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M’Cheyne Bible Reading Plan

The classic M'Cheyne plan--read the Old Testament, New Testament, and Psalms or Gospels every day.
Duration: 365 days
Traducción en lenguaje actual (TLA)
Version
Génesis 25

Muerte de Abraham

25 Abraham tuvo otra esposa, llamada Queturá, con la que tuvo los siguientes hijos:

Zimrán,

Jocsán,

Medán,

Madián,

Isbac,

Súah.

Jocsán fue el padre de Sebá y Dedán. Los descendientes de Dedán fueron los asureos, los letuseos y los leumeos.

Madián tuvo cinco hijos:

Efá,

Éfer,

Hanoc,

Abidá,

Eldaá.

Todos estos fueron descendientes de Queturá.

5-6 Mientras aún vivía, Abraham le dejó a su hijo Isaac todas sus riquezas, pero a los hijos de sus otras esposas les dio regalos y los apartó de Isaac, enviándolos al este.

Abraham vivió ciento setenta y cinco años, 8-10 y gozó de buena salud hasta el día en que murió. Sus hijos Isaac e Ismael lo enterraron junto a su esposa Sara en la cueva de Macpelá, que está cerca del bosque de Mamré. Abraham le había comprado esa cueva a Efrón.

11 Después de la muerte de Abraham, Dios bendijo a Isaac, quien entonces vivía cerca del manantial que se llama «Pozo del Dios que vive y todo lo ve».

Los hijos de Ismael

12-16 Ésta es la lista de los descendientes de Ismael, el hijo de Abraham y de Agar, la esclava egipcia de Sara. Éstos son los nombres de los doce jefes de las tribus de Ismael, por orden de nacimiento y en el orden de sus campamentos y territorios:

Nebaiot, que fue su hijo mayor;

Quedar,

Adbeel,

Mibsam,

Mismá,

Dumá,

Masá,

Hadar,

Temá,

Jetur,

Nafís,

Quedmá.

17 Ismael vivió ciento treinta y siete años, y al morir fue enterrado junto a sus antepasados. 18 Sus descendientes poblaron la región que va desde Havilá hasta Sur, cerca de la frontera de Egipto, en dirección a Asur, al otro lado de donde vivían sus parientes.

Historia de Isaac y Jacob (25.19—36.43)

Los hijos de Isaac: Jacob y Esaú

19 Ésta es la historia de Isaac. 20 Tenía Isaac cuarenta años cuando se casó con Rebeca, que era hija de Betuel y hermana de Labán, los arameos que vivían en Padán-aram.

21 Rebeca no podía tener hijos, así que Isaac le pidió a Dios por ella. Entonces Dios atendió a sus ruegos, y Rebeca quedó embarazada. 22 Ella se dio cuenta de que iba a tener mellizos porque los niños se peleaban dentro de ella. Por eso se quejó y dijo: «Dios mío, ¿por qué me pasa esto a mí?» 23 Y Dios le respondió:

«Tus hijos representan dos naciones.
Son dos pueblos separados
desde antes de nacer.
Uno de ellos será más fuerte,
y el otro será más débil,
pero el mayor servirá al menor.»

24 Cuando llegó el momento del nacimiento, 25 el primero en nacer tenía la piel rojiza y todo el cuerpo cubierto de pelo; por eso le pusieron por nombre Esaú. 26 Después de Esaú nació su hermano, al que llamaron Jacob[a] porque nació agarrado del talón de Esaú. Isaac tenía sesenta años cuando los niños nacieron.

27-28 Esaú llegó a ser un buen cazador y le encantaba estar en el campo. Por eso Isaac lo quería más. Jacob, en cambio, era muy tranquilo y prefería quedarse en casa, por eso Rebeca lo quería más que a Esaú.

29 Un día, Jacob estaba preparando un sabroso plato de comida. En eso llegó Esaú del campo con mucha hambre, 30 y le gritó:

—¡Me estoy muriendo de hambre! ¡Dame ya de esa sopa roja que estás cocinando!

