesús se sentó en el lugar de honor, al lado derecho de Dios.
20 Y los discípulos, por su parte, salieron a anunciar por todas partes las buenas noticias del reino. El Señor Jesús los acompañaba y los ayudaba por medio de señales milagrosas, y así Dios demostraba que los discípulos predicaban el mensaje verdadero. Amén.
Otra manera de finalizar el libro de Marcos
9-10 Las tres mujeres fueron a ver a Pedro y a los otros discípulos, y les dieron un corto informe de lo que ellas habían oído. Después, Jesús envió a los discípulos a todos los países del mundo, para anunciar el mensaje especial de Dios, que durará para siempre.
Tercera respuesta de Job
12 Job le respondió a Zofar:
2 «¡Ustedes se creen los maestros del pueblo!
¡Y piensan que al morir,
se acabarán los sabios!
3 Pero no creo que ustedes
sean más inteligentes que yo.
¡Ustedes no han dicho nada nuevo!
4 »Antes, cuando yo llamaba a Dios,
él siempre me respondía;
en cambio, ahora,
hasta mis amigos se burlan de mí;
no soy culpable de nada,
pero todos se burlan de mí.
5 ¡Qué fácil es criticar al que sufre,
cuando no se tienen problemas!
6 Los ladrones creen
que ya dominaron a Dios,
y por eso viven tranquilos.
7 »Pero pregúntales a las aves,
y también a los animales,
y ellos te lo contarán todo;
¡te darán una gran lección!
8 Habla con la tierra,
y con los peces del mar,
y hasta ellos te lo dirán.
9 Ellos saben muy bien
que Dios lo ha creado todo.
10 ¡Dios tiene en sus manos
la vida de todos los seres vivos!
11 Así como el oído capta los sonidos
y la lengua capta los sabores,
12 los que han vivido muchos años
captan la sabiduría y el entendimiento.
13 »Dios tiene sabiduría y poder;
hace planes y éstos se cumplen.
14 Si Dios derriba algo,
nadie puede volver a levantarlo.
Si Dios apresa a alguien,
nadie puede ponerlo en libertad.
15 Si él quiere que no llueva,
todo en el campo se seca;
pero si quiere que llueva,
la tierra entera se inunda.
16 En sus manos están
el poder y la sabiduría,
el engañador y el engañado.
17-19 Dios hace que pierdan su puesto
los jueces y los consejeros,
los sacerdotes y los poderosos;
a los reyes los quita del trono
y los hace trabajar como esclavos;
20 a los consejeros les calla la boca,
y hace que los ancianos
pierdan su sabiduría.
21 »Dios pone en vergüenza
a los fuertes y poderosos;
22 Dios pone al descubierto
las profundidades del sepulcro;
23 a las naciones
las hace prosperar o fracasar,
las engrandece o las destruye.
24 »A los gobernantes
les hace olvidar su sabiduría
para que no sepan qué hacer.
25 Así andarán a tientas en la oscuridad,
tropezando como ciegos y borrachos.
Saludos personales
16 Tengo muchas cosas buenas que decir acerca de Febe, quien es líder en la iglesia de Puerto Cencreas, 2 y ha entregado su vida al servicio del Señor Jesucristo. Recíbanla bien, como debe recibirse a todos los que pertenecen a la gran familia de Dios. Ayúdenla en todo lo que necesite, porque ella ha ayudado a muchos, y a mí también.
3 Les mando saludos a Priscila y a Áquila, que han trabajado conmigo sirviendo a Jesucristo. 4 Por ayudarme, pusieron en peligro sus vidas, así que les estoy muy agradecido, como lo están las iglesias de los cristianos no judíos. 5 Saluden de mi parte a los miembros de la iglesia que se reúne en la casa de ellos.
Saluden a mi querido amigo Epéneto, que en la provincia de Asia fue el primero en aceptar a Cristo como su salvador.
6 Saluden a María, que ha trabajado mucho por ustedes. 7 Saluden a Andrónico y a Junia, que son judíos como yo, y que estuvieron en la cárcel conmigo. Son apóstoles bien conocidos, y llegaron a creer en Cristo antes que yo.
8 Saluden a Ampliato, quien gracias a nuestro Señor Jesucristo es un querido amigo mío.
9 Saluden a Urbano, que es un compañero de trabajo en el servicio a Cristo, y también a mi querido amigo Estaquis.
10 Saluden a Apeles, que tantas veces ha demostrado ser fiel a Cristo. Saluden también a todos los de la familia de Aristóbulo. 11 También a Herodión, judío como yo, y a los de la familia de Narciso, que confía mucho en Dios.
12 Saluden a Trifena y a Trifosa, que trabajan para Dios. Saluden a mi querida amiga Pérside, que también ha trabajado mucho para Dios.
13 Les mando saludos a Rufo, que es un distinguido servidor de Cristo, y a su madre, que me ha tratado como a un hijo.
14 Saluden a Asíncrito, a Flegonte, a Hermes, a Patrobas y a Hermas, y a todos los hermanos que están con ellos. 15 Saluden a Filólogo y a Julia, a Nereo y a su hermana, a Olimpas y a todos los hermanos que están con ellos.
16 Salúdense entre ustedes con mucho cariño y afecto. Todas las iglesias de Cristo les envían sus saludos.
Instrucciones finales
17 Queridos hermanos, les ruego que se fijen en los que causan pleitos en la iglesia. Ellos están en contra de todo lo que a ustedes se les ha enseñado. Apártense de esa gente, 18 porque no sirven a Cristo, nuestro Señor, sino que buscan su propio bien. Hablan a la gente con palabras bonitas, pero son unos mentirosos y engañan a los que no entienden.
19 Todo el mundo sabe que ustedes obedecen a Dios, y eso me hace muy feliz. Quiero que demuestren su inteligencia haciendo lo bueno, y no lo malo. 20 Así el Dios de paz pronto vencerá a Satanás, y lo pondrá bajo el dominio de ustedes. ¡Que Jesús, nuestro Señor, siga mostrándoles su amor!
21 Les envía saludos Timoteo, que trabaja conmigo. También les envían saludos Lucio, Jasón y Sosípatro, que son judíos como yo.
22-24 Los saluda Gayo, quien me ha recibido en su casa, donde también se reúne la iglesia. También los saludan Erasto, tesorero de la ciudad, y nuestro hermano Cuarto.
También yo les envío saludos en el amor de Cristo. Me llamo Tercio, y Pablo me dictó esta carta.
Oración final
25 Dios puede hacer que ustedes se mantengan firmes en la vida que Jesucristo nos ha dado. ¡Alabémoslo! Así lo dije cuando les anuncié la buena noticia y les hablé de Jesucristo. Esto va de acuerdo con el plan que Dios nos dio a conocer, y que mantuvo en secreto desde antes de crear el mundo. 26 Ahora conocemos ese plan por medio de lo que escribieron los profetas. Además, Dios, que vive para siempre, así lo ordenó, para que todo el mundo crea y obedezca al Señor.
27 Y ahora, por medio de Jesucristo, alabemos por siempre al único y sabio Dios. Amén.
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