Por eso a Esaú se le conoce también con el nombre de Edom.[b]

31 Jacob le respondió:

—Dame tus derechos de hijo mayor, y yo con gusto te daré de mi sopa.

32 Esaú exclamó:

—¡Te los regalo ahora mismo, pues me estoy muriendo de hambre!

33 Jacob le exigió a Esaú renunciar, bajo juramento, a sus derechos de hijo mayor. Esaú se lo juró, 34 y Jacob le dio un poco de pan y de la sopa de lentejas que estaba preparando. Esaú comió y bebió; luego se levantó y se fue sin darle importancia a sus derechos de hijo mayor.

Mateo 24

El templo será destruido

24 Cuando Jesús salió del templo, sus discípulos se le acercaron para mostrarle los edificios del templo. Entonces él les dijo: «¿Ven ustedes todos estos edificios? Les aseguro que todos ellos serán destruidos. ¡Ni una sola pared quedará en pie!»

Prepárense para el fin

Después, Jesús y sus discípulos se fueron al Monte de los Olivos. Jesús se sentó[a] y, cuando ya estaban solos, los discípulos le preguntaron:

—¿Cuándo será destruido el templo? ¿Cómo sabremos que tú vendrás otra vez, y que ha llegado el fin del mundo? ¿Cuáles serán las señales?

Jesús les respondió:

—¡Cuidado! No se dejen engañar. Muchos vendrán, y se harán pasar por mí, y le dirán a la gente: “Yo soy el Mesías”. Usarán mi nombre y lograrán engañar a muchos.

»Ustedes oirán que en algunos países habrá guerras, y que otros países están a punto de pelearse. Pero no se asusten; esas cosas pasarán, pero todavía no será el fin del mundo. Porque los países pelearán unos contra otros, la gente no tendrá qué comer, y en muchos lugares habrá terremotos. Eso es sólo el principio de todo lo que el mundo sufrirá.

»Ustedes serán llevados presos, y entregados a las autoridades para que los maltraten y los maten. Todo el mundo los odiará por ser mis discípulos. 10 Muchos de mis seguidores dejarán de creer en mí; uno traicionará al otro y sentirá odio por él. 11 Llegarán muchos falsos profetas y engañarán a muchas personas. 12 La gente será tan mala que la mayoría dejará de amarse. 13 Pero yo salvaré a todos mis seguidores que confíen en mí hasta el final. 14 El fin del mundo llegará cuando las buenas noticias del reino de Dios sean anunciadas en toda la tierra, y todo el mundo las haya escuchado.

Una señal para huir

15 Jesús siguió hablando con sus discípulos acerca del fin del mundo, y les dijo:

—El que lea esto debe tratar de entender lo que dijo el profeta Daniel. Él anunció que algún día se presentaría una ofrenda asquerosa en el templo.

»Cuando vean que en el Lugar Santo pasa lo que anunció Daniel, entonces huyan. 16 Los que estén en la región de Judea que corran hacia las montañas; 17 el que esté en la azotea de su casa que no baje a sacar nada; 18 y el que esté en el campo que no vaya a su casa a buscar ropa. 19 ¡Que mal les va a ir a las mujeres que en ese momento estén embarazadas, y a las que tengan hijos recién nacidos! 20 Oren a Dios y pídanle que esto no suceda en tiempo de invierno, o en un día de descanso, 21 porque ese día la gente sufrirá muchísimo. Nunca, desde que Dios creó el mundo hasta ahora, la gente ha sufrido tanto como sufrirá ese día; y jamás volverá a sufrir así. 22 Dios ama a quienes él ha elegido, y por eso el tiempo de sufrimiento no será muy largo. Si no fuera así, todos morirían.

23 »Si en esos días alguien les dice: “Miren, aquí está el Mesías”, o “allí está el Mesías”, no le crean. 24 Porque vendrán falsos profetas y falsos mesías, y harán cosas tan maravillosas que engañarán a la gente. Si pueden, también engañarán a los que Dios ha llamado a seguirlo. 25 Ya antes les había dicho a ustedes 26 que si otros vienen y les anuncian: “¡El Mesías está en el desierto!”, no vayan. Y si les dicen: “¡El Mesías está escondido allí!”, no lo crean. 27 Cuando yo, el Hijo del hombre, venga, no me esconderé. Todos me verán, pues mi venida será como un relámpago que ilumina todo el cielo. 28 Todo el mundo sabe que donde se juntan los buitres,[b] allí hay un cadáver. Así será cuando yo venga: todos lo sabrán.

El regreso del Hijo del hombre

29 Jesús continuó diciendo:

—Cuando pase ese tiempo de sufrimiento:

“El sol se pondrá oscuro,
y la luna dejará de brillar.
Las estrellas caerán,
y temblarán los poderes
que están en el cielo.”

30 »Entonces todos verán en el cielo una señal, la cual indicará que yo, el Hijo del hombre, vengo de nuevo. Y cuando me vean venir entre las nubes del cielo, con mucho poder y gloria, todos los países del mundo temblarán de miedo. 31 Y enviaré por todo el mundo a mis ángeles con una gran trompeta, para que reúnan a mis seguidores.

La lección de la higuera

32 »Aprendan la enseñanza que da la higuera. Cuando a este árbol le salen ramas tiernas y hojas nuevas, ustedes saben que ya se acerca el verano. 33 Del mismo modo, cuando vean que todo está pasando como les he dicho, sabrán que pronto vendré de nuevo. 34 Les aseguro que todo esto pasará antes de que mueran algunos de los que ahora están vivos. 35 El cielo y la tierra dejarán de existir, pero mis palabras permanecerán para siempre.

36 »Nadie sabe el día ni la hora en que yo vendré; no lo saben ni siquiera los ángeles del cielo. Es más, tampoco yo lo sé. Sólo Dios, mi Padre, lo sabe.

37 »Cuando yo, el Hijo del hombre, venga otra vez, la gente estará viviendo como en la época de Noé. 38 En ese tiempo la gente seguía comiendo, bebiendo y casándose, hasta el momento mismo en que Noé entró en la casa flotante; y luego vino la inundación. 39 La gente no sabía lo que pasaba, hasta el momento en que llegó el diluvio y todos se ahogaron. Algo así pasará cuando yo, el Hijo del hombre, venga otra vez. 40 Si en ese momento hay dos hombres trabajando en el campo, me llevaré a uno y dejaré al otro. 41 Si dos mujeres están moliendo granos, me llevaré a una y dejaré a la otra. 42 Por eso, estén siempre alerta, pues ustedes no saben el día en que yo, su Señor, vendré otra vez. 43 Les aseguro que si el dueño de una casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, vigilaría la casa y no permitiría que el ladrón entrara. 44 Del mismo modo, ustedes deben estar atentos y preparados, porque yo, el Hijo del hombre, llegaré cuando menos lo esperen.

Los sirvientes

45 »¿Quién es el sirviente responsable y atento? Es aquel a quien el amo deja a cargo de toda su familia, para darles de comer a su debido tiempo. 46 ¡Qué feliz es el sirviente si su dueño lo encuentra cumpliendo sus órdenes! 47 Les aseguro que el dueño lo pondrá a administrar todas sus posesiones. 48 Pero supongamos que un sirviente malo piensa: “Mi amo salió de viaje y tardará mucho en volver”, 49 y comienza a golpear a sus compañeros, y a comer y beber con borrachos. 50 Cuando vuelva su amo, en el día y la hora en que el sirviente menos lo espere, 51 lo castigará como se castiga a todos los que engañan a sus amos. Entonces llorará y le rechinarán de terror los dientes.

Ester 1

La gran fiesta del rey Asuero

1-3 Asuero, el rey de Persia, gobernaba sobre ciento veintisiete provincias, que se extendían desde la India hasta Etiopía, y la capital de su reino se llamaba Susa.

En el tercer año de su reinado, Asuero organizó una gran fiesta para todos los funcionarios y líderes del país. También invitó a los jefes de los ejércitos de Persia y Media, y a las autoridades y gobernadores de las provincias. Durante seis meses el rey les estuvo mostrando las riquezas que poseía y les hizo ver cuán grande y poderoso era su reino.

Después ordenó que se preparara otra fiesta para todos los que vivían en Susa, desde el más importante hasta el menos importante. La fiesta se realizó en los jardines del palacio y duró siete días. Entre las columnas de mármol se colgaron cortinas de hilo blanco y azul, sujetadas con cuerdas de color púrpura y argollas de plata. Pusieron muebles de oro y plata, y un piso de mármol blanco y negro, con incrustaciones de piedras preciosas. Se sirvió una gran cantidad de vino, pues el rey era muy generoso. Las copas en las que se sirvió el vino eran de oro, y cada una con un diseño original. Sin embargo, el rey ordenó a los sirvientes que no obligaran a nadie a beber, sino que cada persona bebiera lo que quisiera.

Por su parte, la reina Vasti ofreció en el palacio del rey Asuero una fiesta para las mujeres de los invitados.

La reina Vasti desobedece al rey

10 Al séptimo día de la fiesta, el rey estaba muy alegre, pues había bebido vino. Entonces llamó a siete hombres de su confianza: Mehumán, Biztá, Harboná, Bigtá, Abagtá, Zetar y Carcás, 11-12 y les ordenó que fueran a buscar a la reina Vasti. Les dijo que ella debía venir luciendo la corona de reina, para que la gente y los príncipes pudieran ver su belleza, pues era muy hermosa. Pero ella no quiso obedecer la orden del rey.

Al saber esto, el rey se puso furioso 13 y les preguntó a los especialistas de la ley qué debía hacer. Era su costumbre pedir consejo a los que conocían bien la ley, 14 y los que más lo ayudaban en esto eran Carsená, Setar, Admata, Tarsis, Meres, Marsená y Memucán. Estos siete hombres eran jefes de Persia y Media, que tenían puestos importantes en el gobierno del país. 15 Así que el rey les preguntó:

—La reina Vasti ha desobedecido mis órdenes. De acuerdo con la ley, ¿qué debemos hacer con ella?

16 Entonces Memucán les respondió al rey y a los demás consejeros:

—La reina Vasti no sólo ha ofendido al rey, sino también a todos los jefes y a toda la población. 17-18 Cuando las mujeres de Persia y Media se enteren de lo que ha hecho la reina, tampoco respetarán a sus esposos. Hoy mismo les dirán a sus esposos lo que hizo la reina, y vamos a tener muchos problemas. 19 Si le parece bien a Su Majestad, ordene que Vasti ya no siga siendo la reina, y que esa orden sea una ley para los de Persia y Media, para que nadie pueda cambiar su decisión. Además, elija usted otra reina que sea mejor que ella. 20 Cuando se conozca la orden de Su Majestad en todo este gran reino, todas las mujeres respetarán a sus esposos, sean ricos o pobres.

21 Al rey y a todos los consejeros les agradó este consejo. Entonces el rey 22 envió cartas a todas las provincias del país. Las cartas fueron escritas en el idioma de cada provincia, y dejaban en claro que el esposo era el jefe de la familia, y que en la casa se debía hablar su idioma.

Hechos 24

Pablo habla ante Félix

24 Cinco días después, el jefe de los sacerdotes y unos líderes de los judíos llegaron a Cesarea, acompañados por un abogado llamado Tértulo. Todos ellos se presentaron ante el gobernador Félix para acusar a Pablo. Cuando trajeron a Pablo a la reunión, Tértulo comenzó a acusarlo ante Félix:

—Señor gobernador: Gracias a usted tenemos paz en nuestro país, y las cosas que usted ha mandado hacer nos han ayudado mucho. Excelentísimo Félix, estamos muy agradecidos por todo lo que usted nos ha dado. No queremos hacerle perder tiempo, y por eso le pedimos que nos escuche un momento. Este hombre es un verdadero problema para nosotros. Anda por todas partes haciendo que los judíos nos enojemos unos contra otros. Es uno de los jefes de un grupo de hombres y mujeres llamados nazarenos.[a] 6-7 Además, trató de hacer algo terrible contra nuestro templo, y por eso lo metimos en la cárcel.[b] Si usted lo interroga, se dará cuenta de que todo esto es verdad.

Los judíos que estaban allí presentes aseguraban que todo eso era cierto. 10 Entonces el gobernador le hizo señas a Pablo para que hablara. Pablo le dijo:

—Yo sé que usted ha sido juez de este país durante muchos años. Por eso estoy contento de poder hablar ante usted, para defenderme. 11 Hace algunos días llegué a Jerusalén para adorar a Dios y, si usted lo averigua, sabrá que digo la verdad. 12 La gente que me acusa no me encontró discutiendo con nadie, ni alborotando a la gente en el templo, ni en la sinagoga, ni en ninguna otra parte de la ciudad. 13 Ellos no pueden probar que sea verdad todo lo que se dice de mí.

14 »Una cosa sí es cierta: Yo estoy al servicio del Dios de mis antepasados, y soy cristiano. Ellos dicen que seguir a Jesús es malo, pero yo creo que estoy obedeciendo todo lo que está escrito en la Biblia. 15 Yo creo que Dios hará que los muertos vuelvan a vivir, no importa que hayan sido buenos o malos. Y también los que me acusan creen lo mismo. 16 Por eso siempre trato de obedecer a Dios y de estar en paz con los demás; así que no tengo nada de qué preocuparme.

17 »Durante muchos años anduve por otros países. Luego volví a mi país, para traer dinero a los pobres y presentar una ofrenda a Dios. 18 Fui al templo para entregar las ofrendas y hacer una ceremonia de purificación. Yo no estaba haciendo ningún alboroto, y ni siquiera había mucha gente. Allí me encontraron unos judíos de la provincia de Asia, y fueron ellos los que armaron el alboroto. 19 Si es que algo tienen contra mí, son ellos los que deberían estar aquí, acusándome delante de usted. 20 Si no es así, que digan los presentes si la Junta Suprema de los judíos pudo acusarme de hacer algo malo. 21 Lo único que dije ante la Junta fue, que me estaban juzgando por creer que los muertos pueden volver a vivir.

22 Cuando Félix oyó eso, decidió terminar la reunión, pues conocía bien todo lo que se relacionaba con el mensaje de Jesús. Y les dijo a los judíos: «Cuando venga el jefe Lisias, me contará lo que pasó; y sabré más acerca de este asunto.»

23 Luego, Félix le ordenó al capitán de los soldados que mantuviera preso a Pablo, pero que lo dejara hacer algunas cosas. Además, dio permiso para que Pablo recibiera a sus amigos y lo atendieran.

24 Días después, Félix fue otra vez a ver a Pablo. Lo acompañó Drusila, su esposa, que era judía. Félix llamó a Pablo, y lo escuchó hablar acerca de la confianza que se debe tener en Jesús. 25 Pero Pablo también le habló de que tenía que vivir sin hacer lo malo, que tenía que controlarse para no hacer lo que quisiera, sino solamente lo bueno, y que algún día Dios juzgaría a todos. Entonces Félix se asustó mucho y le dijo: «Vete ya; cuando tenga tiempo volveré a llamarte.»

26 Félix llamaba mucho a Pablo para hablar con él, pero más bien quería ver si Pablo le daría algún dinero para dejarlo en libertad.

27 Dos años después, Félix dejó de ser el gobernador, y en su lugar empezó a gobernar Porcio Festo.[c] Pero Félix quería quedar bien con los judíos; por eso dejó preso a Pablo.